La rebelión de Roldán en 1498. Interesante lectura
A las rebeliones de Bernal Diaz de Pisa y de Pedro de
Margarit hay que sumar una nueva, y tan sólo en 5 años de gobierno de los
Colón. Esta vez fue una persona de confianza de Cristóbal Colón, Don Francisco
de Roldán, natural de Torredonjimeno (Jaén-España). Trabajó en su servicio
doméstico durante muchos años, y poco a poco gracias a su astucia y dedicación
fue ocupando distintos cargos, siempre bajo el paraguas protector del
almirante, hasta llegar al tercer cargo más importante entre los españoles de la
isla: alcalde mayor de la española.
En 1497 la situación en la Isabela era desastrosa, llevaban más de un año sin recibir víveres y no había noticias del almirante ni de ningún barco español. Tras el disgustado regreso de Boyl y Margarit se pensó que las acusaciones de éstos contra Colón habrían provocado su condena y su más que probable ejecución. Con más razón pensando en las pesquisas que hizo el juez Juan de Aguado en las que el almirante no quedaba muy bien parado.
En la isla estaban al frente el adelantado Bartolomé
Colón como gobernador y Francisco Roldán como alcalde mayor de la española. La
forma de llevar las cosas y la dureza con que trataba a los españoles levantó
muchas protestas y desencantos. Ante este estado de cosas Roldán comenzó a
recabar la opinión de distintas personas de su confianza con la idea de salir
de la isla lo antes posible o por lo menos de emprender medidas que mejorasen
la situación, siendo una de las primeras la de retirar del poder a los Colón.
El detonante de la rebelión fue la solicitud de Roldán
de reflotar una carabela que habían sacado del mar los Colón en la Isabela,
probablemente como medida de precaución para que no fuera tomada por los
rebeldes, y así volver a Castilla. Diego Colón denegó la petición argumentando
que el buque no tenía cuerdas ni el equipo necesario para el viaje. Lo curioso
es que dicho barco acababa de regresar de Xaragua de recoger el tributo
(algodón y cazabe) de Behechio y de transportar estas mercancías hasta la
Isabela. Esta situación de encierro y de no poder salir de la isla les
convenció definitivamente de que había que hacer algo. Diego Colón se los quiso
quitar de encima enviándoles a la Vega para exigir un tributo a unos indios que
se negaban a pagarlo. Para Roldán ésta fue la excusa perfecta para perderse por
la isla y buscar apoyos.
Estos apoyos los buscó entre los indios prendiéndoles
que si se aliaban con ellos les quitaría el tributo que les habían impuesto.
También recorrió los distintos fuertes construidos por los españoles ofreciéndoles
un cambio en la isla. Donde más insistió fue en la fortaleza de la Concepción,
la más fuerte y mejor situada, cuyo gobernador, Miguel Ballester, no le
permitió la entrada y no quiso escucharle. Despachó varias notas a la Isabela
para que el adelantado fuese en su ayuda a pesar de que Roldán tan sólo fue a
negociar con él y no a luchar.
Al llegar Bartolomé Colón envió un mensaje a Roldán
invitándole a reunirse con él en la Concepción. La entrevista tuvo lugar desde
la ventana del fuerte. En ella éste le expuso sus razones para rebelarse contra
el poder de los Colón: hambre, pobreza y maltratos. El adelantado le convidó a
entregarse a las leyes castellanas y a la fidelidad a los Reyes Católicos. Pero
Roldán le contestó que él y sus seguidores no se habían levantado contra la
autoridad real ni las leyes de Castilla sino contra unos malos gobernantes que los
llevaban a la ruina y a la muerte.
En vista del desacuerdo Roldán partió hacia Xaragua
donde establecerían su residencia hasta ver qué se podía hacer, aunque
previamente pasaron por la Isabela en donde se hicieron con armamento, enseres,
alimentos y ganado que los Colón guardaban en sus almacenes. Marcharon y en su
camino fueron obteniendo numerosos apoyos entre los caciques locales.
Pero un hecho inesperado iba a cambiar el rumbo de las
cosas: la llegada a Santo Domingo de los dos barcos comandados por Pedro
Hernández coronel que habían partido de Cádiz antes de que Colón pudiese salir
en su tercer viaje y que transportaban alimentos, soldados y, lo más importante,
noticias de España y del almirante.
Las dos carabelas al mando del capitán Pedro Hernández
coronel llegaron a Santo Domingo el 3 de febrero de 1498. Traían algo que todos
los españoles necesitaban desde hacía tiempo: noticias de Castilla. Y éstas supusieron
el reforzamiento de la autoridad del adelantado con confirmación de su título y
poder, saber que el almirante también había salido momentáneamente bien parado
de las acusaciones que iban llegando desde la isla, la certificación de que
estaba muy próximo su regreso a la española, víveres, municiones y tropas.
Con estos argumentos intentó Bartolomé negociar de
nuevo con Roldán prometiéndole, a través de Hernández coronel, el perdón si
volvía bajo su disciplina, pero el alcalde mayor no se fiaba y rechazó tan
lisonjeras propuestas. Le respondió que tan sólo obedecería al almirante cuando
llegase a Santo Domingo. Bartolomé Colón entró en cólera y partió hacia Jaragua
para convencer a sus seguidores de que le abandonasen, pero por el camino se
encontró con más problemas, sus tropas fueron atacadas por el cacique Guarionex
así como la fortaleza de la Concepción. La des-coordinación del ataque
indígena contra el fuerte puso en alerta a los soldados del reducto y
consiguieron repelerlas. Guarionex huyó con su familia y sus más cercanos
colaboradores hacia las montañas de Ciguay, donde solicitó ayuda y acogimiento
al cacique local, Mayonabex, que encantado le aceptó, pero no sabía que estaba
cometiendo un grave error, ya que esta huida hizo que Bartolomé Colón acudiese
a su zona al nordeste de la isla provocándose un nuevo enfrentamiento con los
indios que terminó con el encarcelamiento de ambos caciques y la destrucción de
sus poblados.
Mientras tanto Roldán se encontró de repente con la
fortuna cuando en la Jaragua observaron que tres carabelas navegaban cercanas a
la costa y parecían perdidas o con ciertas dificultades para navegar. Al
principio pensaron que quizás les estaban buscando para apresarles, pero
enseguida percibieron que no era así, sino que estaban buscando el puerto de
Santo Domingo.
Se trataba de las tres carabelas que capitaneadas por
Alonso Sánchez de Carvajal se habían separado del convoy de Colón en las Islas
Canarias mientras éste continuaba navegando hacia el sur en busca de las islas
de Cabo Verde. Roldán les recibió y no les contó nada de la rebelión, pero a
los pocos días el secreto no pudo ser guardado y descubrieron el embrollo. De
los tres capitanes dos marcharon a Santo Domingo, Arana y Juan Antonio Colombo,
pariente del almirante, y Carvajal se quedó para tratar de convencerlos de que
depusiesen su actitud, pero no lo consiguió, los rebeldes se mantuvieron firmes
en su plan de justificarse y negociar únicamente con el almirante.
A finales de agosto de 1498 Cristóbal Colón, tras un largo
viaje por el norte del continente sudamericano, llegó a Santo Domingo. Fue
recibido por su hermano y le informó de lo acaecido en esos dos largos años en
los que el almirante había estado fuera. Le puso al corriente de la rebelión de
Roldán y de su establecimiento en la Jaragua. A Colón le sorprendió ver que no
habían llegado las tres carabelas de Carvajal, aunque casi mejor que no
hubiesen llegado.
La primera reunión importante tuvo lugar en la
Concepción con Miguel Ballester al que Roldán exigió la liberación de los
caciques apresados y de los indios que iban a ser llevados a España como
esclavos, así como que tan sólo aceptaría como intermediario a Sánchez de
Carvajal, rectificando sobre su intención de reunirse con Colón personalmente.
Este cambio de rumbo desconcertó a Colón que
inmediatamente ordenó a todos los habitantes de Santo Domingo se presentasen
armados para pasarles revista y así, de primera mano, conocer de qué efectivos
disponía para un posible enfrentamiento militar con Roldán. Esta llamada a
revista fue interpretada por los colonos, con toda razón, como que se estaba
preparando una misión contra Roldán a lo que prácticamente todos se opusieron y
con variadas escusas rehusaron alistarse, quedando las tropas en un número
aproximado de cuarenta hombres, mientras que Roldán podría disponer de más de
doscientos efectivos, que no paraban de aumentar, además de las tribus indias
que se quisiesen aliar con ellos.
Colón rápidamente se dispuso de muy buen talante a
negociar antes de que la situación empeorase más para sus intereses.
Finalmente, tras un tenso carteo Roldán acudió a Santo
Domingo a reunirse con el almirante, así lo hicieron y tras otras varias
reuniones y cartas completaron unas capitulaciones por las que Colón se
comprometía a:
– Armar en dos semanas un par de buques para que los
rebeldes que lo deseasen volviesen a España.
– Un certificado de buen comportamiento para todos.
– Cobro de todas las pagas impagadas hasta el día del
embarque.
– Podrían llevarse consigo a sus mujeres indias al
igual que sus hijos, que serían hombres libres.
– Regalo de varios esclavos por persona.
Estas capitulaciones fueron firmadas el 16 de
noviembre de 1498 por Roldán y el 21 en Santo Domingo por Colón. Sin embargo,
el almirante escribió una carta dirigida a los Reyes Católicos manifestando
todo lo contrario, sobre todo en lo referente al buen comportamiento de los
rebeldes, y que debía de ser llevada a España por alguien de confianza para que
fueran sometidos a la justicia. Algo tramposo el señor almirante.
Esta fue la primera gran derrota de Cristóbal Colón en
la isla española frente a las rebeldías de los propios españoles. El mal
gobierno, las injusticias, los maltratos de los que fueron víctimas y la
sensación de verse abandonados en aquel supuesto paraíso del que le hablaron
en Castilla no les dejaron otra alternativa.
Pero iban a producirse nuevas sorpresas, si las
capitulaciones fueron firmadas a mediados de noviembre las carabelas prometidas
en las capitulaciones no llegaron a donde se encontraban los rebeldes hasta
finales del mes de marzo del año siguiente y en bastante mal estado debido a
una serie de tempestades que sufrieron. Esto fue considerado por los seguidores
de Roldán como un incumplimiento de la capitulación y rehusaron regresar a Castilla.
Habían cambiado de opinión.
Como comentaba en la entrada anterior, los seguidores
de Roldán quedaron a la espera en la Xaragua de las carabelas prometidas por el
almirante para regresar a Castilla, pero fueron pasando los meses y no llegaron
hasta abril de 1499. Dicha tardanza fue debida a una serie de tempestades con
las que se encontraron en su camino desde Santo Domingo, lo que les dio tiempo
para replantearse muchas cosas y finalmente decidieron quedarse en la isla y no
volver a España. Además, el mal estado de las naves precisamente no le invitaba
a ello haciéndoles sospechar que Colón quería hundirles en medio del Océano.
Se organizó una reunión con Colón para llegar a un
nuevo acuerdo. Se encontraron en Azúa, villa situada a mitad de camino entre
Xaragua y Santo Domingo. El almirante envió varias cartas a España en las que
contaba todo lo que estaba ocurriendo con Roldán y su lucha por pacificar la
isla, pero tan sólo recibió una fría respuesta del obispo Fonseca en la que se
le anunciaba el envío de un juez para analizar la situación y tomar las medidas
pertinentes. El crédito de Colón volvía a estar por los suelos en España, ya no
se fiaban de sus testimonios y tenían que recurrir a otros para conocer de
forma subjetiva lo que ocurría, tal y como ya se había hecho con Juan de Aguado
La reunión entre Roldán y Colón tuvo lugar en la bahía
de Ocoa a bordo de una carabela del almirante frente a las bellas costas del
sur de la española y se llegó al siguiente acuerdo:
– Libre elección de los rebeldes de regresar a España
cuando quisiesen, pero siempre en flotas normales, no en barcos preparados
únicamente para ese cometido (no vaya a ser que les ocurriese algo).
– Concesión de tierras de cultivo a los partidarios de
Roldán en vez del sueldo real, que no llegaba nunca.
– Retirada de todos los cargos contra Roldán.
– Restitución de Roldán como alcalde mayor.
– En caso de incumplimiento de estos preceptos Colón
estaría sometido a la justicia de Roldán.
Es decir, los rebeldes querían llevar a cabo una forma
de vida más adecuada y conforme a lo que les habían prometido, poder cultivar
sus propias tierras para generar riqueza y desarrollar la zona.
Con la recuperación del puesto de alcalde Mayor de
Roldán, la satisfacción de las necesidades de sus seguidores y la vuelta a
España de algunos de ellos se puso fin a esta rebelión que no hizo sino
impartir algo de justicia al mal gobierno y los excesos de los Colón sobre los
engañados colonos.
Texto: Historia del Nuevo Mundo
No hay comentarios:
Publicar un comentario