El suicidio de Don
Antonio Guzmán Fernández, presidente de la República, hace hoy 40 años
El suicidio del
presidente Antonio Guzmán, fue un suceso traumático para la sociedad
dominicana, acontecido aquella noche del 3 de julio de 1982, terminando con su
vida en la madrugada del día 4.
Muchas son las
teorías de por qué tomó la trágica decisión de privarse la vida, aunque la
mayoría de ellas, giran en torno a Sonia Guzmán Klang, una de las dos hijas del
gobernante, siendo la otra Lillian Guzmán viuda Casanova (procreada en una
primera relación).
Otras teorías
apuntan a la animadversión del doctor Salvador Jorge Blanco con Antonio Guzmán,
fruto de su oposición a la Fórmula Guzmán propuesta por Juan Bosch, para
superar la guerra fratricida de 1965.
No era de
imaginarse que eso aconteciera, porque Salvador y Aníbal Campagna García eran
los abogados de los intereses de Antonio Guzmán en sus fincas de Bobita, Jamao,
Cotuí y Bohío Viejo.
Dicha teoría
identifica ese tiempo como el origen de esas diferencias que marcaron desde
entonces a los dos políticos y que adquirió dimensiones muy subidas cuando se
produjo la derrota de Salvador en la IX Convención del PRD en noviembre de 1977
en la Asociación de Comerciantes Detallistas de la capital y Salvador vociferó
juicios de valor tan innecesarios como inciertos en desmedro de Antonio Guzmán.
Esas diferencias,
que nunca debieron suceder, se profundizaron cuando, siendo Antonio Guzmán
presidente de la República y Salvador presidente del Senado, éste impidió el
flujo crediticio internacional, vital para construir obras de infraestructura, un
acto injustificado y censurable suyo, idéntico a no respaldar la candidatura
presidencial de Jacobo Majluta frente a la del doctor Joaquín Balaguer en 1986,
y cuyos percances posteriores en su contra, no se hicieron esperar.
Antonio Guzmán ganó
las elecciones del 16 de mayo de 1978 al doctor Balaguer con 856,084 votos
contra 698,273, un margen de 107,811 luego de 12 años de despotismo ilustrado,
crímenes, presos políticos, deportados políticos, torturas a políticos y
corrupción escandalosa.
Ese hecho histórico
identificó a Antonio Guzmán como el segundo jefe de Estado que era rico antes
de asumir el Solio Presidencial y el otro fue Juan Isidro Jimenes Pereyra el 15
de noviembre de 1899 y el 5 de diciembre de 1914, dos veces.
La vida empresarial
privada de Antonio Guzmán tuvo un notable y temprano éxito, como ejecutivo de
la firma holandesa Curazao Trading Co. por su inteligencia, trabajo, educación,
trato humano y tiempo y cómo su antiguo condiscípulo en La Vega, entonces
candidato presidencial en 1962, profesor Juan Bosch, lo sonsaca para que
ingrese a la política.
Los motivos del
suicidio
Guzmán cayó en un
complejo estado depresivo, proveniente de los frentes abiertos que denunciaban
supuestas corrupciones que nunca se establecieron en los tribunales de
justicia, así como el cúmulo de inconvenientes y acusaciones que Antonio Guzmán
tuvo que manejar, sortear y superar, así como procurar ayuda psicológica
profesional y campear las avalanchas de críticas que se arremolinaron en torno
a su gobierno.
En todas las
instancias del Gobierno, el innegable nepotismo en que incurrió, porque
interpretó que así eran mejor vigilados todos los flancos, fueron decisiones
que a la postre no resultaron óptimas ni recomendables.
El asfaltado de la
carretera que cruza frente a su finca de Bobita en MTS, decidida por el titular
de Obras Públicas, ingeniero Elpidio Ortega, aunque Sonia explicó que el tramo
comprendió el cruce de San Víctor hasta el cruce de Sabaneta de Yásica, el
escándalo del IDSS fue motivo de depresión para él.
A esto debemos
sumarle, la advertencia hecha por Jorge Blanco, presidente electo ya, al
respecto de que procesaría judicialmente a Don Antonio y a sus allegados, por
los supuestos actos de corrupción cometidos durante su gestión.
Tras su último
viaje a Juan Dolio, el presidente Guzmán se dirigió a su despacho donde estuvo
revisando y organizando algunos documentos, y para sus asistentes y militares
era extraño que el mandatario se notara tan solitario y callado.
Pocos minutos
después de las 8:00 de la noche llamó a su despacho al secretario de las
Fuerzas Armadas, general Mario Imbert McGregor, quien en ese momento se
encontraba en Constanza, así como al coronel Braulio Álvarez Guzmán, quien,
acompañado del coronel asistente policial Pimentel Castro, entró al despacho.
Cuentan que apenas
cruzaron palabras y que a todos les resultó sumamente extraño la forma callada
y reservada del presidente.
Como el presidente
Guzmán no acostumbraba a quedarse en Palacio hasta tan tarde, sobre todo días
como los sábados en que compartía con su familia, la primera dama Reneé Klang
llamó desde la casa presidencial de Juan Dolio para saber las causas de la
tardanza.
Su yerno, José
María Hernández, le respondió que aún el mandatario se encontraba en su
despacho y que estaban a punto de salir.
La costumbre para
la salida era que sus asistentes militares tocaran el timbre para avisar a la
escolta que “la persona” estaba por salir. Cuando tocaron el timbre de
inmediato se escuchó un disparo. A los pocos segundos el coronel Pimentel
anunció que el presidente se había hecho un disparo a la cabeza. “El presidente
se pegó un tiro”, dijo.
Ante la tragedia, su yerno José María salió a buscar a su esposa Sonia y su suegra Reneé Klang, mientras los militares y Ramón Oscar volaban en la limusina camino al hospital militar de las Fuerzas Armadas Enrique Lithgow Ceara (El Marión), donde el presidente falleció.
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