Hechos Históricos De La República Dominicana
Este es un Blogger educativo en el cual informaremos datos importantes de nuestra historia dominicana
junio 06, 2023
noviembre 25, 2022
julio 26, 2022
julio 16, 2022
Fundación de La Trinitaria
Fundación de La Trinitaria
julio 04, 2022
junio 02, 2022
Teniente Amado García Guerrero
Teniente Amado García Guerrero, asesinado el mismo
día de su cumpleaños, ¡¡hace hoy 61 años!! ¡¡HONOR A SU HEROICA MEMORIA!!
SANTO DOMINGO, el 2 de junio del año 1961, agentes
del Servicio de Inteligencia Militar (SIM), acribillaron a balazos al teniente
Amado García Guerrero, quien la noche del día 30 de mayo de 1961 había
participado en el ataque que culminó con el asesinato del dictador Rafael
Leónidas Trujillo Molina.
El teniente Amado García Guerrero había permanecido
oculto desde que terminó el atentado en una residencia que le consiguió un
pariente, pero el día 2 de junio en la tarde decidió trasladarse en un carro
público a la residencia de una tía en la avenida San Martín número 59. Allí
almorzó y se quitó su uniforme que estaba sucio, lo puso en una silla y durmió
una siesta en ropa interior.
El escritor Bernard Diederich, en su obra “Trujillo
la muerte del dictador”, cita la versión de que un informador llamó al SIM y
denunció que un hombre que podría ser Amado García Guerrero estaba en la casa
número 59 de la avenida San Martín. Agentes del SIM rodearon la vivienda y un
efectivo de apellido Rodríguez le pidió que se rindiera, pero Amado García
Guerrero saltó del diván de la sala, abrió la puerta y le hizo un disparo en el
corazón a Rodríguez, quien cayó muerto antes poder llegar a la acera.
Bernard Diederich, apunta que los otros agentes
respondieron con un fuego graneado de sus metralletas. Amado, se retiró al
salón mientras su tía se refugiaba en la parte trasera de la casa.
En unos minutos el combate había terminado. Amado
vació su pistola 45, la volvió a cargar y tuvo tiempo de hacer dos tiros más
antes de que el raso Ciriaco de la Rosa lo matara a balazos.
El cuerpo del teniente Amado García Guerrero,
ensangrentado, vestido sólo en ropa interior, fue arrastrado hacia la calle y
fotografiado. “Entonces, a la manera de los cazadores que regresan con el
cadáver de un animal, los agentes del SIM pusieron el cuerpo de Amado en el
techo del carro y lo agarraron por los brazos y las piernas desde la parte
interior del carro mientras regresaban a los cuarteles”.
Al contar el hecho, el escritor británico resalta
que “A la turba allí reunida se la dejó saquear y destruir la casa. No había
protección policial para el que facilitara refugio a un enemigo del régimen. La
tía del teniente Amado García Guerrero no tenía hogar adonde regresar cuando,
después de varios días de interrogatorios en el kilómetro 9, de la carretera
Mella, fue puesta en libertad”.
El teniente Amado García Guerrero pertenecía al
Cuerpo de Ayudantes Militares de la Presidencia de la República, la noche del
30 de mayo de 1961, cuando participó en el ataque que terminó con la vida del
dictador Trujillo. En la acción sufrió una herida menor en una pierna.
Luego del asesinato de Trujillo en la República
Dominicana se desató una situación de terror contra los familiares, y amigos de
los hombres de la gesta de mayo de 1961
Texto: Héctor Tineo
mayo 30, 2022
abril 24, 2022
abril 11, 2022
marzo 30, 2022
marzo 28, 2022
marzo 21, 2022
marzo 19, 2022
marzo 18, 2022
La Anexión a España
marzo 17, 2022
marzo 09, 2022
marzo 07, 2022
marzo 06, 2022
febrero 27, 2022
febrero 25, 2022
febrero 24, 2022
febrero 23, 2022
El golpe de estado a Horacio Vásquez por parte de Trujillo y Estrella Ureña
El golpe de estado
a Horacio Vásquez por parte de Trujillo y Estrella Ureña
Sale a la luz en Santiago de los Caballeros, el movimiento conspirativo que culminó con el derrocamiento del presidente Horacio Vásquez, lo que permitiría tomar el poder al jefe del Ejército Nacional, general Rafael Leónidas Trujillo Molina.
El manifiesto del
23 de febrero de 1930 fue redactado por el doctor Joaquín Balaguer, quien
formaba parte del plan conspirativo contra el presidente Horacio Vásquez.
En su obra
“Memorias de un Cortesano de la Era de Trujillo”, Balaguer afirma que él fue el
redactor del Manifiesto del Movimiento del 23 de febrero de 1930, que puso fin
al Gobierno de Horacio Vásquez, con lo que comenzó el proyecto para el general
Rafael Leónidas Trujillo, tomara el poder, lo que ocurriría el 16 de agosto de
1930.
La principal cara
visible de los conspiradores fue el licenciado Rafael Estrella Ureña, quien
había sido uno de los ministros de mayor influencia en el Gobierno de Horacio
Vásquez, pero rompió con su líder cuando decidió reelegirse.
Rafael Estrella
Ureña, sin advertirlo, fue usado por el general Trujillo. Cuando estalló el
golpe, la Legación de Estados Unidos advirtió que no toleraría que tomara el
poder el jefe del Ejército Nacional.
En efecto, asumió
la Presidencia Provisional el licenciado Rafael Estrella Ureña, quien luego
llegó a un acuerdo con Trujillo para apoyarlo como candidato presidencial con
el binomio Trujillo-Estrella Ureña.
Durante su Gobierno
Provisional, Estrella Ureña no logró alcanzar el poder, ya que estaba en manos
de Trujillo, quien luego pasó a retiro y se presentó como candidato
presidencial.
En una campaña
electoral caracterizada por la represión en contra de los adversarios de
Trujillo, de la Alianza Nacional-Progresista, que llevaba como candidato a la
Presidencia al licenciado Federico Velásquez y a vicepresidente al licenciado Ángel
Morales, el candidato oficialista logró imponerse.
El Ejército
Nacional reprimió a los opositores y el 15 de mayo de 1930 fueron retiradas las
candidaturas de Velásquez y Morales, lo que dejó el camino a Trujillo libre de
obstáculos para ser declarado ganador de las elecciones celebradas el día
siguiente, el 16 de mayo de 1930.
A pesar de la
represión, la Junta Central Electoral declaró el 24 de mayo de 1930, al binomio
Trujillo-Estrella Ureña ganador de las elecciones.
Trujillo y Estrella
Ureña tomaron posesión el 16 de agosto de 1930, pero rompieron al poco tiempo y
comenzó en el país un régimen dictatorial que se prolongó hasta el 30 de mayo
de 1961, cuando Trujillo fue asesinado.
Joaquín Balaguer,
quien nació en Navarrete, Santiago, el 1 de septiembre de 1906, es el único
político dominicano que fue juramentado siete veces presidente de la República.
Además, fue el único declarado ganador de seis elecciones.
Joaquín Balaguer
también es el único dominicano que tuvo la oportunidad de mantener el liderazgo
de uno de los partidos mayoritarios del país, el Reformista Social Cristiano,
el cual fundó en Puerto Rico, cuando se encontraba en el exilio en el año 1964.
Texto: Héctor Tineo
febrero 11, 2022
febrero 09, 2022
febrero 02, 2022
enero 31, 2022
enero 26, 2022
Juan Pablo Duarte y Diez
Juan Pablo Duarte y Diez, el más grande dominicano de
todos los tiempos, nació en la ciudad de Santo Domingo el 26 de enero de 1813.
Sus padres fueron el comerciante español Juan José Duarte, oriundo de Vejer de
la Frontera en la provincia española de Cádiz, y Manuela Diez Jiménez, oriunda
de El Seibo, hija a su vez de padre español y madre dominicana.
Luego de que las tropas haitianas, dirigidas por
Toussaint L'Ouverture llegaron al país en 1801, tomando posesión de la ciudad
de Santo Domingo, los Duarte salieron hacia Puerto Rico. La familia regresó al
país luego de terminada la guerra de la Reconquista en 1809, cuando el país
volvió a ser colonia española.
Su padre trabajó tesonera y provechosamente en su
negocio de efectos de marina y ferretería, único en su género en la ciudad de
entonces, situado en la margen occidental del río Ozama, en la zona conocida
con el nombre de La Atarazana.
La Niñez Y Adolescencia de Duarte
Juan Pablo fue bautizado en la Iglesia de Santa Bárbara el 4 de febrero de 1813. Sus primeras enseñanzas las recibió de su madre y, más tarde, asistió a una pequeña escuela de párvulos dirigida por una profesora de apellido Montilla. De allí pasó a una escuela primaria para varones, donde desde muy temprano dio muestras de una gran inteligencia. Fue admitido más tarde en la escuela de don Manuel Aybar, completando sus conocimientos de lectura, escritura, gramática y aritmética elemental.
Siendo casi un niño recibió clases sobre teneduría de
libros para pasar, ya adolescente bajo la tutoría del doctor Juan Vicente
Troncoso, uno de los más sabios profesores de entonces. Con él estudió
Filosofía y Derecho Romano, mostrando, una vez más, su gran deseo de superación
y de amor por los estudios.
En 1828 o en 1829, con apenas quince años, y acompañado del señor Pablo Pujols, comerciante ligado a su familia, sale vía Estados Unidos, Inglaterra, y Francia rumbo a España, radicándose en Barcelona, donde tenía parientes. Poco se conoce de Duarte durante su permanencia en España.
Para 1831 o 1832 aparece de nuevo en Santo Domingo y
trabaja en el negocio de su padre. Realiza una intensa vida social que le liga
a importantes sectores de la pequeña burguesía urbana. Es testigo de
matrimonios, apadrina bautizos y asiste a reuniones de carácter cultural. Esa
vivencia de la sociedad es la que le permite percibir que existe un sentimiento
patriótico que rechaza la presencia de los haitianos en el país. El mérito de
Duarte, como patriota y como político organizador estriba, fundamentalmente, en
que supo interpretar el momento histórico que vivía la sociedad dominicana de
aquel entonces, renuente en sus capas más decisivas a aceptar la dominación
haitiana. Para ese momento el gobierno de Boyer había envejecido y de un
gobierno liberal y progresista, pasó a ser una dictadura con graves problemas
económicos y resistencia interna en su territorio original.
Fundación de la Trinitaria
El 16 de julio de 1838, después de haber realizado una
discreta labor de proselitismo, fundó la sociedad secreta “La Trinitaria”. para
que asumiera la responsabilidad de dirigir las actividades. Esta sociedad, que
respondía a una estructura celular, tenía por lema “Dios, Patria y Libertad” y
sus primeros miembros fueron Juan Pablo Duarte, Juan Isidro Pérez, Pedro
Alejandro Pina, Jacinto de la Concha, Félix María Ruiz, José María Serra,
Benito González, Felipe Alfau y Juan Nepomuceno Ravelo. Más adelante surgió
otra sociedad “La Filantrópica” destinada a realizar una importante labor de
propaganda mediante la representación de piezas teatrales.
Duarte tenía antes de la independencia un definido
concepto de la nación dominicana y de sus integrantes. En su proyecto de
constitución dice con claridad que la bandera dominicana puede cobijar a todas
las razas, no excluye ni da predominio a ninguna. Su concepción de la República
era la de un patriota, republicano, anticolonialista, liberal y progresista.
Cuando se inició en 1843 la revolución contra Boyer
que repercutió en la parte oriental de la isla, Duarte encabeza el movimiento
reformista en la ciudad de Santo Domingo. Juega un papel decisivo que lo llevó
al liderato de los republicanos que luchaban por la independencia.
Las circunstancias lo obligaron, más tarde, junto a
otros compañeros a abandonar el país. Pero al ausentarse del territorio
nacional sus compañeros, encabezados por Francisco del Rosario Sánchez y Matías
Ramón Mella, llevaron a cabo las gestiones finales del movimiento. Redactaron
el Manifiesto del 16 de enero de 1844 en el cual quedaron plasmados los
principios republicanos y liberales que Duarte predicó durante años y
ratificaron, en el cuerpo de ese documento, la firme voluntad de crear un
Estado soberano.
Después del 27 de febrero regresó a su patria, y se
incorporó a la Junta Central Gubernativa dominada por los sectores más conservadores
que no tenían fe en la viabilidad de la República. Se inició un proceso de
luchas internas que culminó con la expulsión del territorio nacional de los
patriotas fundadores del Estado dominicano.
Ese Estado que nace a la vida pública, llevando en su
seno oportunistas, conservadores y anexionistas en las más altas posiciones
usurpadas a los iniciadores del movimiento separatista, que encarnaron siempre
la vocación de sacrificio y el amor a la libertad de la mayoría del pueblo.
Falleció en Caracas, Venezuela, el 15 de julio de 1876
a los 63 años.
enero 24, 2022
enero 17, 2022
enero 16, 2022
enero 12, 2022
enero 11, 2022
enero 07, 2022
diciembre 21, 2021
El Sermón de Montesinos
21 de
diciembre de 1511, el Sermón de Montesinos.
El 21 de
diciembre de 1511, el cuarto domingo de Adviento, subía al púlpito de la
iglesia de los dominicos en La Española (Santo Domingo) fray Antón Montesino
para pronunciar un memorable sermón, que se convertiría en una de las primeras
y más radicales denuncias de los abusos de la conquista española en Abya-Yala y
en un antecedente del pensamiento latinoamericano liberador.
Ha llegado
hasta nosotros gracias a la profética e incisiva pluma de fray Bartolomé de Las
Casas, que recoge lo sustancial de la prédica y las reacciones a la misma en el
tercer libro de su Historia de las Indias (tomo II, M. Aguilar Editor, Madrid,
s/f, páginas 385-395).
El sermón
fue preparado por todos los miembros de la comunidad de Santo Domingo, quienes
lo firmaron de su puño y letra para dejar constancia de la autoría colectiva y
de la relevancia de tan decisiva pieza oratoria. Los dominicos lo habían
preparado a conciencia a partir de sus propias averiguaciones sobre el
"crudelísimo y aspérrimo cautiverio" al que los encomenderos
españoles sometían a los indios en las minas de oro y otras granjerías, y tras
escuchar numerosos testimonios sobre la "tiránica injusticia" y las
"execrables crueldades" contra los nativos, tratados como animales
"sin compasión ni blandura", y "sin piedad ni
misericordia", según la descripción de Las Casas.
Tras tan
concienzudo análisis de la realidad acordaron denunciar desde el púlpito el
régimen de la encomienda por considerarlo contrario "a la ley divina,
natural y humana".
El vicario
Pedro de Córdoba encargó pronunciar el sermón a fray Antón Montesino, uno de
los primeros dominicos en llegar a la isla, afamado predicador, hombre de
letras, muy animoso, "aspérrimo en reprender vicios", "muy
colérico en sus palabras" y "eficacísimo en sus frutos". El
templo estaba a rebosar. Ocupaban los primeros puestos las principales
autoridades coloniales, entre ellas el almirante Diego de Colón, hijo del
conquistador. También estaba presente el clérigo Bartolomé de Las Casas, en su
calidad de encomendero.
Ante un
público tan cualificado, el predicador no tuvo pelos en la lengua y habló de
esta guisa:
"Voz
del que clama en el desierto. Todos estáis en pecado mortal y en él vivís y
morís, por la crueldad y tiranía que usáis con estas inocentes gentes. Decid,
¿con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre
aquestos indios? ¿Con qué autoridad habéis hecho tan detestables guerras a
estas gentes que estaban en sus tierras mansas y pacíficas, donde tan infinitas
dellas, con muertes y estragos nunca oídos, habéis consumido? ¿Cómo los tenéis
tan opresos y fatigados, sin dalles de comer ni curallos en sus enfermedades,
que de los excesivos trabajos que les dais incurren y se os mueren, y por mejor
decir los matáis, por sacar y adquirir oro cada día? ¿Y qué cuidado tenéis de
quien los doctrine y conozcan a su Dios y creador, sean baptizados, oigan misa,
guarden las fiestas y domingos? ¿Estos, no son hombres? ¿No tienen ánimas
racionales? ¿No sois obligados a amallos como a vosotros mismos? ¿Esto no
entendéis, esto no sentís? ¿Cómo estáis en tanta profundidad, de sueño tan
letárgico, dormidos? Tened por cierto, que en el estado que estáis, no os
podéis más salvar, que los moros o turcos que carecen y no quieren la fe en
Jesucristo".
Terminada
la misa, Diego de Colón y los oficiales reales se dirigieron al convento de los
dominicos para reprender al predicador por el escándalo sembrado en la ciudad,
acusarlo de "deservicio" al Rey y exigirle que se retractase en
público el domingo siguiente. Siete días después, fray Antón Montesino volvió a
subir al púlpito y, lejos de desdecirse, se ratificó en las denuncias y afirmó
que los encomenderos no podían salvarse si no dejaban libres a los indios y que
irían todos al infierno si persistían en su actitud explotadora. El sermón provocó
todavía mayor alboroto que el del domingo anterior, y los oficiales reales
enviaron al rey cartas de protesta contra los frailes.
Fray Antón
Montesino fue enviado a España para dar cuenta y razón de su sermón al rey.
Tras muchos impedimentos, logró entrevistarse con el anciano monarca, a quien
expuso un largo memorial de los agravios de los conquistadores contra los
indios: hacer la guerra a gente pacífica y mansa, entrar en sus casas y tomar a
sus mujeres, hijas, hijos y haciendas, cortarles por medio, hacer apuestas
sobre quién les cortaba la cabeza de un tajo, quemarlos vivos, imponerles
trabajos forzados en las minas, etcétera.
Texto:
Fuente externa
diciembre 20, 2021
RENE DEL RISCO BERMÚDEZ
RENE DEL
RISCO BERMÚDEZ, Recordándolo en el 49 aniversario de su fallecimiento
La noche del 20 de diciembre de 1972, René del Risco Bermúdez acudió a una cita con el destino en la avenida George Washington –el malecón de la ciudad capital. Era una cita al parecer ineludible, a juzgar por las veces que había sido presentida: una cita con la muerte prematura, muerte a destiempo junto al mar que el poeta amaba.
El hecho
trágico que enlutó a su familia también ensombreció y traumatizó al mundo de
las letras, y entre los escritores jóvenes y menos jóvenes se extendió un
sentimiento de vacío y orfandad. No era, ciertamente, para menos. A los
“treinta y siete años y en perfecta salud”, Whitman había comenzado a publicar
sus Hojas de hierba. Casi a la misma altura de la vida, en pleno goce de sus
facultades intelectuales, René del Risco Bermúdez se retiró bruscamente del
escenario en que había obtenido el más amplio reconocimiento, llegando a ocupar
un espacio privilegiado, único entre los miembros de las nuevas promociones. De
hecho, y a pesar de su partida a destiempo, se reveló como el más sobresaliente
talento literario de su generación, quizás de varias generaciones.
Del Risco
nació en 1936 en Macorís del mar, tierra de peloteros y poetas, y en la
práctica soñó con ser ambas cosas. La pelota, como deporte, se respiraba en el
aire: la poesía la llevaba en la sangre, siendo nieto de Federico Bermúdez, el
notable cantor de Los humildes. Hoy se sabe que descolló como animador,
publicista, narrador y poeta, aunque no como pelotero. Eso sí, fue fanático
irreductible de los Tigres del Licey.
Como tanto
jóvenes de la época, Del Risco participó –ya se he dicho- en la lucha política
antitrujillista dentro del Movimiento Revolucionario 14 de junio y conoció
temprano la cárcel –“fruta negra”, la llamaba Roque Dalton. Allí sufrió
vejaciones y torturas que no doblegaron su espíritu, pero dejaron huellas en su
cuerpo, un cuerpo que mostraba las clásicas quemaduras de cigarrillos en las
espaldas y señales inequívocas de martirio en las uñas.
Antes y
después de su breve estación en el infierno, desempeñó variados oficios y al
parecer alguna vez quiso ser abogado, según demuestra el hecho de haberse
inscrito en la Facultad de Derecho de la universidad estatal, única a la sazón
en el país. Por lo demás, no hay que acudir a su biografía para obtener
información pormenorizada de primera mano. Muchas de sus empresas en la lucha por
la vida –incluyendo su “fracaso como pelotero”- están documentadas en unos
versos de iniciación que hoy resultan casi sorprendentes por su carácter
festivo, excepcional y extrañamente festivo:
yo caí, me
recogieron,
me
acostaron en el jón,
y en
aquella situación
¡momento
grave y severo!
dejé de
ser pelotero
y cambié
de profesión.
He tenido
profusión
de
profesiones y empleos;
he dado
mil zigzagueos
en una y
otra cuestión.
He vendido
desde ron
hasta
espacios de parqueos,
........................................
“Qué es
usted? Si me preguntan
en un
barrio: “¡Locutor!”
en un
salón?: “¡Escritor!”
en un
patio?: “¡Tamborero!”
en la
iglesia soy santero
y en la
calle...Yo, que soy
Por el
mismo estilo, Del Risco amaba definirse como “poeta y cumbanchero”, y al decir
de alguno de sus íntimos quería que le pusieran este mote en su epitafio.
Afortunadamente se destacó más como baladista que como cumbanchero: Del Risco
escribió, en efecto, letra de canciones de inspiración honda y genuina, entre
las cuales se recuerdan “Si nadie amara”, , “La ciudad en mi corazón”, “Mira qué
mundo”, “Así, tan sencillamente” y “Una primavera para el mundo”. Algunas de
éstas alcanzaron éxito en las voces de notables intérpretes de la talla de
Horacio Pichardo, Francis Santana, Fernando Casado, Niní Cáfaro, Luchy Vicioso,
Felipe Pirela y Marco Antonio Muñiz.
Por
añadidura, el hombre fue un brillante publicista. Publicista, quizás, a
regañadientes, a contrapelo de su vocación literaria, quizás a contra
conciencia, quizás como simple manifestación de su desbordante energía
intelectual. No se sabe. En todo intento de aproximación a una vida y una obra
cabe un margen razonable de duda. De lo que nunca podrá dudarse es de su
humanidad y talento.
René vivió
agobiado quizás por un presentimiento o vocación de muerte prematura. En más de
un sentido, su arte poética es anticipación y presagio de la muerte, de muchas
formas posibles de la muerte, entre ellas la muerte física y la muerte por
inmersión social, la muerte por asfixia que conduce al conformismo. En más de
un texto, en serio y en broma, se describe suicida. La descripción es acertada
porque casi todo en él va de la mano de la muerte, la muerte que percibe
próxima, posible, la muerte convidada.
Ansiedad
de muerte y ansiedad de vida se corresponden con su personalidad ciertamente
compleja. Es neurótico, por supuesto, hipersensible, depresivo, tal vez más
autodestructivo que suicida, aunque nadie está más cerca del suicidio que un
depresivo. Con frecuencia recurre a somníferos, recurre a la bebida y lo
justifica porque “hay necesidad de ti, salobre vino hermano”. Por ser mal
bebedor, hace mala bebida y hace crisis. El hecho en que perdió la vida
permanece ambiguo: un accidente suicidio, uno de los pocos hechos ambiguos de
su biografía. Pero su muerte era anticipada.
Por otro
lado, mucho ha contribuido la maledicencia a difundir la tesis del suicidio,
alimentando el mito de un René asqueado de sí mismo en cuanto revolucionario
enganchado a publicista. Posiblemente René sufrió sus contradicciones como han
testimoniado sus más cercanos amigos, y sobre todo sus más cercanos enemigos.
Dejó constancia de ello en más de un poema memorable, y más específicamente en
“Entonces, ¿para qué”, el último del libro:
Para que
entonces, si sabemos
que esta
hoja de parra del amor mentiroso
se cae a
cada instante y nos desnuda
y nos
muestra tal como somos
hipócritas,
cobardes, ingenuos a propósito,
verdugos,
lamedores
a sueldo del látigo y el palo...
A pesar de
todo, René no traicionó sus ideales. Vendió “su fuerza de trabajo”, no su
conciencia. Probó el buen vino y el éxito económico, más no perdió la moral.
Alejado de la política militante, vio caer a sus compañeros y los incluyó en su
registro poético, dejando constancia de su adhesión a la lucha. Inútil es
buscar motivos que no existen. La muerte de René del Risco y Bermúdez –el más
dotado narrador y poeta de su generación- estaba escrita en su obra.
Texto:
Pedro Conde Sturla
diciembre 19, 2021
Vinicio Franco
Vinicio Franco
Vinicio Antonio Franco Rodríguez nació en Puerto Plata, 14 de septiembre de 1933, mejor conocido como Vinicio Franco, fue uno de los cantantes más importantes e icónicos de merengue en República Dominicana.
Mejor
conocido como Vinicio "Mambo" Franco. Como casi todos los cantantes
de la época en que se desarrolla este artista, inició su carrera cantando en
las llamadas "alturas", o en los denominados "kilómetros"
en la ciudad capital que se identificaba como Ciudad Trujillo, nombre que se le
dio en el año 1936, para satisfacer la vanidad insaciable del dictador Rafael
Trujillo. En esos sectores estaban los establecimientos de las llamadas zonas
de tolerancia y sus propietarios, para darle buen servicio musical a la muy
numerosa clientela contrataban los mejores músicos y cantantes populares para
amenizar cada noche los bailables. Por esos lugares desfilaron los mejores:
Francis Santana, Joseíto Mateo, Luis Vásquez, y un largo etc. En el centro de
diversión "Recreo de Turismo", en el año 1952, se inició Vinicio Franco.
Esa fecha marca una trayectoria artística de mucha incidencia en la historia
del arte popular. Su primera grabación la realiza en el año 1957 con la
orquesta de Antonio Morel, para el sello "Guarachita" de Radhamés
Aracena: "Apágame la vela" un muy divulgado merengue escrito por
Bienvenido Brens y la salve "Oye Nena" de Alexis Camilo Morel. Los
dos temas tienen una buena acogida por el público, especialmente "Apágame
la vela" que a tantos años de esa primera versión ha sido grabado por
varios grupos musicales del continente. Con la orquesta de Antonio Morel el
nombre de Vinicio Franco se da a conocer en nuestra geografía. Fue cantante
titular de la Super Orquesta San José en La Voz Dominicana, actuando en la
televisión con esa agrupación musical. Formó parte del Combo Show de Johnny
Ventura. Participó en la grabación del tema "Ah, yo no sé, no" de la
autoría de Johnny Ventura y Mundito Espinal", que mereció un disco de oro
por sus voluminosas ventas. Con la orquesta de Rafael Solano laboró por años realizando
presentaciones en todo el territorio nacional y varios países del continente.
Participó en grabaciones con la orquesta del reputado músico para el sello
Kubaney, siendo suceso musical su versión de "Siña Juanica", merengue
de Félix López con Armando Beltré y Rico López. Vinicio Franco ha hecho
grabaciones, siempre interpretando merengues, para el sello Ansonia de New
York. Agotó una larga temporada actuando con su grupo musical en el prestigioso
hotel Casa de Campo, situado en el mundialmente conocido polo turístico de la
ciudad de La Romana. Ha actuado en Venezuela, Curazao, Colombia, Argentina, New
York, Miami y varias ciudades de la Unión Norteamericana con un repertorio que
sobrepasa las 450 canciones y con una carrera artística de 60 años.
Don
Vinicio Franco falleció en el día de ayer, 19 de diciembre, luego de estar
varios días ingresado, fruto del COVID 19.
¡¡¡Jamás
será olvidado!!! Paz a su alma
Texto:
Nelson Rodríguez
diciembre 07, 2021
diciembre 03, 2021
diciembre 01, 2021
noviembre 25, 2021
noviembre 24, 2021
Enrique Blanco
Enrique Blanco fue, el conquistador de la montaña. En
el aniversario #85 de su muerte.
Nació el 14 de enero de 1907, en la sección de Don
Pedro, La Peña, en la entonces comunidad de Tamboril, en la provincia de
Santiago, siendo en orden cronológico el noveno hijo de Eugenio Blanco y la
señora María Ubaldina Sosa.
Su padre, en la sección de Don pedro Abajo y regiones
aledañas, era conocido como una persona de absoluta seriedad y bien dedicado al
trabajo que le valieron de estimación y respeto y le valieron para que se le
llamase don Gengo. Procrearon 10 hijos:
María Ismaela (Fallecida en la infancia), Jesús María;
Estebanía Librada, Ramón Eugenio (Geno), Luis María "Churo"; Julio
Antonio "Chingo"; María Bienvenida; Rafael Enrique "Enrique
Blanco" y Edilia Victoria.
Su madre murió en el 1929 antes de que su hijo menor
de los varones se convirtiera en el defensor de los principios fundamentales de
la dignidad humana cuyo acto trajo la despiadada extinción de casi el total de
la familia por parte del tirano.
Enrique Blanco, como su padre, desde niño trabajó
junto a sus hermanos en los quehaceres de la agricultura. Se ejercitaba en
actividades deportivas y fue conocido en su comarca como un recio y aguerrido
bateador.
Solo alcanzó el primer grado en la escuela campestre,
razón por la cual casi no sabía leer ni escribir. Su modo de conversar era
inculto y había en sus expresiones tosquedad y rudeza pues hablaba común y
corriente como el arcaico campesino cibaeño sin escuela.
Cuando estaba en la edad entre 18 y 19 años, decide la
liberación de la tierra que le vió nacer e ingresa al ejército nacional. Entre
los años 1925 y 1926, durante el régimen constitucional que presidió el general
Horacio Vásquez Lajara, para canalizar sus apiraciones militar, acudió a un
amigo de su padre, al general Pedro M Estrella "Don piro", valeroso
hombre de armas, quien enganchó a Enrique como raso del ejército Nacional.
En el desempeño de sus funciones era arbitrario y
estimaba sus deberes más allá de los reglamentos, actitud que hacía que sus
compañeros fueran renuentes a practicar el servicio junto a este personaje.
De esa época le deviene el apodo del cabo, pues un alto
jefe militar dispuso que fuera jefe de patrulla, es decir, que fungiera como
Clase frente a los otros rasos que integraban una patrulla y fue así por mucho
tiempo.
En una ocasión al celebrarse una fiesta en el poblado
de Boca Chica, se presentó en estado de embriaguez, provocando un tremendo
enfrentamiento donde hirió a varias personas, y un disparo con el revolver que
portaba alcanzó a una señora transeúnte, la cual expiró al ser llevada a la
beneficencia que hoy es llamado Hospital Padre Billini
En este hecho resultó herido de arma blanca en una de
sus clavículas, pero sin trascendencia.
Investigado el caso, fue sancionado con seis meses de
reclutamiento en la Torre del Homenaje, pena que no llegó a cumplir, pues
asuntos especiales del movimiento político, obligaron un movimiento de tropas,
lo que aprovecho el alto militar que le era afecto, para levantar la sanción,
poniéndolo en libertad y en actitud de servicio.
La forma de proceder durante su primer alistamiento lo
inhabilitaron para ser admitido en el realistamiento, dado al cúmulo de faltas
disciplinarias en su Libro récord y que el comandante de la 17º compañía del
E.N. donde el raso Rafael Enrique Blanco Sosa, prestaba servicio, desestimo el
deseo del mismo y, por el contrario, recomendó su no recibimiento, pues en la
vida militar éste privilegio sólo lo tenían los observadores de una conducta
que los hiciese acreedores a tal merecimiento, lo que era ganado con
disciplina, corrección y espíritu.
Lo que, según el informe del capitán, el Raso Blanco Sosa
con su temperamento jamás amoldó la disciplina militar, era un adicto a las
bebidas alcohólicas y un emprendedor jugador de dados.
Estas recomendaciones motivaron que Enrique Blanco no
continuara en el E.N., y lo obligaron a retornar a su patria chica de Don Pedro
Abajo, donde se dedicó a su habitual ocupación de agricultor a pequeña escala,
ya que los terrenos que disponía su padre eran escasos.
Las circunstancias especiales que cambiaron la
política a principio de 1930, al quebrantarse el orden constitucional, y el
manto Cívico del 23 de febrero de 1930, le brindo la oportunidad al ex raso
Enrique Blanco retornar al rescinto del cuartel, teniendo cabida para los
primeros meses de ese mismo año, ingresando al centro de enseñanzas que para
ese entonces estaba ubicado en el kilómetro 9 de la carretera Duarte y que
comandaba el capitán José Navarro Mejía del Ejército Nacional.
Después de servir al ejército en los en el comienzo de
la dictadura de Trujillo, decide desertar de manera misteriosa se llevó consigo
el arma de reglamento y se le acusaba de haberle dado muerte a un compañero de
armas convirtiéndose así en el hombre más buscado durante la dictadura.
Como es normativo fue puesto en todas las guarniciones
del país, mediante Orden Especial, en la que se daban informe del hecho e
instrucciones de hacerlo preso, con la advertencia de estaba armado de un
revolver marca Smith & Wesson calibre 38 que debía ser recuperado,
dejándose entrever que su persecución revestía mucho riesgo más bien por su
peligrosidad pues teniéndolo de valiente y muy decidido, lo juzgaban capaz de
defender a muy alto precio su libertad y su vida.
Con lógica apreciación la jerarquía militar creyeron
que se refugiaban por los predios de Don Pedro, donde estaban su padre,
hermanos y demás familiares, por cuya razón fueron enviadas patrullas a su
persecución y captura, pero da la impresión de que su captore en principio
buscaban al compañero de armas.
Cuentan que en una ocasión mientras Enrique Blanco
jugaba una partida de dados, y en el momento de más concentración aparecieron
unos guardias, pero a estos reconocerlo como amigo y compañero de armas,
ignorando que era este le preguntaron ¿Dónde está Enrique Blanco? a lo que este
respondió mirándolo fijamente "No ta aquí, busquelon pa la capitai"
Instruido por un compañero de arma, quien le dijo que
si devolvía el revolver que era lo que a los militares interesaba dejarían de
buscarlo, entonces decidió entregar el revolver con el cual había desertado lo
remitió al Coronel Luis Veras Fernandez, del E.N., quien para ese entonces
comandaba la fortaleza San Luis siendo llevada el arma por su padre y el
alcaide pedáneo de la sección de Don Pedro Abajo, es señor José Blas, tan
pronto el ejército recupero el arma se suspendieron las patrullas para su captura.
Esta suspensión de actividad para capturarlo se
mantuvo por casi dos años durante los cuales se le veía en fiestas y galleras
sin embargo el Ejército ni la policía municipal nunca lo molestó.
Cuando todo se puso al rojo vivo debido a las muchas
muertes que se le atribuían, la tregua fue levantada y las persecuciones se
aumentaban violentamente. Entonces para esa época fue cuando Enrique Blanco inició
la comisión de actos delictivos que inquietaron de sobremanera a los habitantes
de los lugares que hacía sus movimientos.
En esa etapa es que Enrique Blanco visita al vecino
país de Haití, y visito a un papá Bocó Haitino quien le preparo un ensalmo para
que ni las balas, ni los cuchillos entrasen por su cuerpo, por lo que con dicho
conjuro ningún mortal podía darle muerte, ni mucho menos herirlo, entregándole sendos
amuletos que ni para bañarse podía quitárselo.
Habiendo conseguido esto Enrique Blanco le preguntó si
era posible que otro brujo le quitara dicha magia y el brujo haitiano le
racionó diciendo que no.
Entonces este le pregunto que quien podía darle muerte
y el brujo le contesto Dios y yo entonces Enrique Blanco se abalanzó hacia el
brujo haitiano dándole una estocada que le provocó la muerte dejando el
conocido refrán "Más vale por si acaso que un yo lo pensé".
Es a partir de ese entonces que Enrique Blanco se
sabía inmune al puñal y las balas, también sabía que al único que tenía este
poder él lo había ya eliminado.
Se llego a decir que Enrique Blanco era brujo y que
era visto cuando les pasaba a los guardias por el lado.
Era tan grande el temor que se le tenía que los
guardias al ubicarlo en un lado se iban para el otro por no encontrarse con él.
Como Enrique Blanco conocía de palmo a palmo todas las
secciones, llanos y montañas y regiones colidantes al municipio de Tamboril y
Santiago el ejército rondaba todas partes tras él y empezaron a detener a todas
las personas que pidiesen darle alimentos o le diera alberge.
A Enrique Blanco se le atribuía crímenes que jamás
cometió, se le achacaban cosas de tres lugares distintos y casi al mismo
tiempo, también lejanos a su demarcación.
Pues bien, Enrique solo andaba con un puñal hasta que
una noche sorprendió a un policía en la carretera mientras le estaba haciendo
el amor a una joven coqueta de Gurabo, en la carretera de Santiago Puerto
Plata, quitándole un revolver que portaba y el cinturón con balas de este.
Ahora aparte del puñal largo y afilado ya Enrique
Blanco tenía en su poder un revolver y 38 a 50 cápsulas a su disposición la
cuales iba emplear depende de la circunstancia.
Enrique Blanco tenía fama de buen tirador, de eso
aparte de las normas y reglas adquiridas por instrucciones o enseñanzas, poseía
el don de naturaleza donde ponía el ojo ponía la bala. Según la versión de
Domingo Pantaleon, contó que siendo militares juntos él y Enrique Blanco
después de recibir nomenclaturas de fusil Máuser, la cual es teoría básica de
esta arma, y con los cinco disparos que hizo Enrique Blanco marcó cinco dianas
o seas, dio en el centro del tiro al blanco, y el director asombrado, como los
demás compañeros paro la práctica de tiros para darles explicación de este caso
excepcional.
Entonces dijeron que era una Chepa (Para lo que no son
dominicanos es lo mismo que suerte) y lo pusieron a tirar de nuevo y repitió la
misma acción a lo que respondió el instructor ¿y de donde salió este hombre?
"Ese debe ser el diablo".
Gregorio Polanco conocido por todo el pueblo
dominicano como Gollito, fue un general de montonera, matrero, ocurrente,
aparte de su valor bien probado, se le atribuyen graciosas anécdotas con
injuicioso sentido filosófico. Su más conocida fue la repuesta a Trujillo,
cuando este le pidió opinión de su criterio sobre su gobierno Gollito le
respondió "Bueno General Trujillo, el tabaco es fuerte, pero hay que
fumarlo".
Enrique Blanco incursionaba por los predios del
general Gollito, en la sección de Pontezuela al medio que queda colindante con
Don Pedro Abajo se acercó a dicho general para pedirle ayuda económica, la cual
obtuvo, pero aprovechando el general Gollito para decirle estas palabras
"la verdad Enrique Blanco que en estos contornos tú y yo somos los únicos
con calzones en la Bragueta. A lo que contesto Enrique Blanco "No señor
general, el único macho de pelo en pecho eh ute que por aquí a peliado de
frente y atacando, yo en cambio vivo huyendo para defenderme y evitar caer en
mano de quienes me persiguen".
Enrique Blanco le gustaba exigir silencio leal,
discreción absoluta a todos cuanto le conocían o le prestaba ayuda dándole
comidas y alojamiento ocultaste. Un acto desleal del que Enrique Blanco se
enterara era motivo para enfurecerse y tomar represalia entonces cruzaba la
raya de la amenaza y le daba una pela o los mataba.
Los campesinos vivían de la sugestión pues de un lado
el ejército le obligaba a la información delatora y por el otro lado Enrique
Blanco le obligaba al silencio, esta era la difícil situación del campesino era
como aquel dicho "Palo si boga, palo si no boga".
Alfredo Cruz ejercía el comercio a pequeña escala,
tenía un colmado en el paraje Viejo y quien algunas veces, Enrique Blanco
acosado por el hambre acudió a su puerta pidiéndole proveerlo para saciar el
hambre.
Una noche Alfredo dormía en dicho colmado, junto a un
hermano, y al llegar Enrique Blanco y llamarlo, Enrique Blanco solicitó que lo
proveyera de pan, queso, tabaco y una botella de ron.
Mientras se demostraba solícito a complacerlo y daba
conversación entretenida, el pulpero había mandado a su hermano a buscar al
alcaide pedáneo Pedro Pérez, el que enseguida recluto ocho hombres armados y
rodearon la casa comercio, Enrique Blanco reunió todo lo que fue a buscar en su
macuto y listo para irse, dándole un jalón al pulpero con brusquedad diciéndole
"Alfredo mandaste a buscar a las autoridades, me denunciaste, y tú sabes
lo que yo le hago a los deslenguados... pero a ti no te voy a matar porque me
ha quitado el hambre muchas veces". Y dirigiéndose al alcaide pedáneo le
dijo "Pedro voy a salir, te advierto que hoy es día de Corpus Cristy y no
quiero matar a nadie... Así lárgate con la gente para no joderte".
Al instante hizo un disparo que perforo el zinc del
colmado lo que bastó para que el alcalde y acompañantes se despistaran, huyendo
a to meter, mientras Enrique Blanco con aire displicente, salió al camino e iba
disfrutando del pan y del queso, y dándose un petacaso de ron caballito que era
el ron que le gustaba.
Como otros relatos es bueno escuchar, aunque en
diferencia de lugares y la manera como sucediera, en el caso del compadre de
Enrique Blanco donde este le fue en solicitud de albergue, quien con fingida
complacencia le dio recibimiento que aparentaba beneláito, acomodándole en una
rancheta conuquera, también le dio una suculenta cena, con su botella de ron y su
tabaco por lo que Enrique Blanco se sentía totalmente hospedado.
Transcurrido el tiempo el compadre considero bastante
tiempo para estar dormido, con todo sigilo llegó al puesto del ejército
Nacional, que estaba cercano a su casa, retornando con tres militares y como
práctico al fin al entrar primero al indicado rancho cayo con la frente
abierta.
Enrique Blanco se había vuelto un experto en la
escapada pues los guardias al tropezarse con el muerto solo vieron el celaje
del hombre que buscaban.
Cuenta que una vez a referirse a su compadre dijo:
"Me ha dado mucha pena haber matado a mi compadre Memecio, pero él fue el
que se buscó su muerte, porque él sabía bien que yo no perdono a los traidores
y me traicionó.
Enrique dándole fama de ser implacable con los
traidores motivado por la postura del alcalde Pedaneo de la Almendra que por el
cumplimiento de su deber al percatarse que Enrique Blanco estaba por los
predios informo a los guardias y esto enviaron fuerzas a perseguirlo.
Enrique Blanco jamás fue visto por los guardias, pero
como era amigo del alcalde considero su postura como un acto de traición a su
persona y a su amistad, eran verdaderos motivos para no dejarlo sin sanción,
por lo que tomo la reacción de asediarlo de la manera que le fuera conveniente.
Ya fuera tocándole las puertas, enviándoles mensajes
amenazantes con familiares y personas del lugar así le recargo el temor al alcalde
que opto por abandonar sus tierras, su mujer y sus hijos huyendo por lo que en
su comunidad empezaron a llamarle el manilo.
De las muertes a supuesto traidores una de la que más
se menciona es la de Mon Cigarro, Ramón Motas se le apodaba así porque siempre
en la boca llevaba un cigarro de los denominados túbanos o pachuché, era un
agricultor de profesión algunas veces cambiaba por la de chofer, estaba siempre
al Servicio Informativo del gobierno, en la persona del Comisario de la policía
Municipal o del Coronel del ejército de Santiago, Mon Cigarro conocía muy bien
a Enrique Blanco de forma idéntica Enrique Blanco lo conocía a él, habían
crecido juntos y además eran muy buenos amigos.
Una vez, había salido a recorrer el campo, y en la
sección de jaragua Mon Cigarro se tropezó con Enrique Blanco, donde celebraron
el encuentro pues hacía tiempo que no se veían. Allí compartieron largamente despidiéndose
satisfactoriamente de haberse encontrado, y donde volverían pronto a hacerlo.
Tan pronto Mon Cigarro, retornó a la ciudad llevó a
conocimiento al jefe de la policía municipal que para esa época se le denominaba
comisario, todos los pormenores de su conversación con Enrique Blanco y
plantearon estrategias para su captura.
El plan consistió en que mon en vez de policías o
militares, llevaría civiles amigos que reclutaría con tentadoras ofertas que lo
estimularían en la acción. Además, fue una orden de la cual no se podían
resistirse, pues el desacato a la misma implicaba una sentencia de muerte.
Mon se situó en el sitio acordado, pero Enrique Blanco
lo esperaba desde su escondite y lo observaba todo y le disparo un proyectil en
la misma boca, mon cae desplomado al instante, rodando por tierra y
revolcándose en su propia sangre, hecho que ni siquiera vieron los que le
acompañaban.
Un día Enrique Blanco evitando el cerco que le puso la
guardia se encontró con Rosendo, una persona conocida suya y después de
conversar ambos siguieron en contrarias direcciones, cerca de donde se
despidieron a Rosendo lo sorprendió la guardia que lo interrogó acerca de que,
si conocía a Enrique Blanco o lo había visto por esos lugares, respondiéndole
éste que, si lo conocía, pero de verlo ni un rastro por esos lugares.
Pero sucedió algo que para Rosendo fue inexplicable
siempre al rato le salió Enrique Blanco y quiso explicarle lo de su entrevista
con la guardia, pero Enrique Blanco lo detuvo y le dijo: "No me diga na.,
yo lo he oí to... así deben ser los hombres para defender los amigos porque hoy
por mí y mañana por ti, soy tu amigo y puede contar conmigo para cualquier
cosa, porque no hay hombre sin hombre ¡Adiós hasta después!".
Se cuenta que al transcurrir el tiempo en el mismo
lugar de Quinigua, en una tienda que fue levantada improvicionalmente
instaladas por buhoneros que van los días de pago a la factoría y plantaciones
agrícolas, Rosendo discutió acaloradamente con un forastero, dicho forastero
sacó un largo cuchillo y procedió enterrárselo a Rosendo pero antes de poder
hacerlo recibió un tiro en el pecho cayendo muerto por una bala escupida desde
el revolver de Enrique Blanco quien antes de marcharse le dijo a Rosendo
"Tuve yo te lo había dicho hoy por mí, mañana por ti".
Enrique Blanco, también les arrancó el pudor a muchas
mujeres de la zona, tomaba a las mujeres de las zonas en continuos actos de
violación.
Ya perseguido en todos los lugares, llegó a un campo
del municipio de Gaspar Hernández, precisamente en la casa de Alonso Sosa
hermano de su madre a quien sus familiares le llamaban Papá Alonso.
Pero en el sito que había recibido la confianza de sus
familiares, Enrique Blanco, rapto a su prima hermana la hija de Alonso, éste
con la condición de padre ofendido apeló a proceder a la justicia a su indigno
sobrino que lo burló en su propia casa.
Basado en la querella El sargento Teodoberto Blanco
Castro puso dispuso patrulla permanente tras la búsqueda del raptor, pues la
guaría no le perdía ni pie ni pisa. Enrique Blanco en una desesperación juró
que se vengaría del sargento, venganza que cumplió asesinándolo.
También mató al raso Camilo Jáquez (Camilito) del
Ejército Nacional quien había pedido permiso para ver a su madre que se
encontraba enferma. El raso vio a Enrique Blanco portando un puñal a la vista
lo que le pareció sospechoso (aunque no conocía a Enrique Blanco), le exigió
que le entregara el puñal, pero Enrique Blanco haciendo que fuese a acatar la
orden sacó el revolver del macuto, haciéndole un disparo que le atravesó el
corazón dejando a Camilito tendido en el suelo.
Tras la muerte del raso del E.N. fue cuando empezó a
circular la versión de que Trujillo daba dos mil pesos y la insignia de teniente
del Ejército a quien capturara vivo o muerto a Rafael Enrique Blanco Sosa.
Enrique Blanco fue agrandando el radio de sus operaciones
lo que fue un estrecho círculo familiar se extendió por casi toda la región
cibaeña y a veces muchos lugares del noroeste.
Cuando esto sucedía, llegaron a Trujillo las
expresiones emitidas por Enrique Blanco: "En el ejército hay uno, que si
nos pechamos frente a frente debe ganar el que tire primero y es el teniente
Mingo Peña, los demás uno por uno no se puede enfrentar conmigo porque le
tiembla las manos, esas partidas de cobardes to me tienen mieo"
Sucedía que Mingo Peña, era íntimo amigo de Enrique
Blanco y compañero de juego de vicio.
Trujillo lo había cancelado y no hacía mucho que lo
había a mandado a buscar nuevamente a su servicio con el rango de primer
teniente. Y al notarse las expresiones de Enrique Blanco fue ascendido a
Capitán, llamándolo el mismo Trujillo a su despacho en el palacio Nacional, y
diciéndole usted está enterado de las expresiones de Enrique Blanco acerca de
lo que sucedería si ustedes dos se encontrasen y en caso de que se batan a
tiros y le ordenó: "Vaya a su encuentro y le aconsejo que tire primero ¡Buena
suerte, Capitán Peña!".
En cumplimiento de la orden, el capitán Mingo Peña con
una tropa por él comandada, acorraló a Enrique Blanco y muchos militares
perdieron la vida, encontrándose entre ellos el civil Mon Germosén Santana,
íntimo amigo de Enrique Blanco, quien fue fusilado en los tres troncos de mango
en la sección de Veragua, por encontrársele el revolver del raso Camilito.
Pero en esta operación, Enrique Blanco volvió a Salir
ileso por su agilidad y destreza.
Cuentan que fueron inútiles las trampas que por el
camino les tendían, hasta que apareció un brujo que dijo que, si le entregaban
todo lo que pedía en cuestión de días o tal vez horas, atraparía el hombre que
venía azotando a las autoridades y civiles de la zona. Trujillo entonces mandó
al comandante que le entregaran todo lo que pedía dicho brujo para realizar la
arriesgada misión.
Inmediatamente, al lugar llegaron diez caballos
negros, todos con arnés y nueve hombres a los cuales se le había dado la aureola
de valentía y decisión y con el brujo completarían los diez. A cada uno se le
asigno un caballo.
Entonces, vestidos de trajes blancos confeccionado
para el efecto, se tiznaron el rostro y salieron a recorrer los campos donde
Enrique Blanco había establecido su guardia. Todos agotados por el cansancio de
recorrer y recorrer sin éxito en sus fines. Toda la comarca y alrededores
aprovecharon el vado de un riachuelo que bordeaba por verdes y frondosos árboles,
se echaron al suelo para el descanso entre las sombras.
Pero no bien se habían tirado uno de los jinetes con
los ojos de mensurados abierto, que brotaban casi a salirse de órbita, pregunto
a sus compañeros: ¿Como es que habiendo salido 10 habemos 11?
Y de manera desorbitadas todos se montaron a los caballos,
picaron sus espuelas y se olvidaron de la misión de capturar al ya terrorífico
Enrique Blanco.
Como ya sabemos del rapto de su prima y los crímenes
cometidos indujeron a Teodoberto Blanco Castro a disponer sistemáticos
servicios de ronda en su demarcación y demarcaciones aledañas para capturar a
Enrique Blanco y ordenó la persecución, cateo de las casas de todas las
secciones y parajes como Ojo de Agua, Veragua, Joba Arriba, la Piragua,
magnate, Bejuco Blanco, la Monteda, El peñón, Agua Clara, Río Piedra, La
Hicotea, Yerba Buena, Boba, Sabana Cajuiles, Los Pomos Boca de Orí, Los Guao y
muchos Otros. Ya la venganza contra el Sargento venía jurada.
Para tal propósito, decidió asaltar el cuartel del
Ejército Nacional, para llevar a cabo su venganza contra el Sargento Blanco
Castro trazó un atrevido plan estratégico, haciéndose llamar el Capitán Dulce,
reclutó 20 campesinos que produjo temor, entre lo que encontró el Alcalde
pedáneo de la Monteada , el señor Ningo Estrella como su ayudante , obligándole
a una acción que todos ignoraban ; allí se apersonó al Cuartel del Ejército en
la población de Gaspar Hernández, donde dormían el Sargento y los rasos Martín
Santos Florentino y Tulín Núñez (El Burro), y allí le ordenó al Alcalde que
llamara para hacer entrega de los presos que llevaba.
Cuando esto sucedía, uno de los detenidos, le dijo que
entrara por el patio que estaba abierto, lo que aprovechó Enrique Blanco para
llegar donde dormía el Sargento Blanco Castro.
El 22 de octubre de 1936, Enrique Blanco asesino a
mansalva al Sargento Teodoberto Blanco Castro mientras dormía, le hizo 4
disparos. En el hecho dejo herido levemente al raso Núñez, pero el raso Martín
Santos Florentino, logro reaccionar golpeando uno de sus acompañantes, pero
recibió un golpe contundente del revolver de Enrique Blanco.
Pues bien, según lo concibió, ordenó a un campesino de
apellido Rodríguez a cortar el cable que unía a Gaspar Hernández con Puerto
Plata, olvidando cortar el cable que unía con la comunidad de Sánchez, que fue
la vía que utilizaron para informar el hecho hacia Puerto Plata y de ahí a la
capital de la República.
Cuando la información llegó a Trujillo este impartió
una drástica medida de captura contra el hombre que había sembrado el terror en
esta comunidad. Un guardacostas con un contingente bélico zarpó de San Soucí
llevando especiales instrucciones hasta capturarlo.
Con estrategias y posiciones militares, con rondas
patrulleras diurnas y nocturnas, bloquearon carreteras, caminos vecinales,
trillos y veredas; las casas de los campesinos eran requisadas y la garantía de
vida de los familiares y amigos del fugitivo era muy remota.
El 24 de octubre de 1936, aparecieron asesinados Ramón
Eugenio Blanco Sosa y Jesús María Blanco Sosa, cuyos cadáveres tenían señales
de ahorcamiento, perforaciones de balas y heridas de armas blancas. Se mandaron
autoridades investigadoras, pero todos en el pueblo sabían que su único delito
era ser hermanos de Enrique Blanco.
Días más tarde, en el patio de la familia Gutierrez,
apareció asesinado debajo de una mata de uvas de playa en una horqueta que le
servía de sostén, el raso Julio Antonio Blanco Sosa (Chingo) también hermano de
Enrique Blanco. Chingo se había alistado en el Ejército Nacional y asignado al
escuadrón de caballería duro varios años allí, pero por desgracia fue llevado a
prestar servicio en Pedernales y cuando el acoso de su hermano fue llamado por
el coronel Joaquín Cocco hijo ordenándole perseguir a su propio hermano, algo
que fue impedido por otro alto militar allí presente.
Más luego apresarían y darían muerte a Eugenio Blanco
padre de Enrique Blanco, ciudadano ejemplar querido y respetado. Fue lanzado en
el trayecto de Puerto Plata a la altura de la desembocadura del rio Gen en
Gaspar Hernández, con los pies y manos con una pesa encima para que siempre
fondearan el mar.
Al encontrarse la reconexión telefónica apareció la
cédula del Individuo que Enrique Blanco había mandado a cortar los cables, el
individuo delato los nombres de los acompañantes de Enrique Blanco en el
asesinato del sargento Teodoberto Blanco Castro.
Todos fueron capturados y llevados a la fortaleza San
Felipe, donde el capitán Arturo Mañe supo respetar sus integridades físicas,
pero al amanecer, en la loma Isabel de Torres, el Capitán Andújar al llegar a
la sección La Ermita, fusiló a 12 de los presos y otros ocho en Boca de Gen.
Lo que fue sin duda un vil genocidio.
Enrique Blanco se veía cada vez más acorralado, su
fuera y movimiento se veían perdiendo imposible de vulnerar sabia la gravedad
de su caso tenía tres Alternativas:
1) Hacerle Frente al enemigo
2)Entregarse
3)Suicidarse.
La primera ni la segunda serian jamás parte de su
caso, puesto que en varias ocasiones había dicho que no lo haría. “Yo no me
entregaré, de eso puede estar seguro” mientras mostraba sus pies hinchados, “Quizás
sea la última vez que nos veamos don Juan, así que mientras tanto, barriga jalta,
corazón contento”. Así contó Juan Ramón Ramos del que era su amigo de infancia
que le había dicho días antes de su desenlace.
Así fue como el 24 de noviembre de 1936, Enrique
Blanco tomo su revolver, su inseparable amigo y se suicidó dándose un balazo en
la sien derecha, a las 11 de la noche en la sección Aguacate Arriba, dándole la
instrucción a un joven campesino de nombre Delfín Álvarez García para que
cobrara la recompensa de su muerte.
Delfín Álvarez dio su versión al señor Enemencio
Bencosme alcalde de la sección Aguacate Arriba "le había disparado en la
sien derecha mientras Enrique Blanco dormía un placido sueño en la finca de don
Fife" luego le enseño el revolver que portaba Enrique Blanco con el cual
según el le había dado muerte.
Decidió ir con el joven héroe, acompañado de moradores
del lugar, entre los cuales iba su esposa y un grupo de tropas comandadas por
el sargento Peralta al que apodaban "la liza"; luego se le unió un
capitán con la odiosa fama de crueles para ir al lugar.
El cadáver de Enrique Blanco fue trasladado a la
comandancia del Ejército Nacional en la ciudad de Moca, donde lo esperaron
miles y miles de espectadores, y fue paseado en macabra exhibición por las
calles de Santiago, donde las personas con los rostros compungidos se reunieron
al sepelio.
El 25 de noviembre de 1936, la camioneta que exhibió
su cuerpo llegó a la sección del ingenio Arriba. Militares reclutaron a varios
hombres que, sin mortaja ni ataúd, tiraron su cadáver a la fosa.
Así termino la existencia del hombre más temido,
respetado, odiado y admirado Rafael Enrique Blanco Sosa
En 1978 por diversas construcciones que empezaron a
erigirse los restos de Enrique Blanco fueron recogidos y expuestos en una mesa
envuelta en la bandera nacional como homenaje a quien fue considerado uno de
los primeros luchadores Antitrujillistas.
Un incidente se produjo al momento de dar cristiana
sepultura a sus restos en el municipio de tamboril cuando el comandante
regional del Ejercito y el fiscal de Santiago en ese entonces trataron de
arrebatar los despojos fúnebres a los ciudadanos que incluso los calificaron de
santo.
Enrique Blanco fue sepultado en el cementerio de
Tamboril, pero años más tarde su tumba fue desaparecida para dar paso a una construcción
y solo queda el recuerdo de este hombre cuyas hazañas son narradas en un
merengue a su honor que le compuso el maestro puertoplateño Wilfrido Vargas que
se titula “Enrique Blanco fue el conquistador de la montaña”
Texto: Henry Espinal
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