Francisco del Rosario Sánchez. Fusilado hace hoy 161
años.
Nació el 9 de marzo de 1817, durante los últimos
años del período colonial conocido como la “España Boba”.
Fue el primer hijo de la unión de Narciso Sánchez, hombre
trabajador e inteligente, tablajero de profesión y Olaya del Rosario de Belén,
ambas personas de color. En el acta bautismal de Olaya del Rosario aparece como
“parda libre”, lo que implica su ascendencia africana.
Cuando se unió a Narciso ya era madre de un hijo a
quien su compañero le dio su apellido. Francisco nació antes de que sus padres
contrajeran matrimonio.
Tanto Narciso como Olaya se preocuparon por la
educación de sus hijos, aunque, sólo Francisco logró destacarse y ya a los
veinte años era un hombre de sólida formación intelectual que se hacía notar
entre la juventud de su época.
No se conoce cuando comenzó su relación con Juan
Pablo Duarte, pero el hecho de que no figuró entre los fundadores de la
sociedad secreta “La Trinitaria” en 1838, hace pensar que se conocieron después
de esa fecha.
De todas formas, al ampliarse los trabajos de esa
organización patriótica Sánchez se convirtió en un Trinitario en quien Duarte
confiaba plenamente.
Sánchez se entregó en cuerpo y alma a la causa independentista,
participando activamente en cuantas actividades reclamaban su apoyo y su
presencia. Al desatarse la insurrección la noche del 27 de febrero de 1844,
Sánchez pudo salir del escondite donde permanecía para burlar la persecución a
que estaba sometido e hizo acto de presencia en la Puerta de El Conde,
entusiasmando a los conjurados con una ardorosa arenga.
El 28 y bajo la presidencia de Tomás Bobadilla,
integró una Junta de Gobierno compuesta además por Joaquín Puello, Remigio del
Castillo, Manuel Jiménez y Matías Mella. El 8 de marzo, esta junta se dirigió
al Cónsul francés, ofreciéndole a Francia, a cambio de ayuda, la península y la
bahía de Samaná. Sánchez firmó la carta.
Se establecieron claramente dos tendencias
políticas. De un lado se encontraban los proteccionistas o conservadores que
contaban con la simpatía del Cónsul francés y el apoyo de Pedro Santana, y por
el otro, estaban los independentistas radicales, con Duarte a la cabeza.
Cuando Matías Mella lanzó en el Cibao la
candidatura de Juan Pablo Duarte para la presidencia de la República, Sánchez
se opuso, considerándolo inoportuno. Esto casi coincidió con la marcha de Pedro
Santana al frente de sus tropas hacia la capital de la recién nacida Republica,
con el fin de asumir el mando político. Logró su propósito y creó una nueva
Junta que el 22 de agosto declaró a Duarte, Pina, Juan Isidro Pérez y Francisco
del Rosario Sánchez, entre otros, traidores a la Patria, condenándolos al destierro.
Así se impuso la tendencia proteccionista.
Sánchez regresó al país acogiéndose a la amnistía
de los expatriados durante la administración de Manuel Jiménez y tras surgir
Buenaventura Báez como presidente, se vinculó a él. Tras el derrocamiento de Báez
por Pedro Santana, Sánchez se puso a su servicio, olvidando que había ordenado
el fusilamiento de su tía María Trinidad Sánchez y de su hermano Andrés.
En 1855 Sánchez da un nuevo viraje y se coloca a
favor de Báez, cuando éste alcanzó por segunda vez la presidencia de la
República. En 1857 nuevamente se relaciona con Santana, aunque por breve
tiempo.
Cuando Santana produjo la anexión del país a
España, Sánchez condenó la acción y se lanzó una vez más a la lucha armada para
evitar la consumación del propósito.
Invadió la República por la zona fronteriza sureña,
pero víctima de una traición, fue hecho prisionero por las tropas de Santana y
juzgado en San Juan de la Maguana por un Consejo de Guerra el 3 de julio.
Pidió que su defensa estuviese en manos de
oficiales españoles, pero no fue complacido. Tuvo la entereza de asumir la
responsabilidad total de los acontecimientos.
Fue condenado a muerte y, herido como se encontraba
e imposibilitado para caminar, Sánchez fue llevado en silla de manos al lugar
de la ejecución, demostrando hasta el momento de morir un gran valor.
El cumplimiento de la sentencia estuvo a cargo del
general Abad Alfau Sánchez. Fue ejecutado el 4 de julio de 1861.
La vida de Sánchez puede ser dividida en tres
periodos: el pre-independentista donde se destacó como un discípulo de Duarte,
abrazando el nacionalismo integral y el liberalismo de su maestro; el de la
primera república, donde dio la espalda a estos principios dando muestras de
inconsecuencia política puesto que sirvió tanto a Báez como a Santana, a
sabiendas de que ambos perseguían el coloniaje, y por último cuando vuelve por
sus viejos lauros para morir como un héroe en la defensa del ideal patrio.
Es claro que, aunque cometió graves errores en
diferentes momentos, su destino final lavó el recuerdo de una gran parte de
ellos.
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