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enero 11, 2022

Eugenio María de Hostos y Bonilla

 

Eugenio María de Hostos y Bonilla, “El Ciudadano del Mundo”. Educador, filósofo, sociólogo y escritor puertorriqueño. Uno de los más grandes hombres de Latinoamérica del siglo XIX. Conmemorando el 183 aniversario de su nacimiento.



Eugenio María de Hostos nació el 11 de enero de 1839 en la hacienda Río Cañas, uno de los partidos de la jurisdicción de Mayagüez, en Puerto Rico.

Fueron sus padres Eugenio de Hostos y Rodríguez y María Hilaria de Bonilla y Cintrón. Recibió educación primaria en el Liceo de Puerto Rico. En 1852 su familia lo envió a Bilbao, España, a continuar estudios. Se graduó en el Instituto de Educación Secundaria bilbaíno, y a continuación se matriculó en la Universidad Central de Madrid, en la que estudió Derecho y también Filosofía y Letras.

Tuvo como maestro, entre otros, al filósofo krausista español Julián Sanz del Río, y como compañeros al político y filósofo Nicolás Salmerón, al jurista, pensador, historiador, catedrático y político Gumersindo Azcárate y al filósofo, pedagogo y ensayista Francisco Giner de los Ríos. Pronto comenzó a interesarse en la política, tomando partido decidido a favor de la constitución en España de una república federal.

Desde su adolescencia, Hostos se aplicó a una continua reflexión cuyos más tempranos fueron sus notables diarios y sus novelas de juventud.

En 1862 falleció su madre en Madrid. Hostos viajó a Puerto Rico y regresó a España al año siguiente. Allí publicó la novela “La peregrinación de Bayoán” –para dar a conocer al pueblo español la penosa situación colonial de Cuba y Puerto Rico-, y, en 1867, el ensayo Romeo y Julieta. Participó activamente en la Sociedad Abolicionista de la Esclavitud y en el Ateneo de Madrid.

Desde el periodismo luchó intensamente por la abolición de la esclavitud y por las reformas autonómicas que prometía el liberalismo español para Cuba y Puerto Rico. En 1865 escribió una carta al periódico La Iberia, en la que denunciaba la sangrienta represión por las revueltas estudiantiles de “La noche de San Daniel”, ocurrida el 10 de abril en aquella ciudad.

Cuando estalló en Cádiz la revolución de septiembre de 1868, en oposición al régimen de la reina Isabel II, Hostos dio a conocer, en el diario madrileño La Voz del Siglo, un extenso artículo titulado “España y América”, en el cual se solidarizó con el movimiento a favor de los derechos individuales y la soberanía nacional para España y sus dominios.

Después del triunfo de los republicanos españoles del 8 de octubre de 1868, Hostos rechazó una oferta para el cargo de Gobernador de Barcelona. El 20 de diciembre siguiente pronunció en el Ateneo de Madrid una conferencia en que impugnaba el régimen colonial que España mantenía en las Antillas, y anunciaba su rompimiento con el Gobierno en solidaridad con la revolución cubana, que había estallado el 10 de octubre del mismo año.

Cuando se adoptó en 1869 la nueva constitución española, que no extendió a Puerto Rico y Cuba los derechos ciudadanos propios de una república federada, Hostos abandonó España para no regresar nunca más. Viajó a Nueva York (Estados Unidos) con el fin de integrarse a los preparativos de lucha armada por la independencia que organizaban en esa ciudad los emigrados de ambas Antillas. Cuando observó que algunos líderes del movimiento independentista en la emigración se afiliaban al anexionismo a los Estados Unidos, Hostos emprendió un viaje a Suramérica para recabar apoyo a la causa de la libertad antillana, en su calidad de delegado de la Junta Revolucionaria Cubana, cargo en el que fue nombrado en 1871. En su periplo visitó Colombia, Panamá, Perú, Chile, Argentina y Brasil. Logró la aprobación por el Congreso colombiano de una ley en beneficio de la emigración cubana. En Panamá, donde habían comenzado las obras para construir un canal interoceánico, propuso que se hiciera de él una zona neutral, pero latinoamericana y libre de pretensiones de dominio imperialistas.

Residió en Perú algunos meses, durante los cuales publicó asiduamente en varios órganos de prensa, y en particular en La Patria, numerosos ensayos que son IMPORTANTES documentos protosociológicos en que propone la legitimidad del mestizaje, con modelo en el cholo, quien recuerda al jíbaro. Fundó, en unión del peruano Joaquín Capelo, la sociedad Amantes del Saber, destinada a fomentar un ámbito para la cultura en la capital peruana. También fue ardiente defensor de los derechos de los trabajadores chinos, brutalmente explotados.

En su recorrido por Argentina y Chile, proyectó un mercado común suramericano y un ferrocarril transandino. Más tarde, cuando la línea férrea fue por fin construida, la primera locomotora que cruzó los Andes llevó su nombre.

En 1874 regresó a Nueva York, donde dirigió La América Ilustrada. Más tarde viajó a Santo Domingo, donde se hizo cargo del periódico Las Tres Antillas.

En Chile se desempeñó como profesor en la Universidad Central, y alcanzó notoriedad con una serie de conferencias a favor de la igualdad de derechos para la mujer y de su acceso a la educación plena y a la instrucción científica.

Al ser nombrado Rector del Liceo de Chillán (Chile), el 18 de abril de 1888, Hostos se empeñó en incorporar a la educación chilena el concepto de sistema educacional concéntrico o evolutivo. En 1890, y en virtud de su ejecutoria como Rector del Liceo de Chillán, el presidente Manuel Balmaceda y el ministro de Justicia e Instrucción Pública Julio Bañados Espinosa fundaron en Santiago de Chile el Liceo Miguel Luis Amunátegui, y nombraron como su primer Rector a Eugenio María de Hostos. Con el nuevo centro se ampliaban las fronteras y capacidades de intervención social del educador puertorriqueño. En ese período, además, asumió la cátedra de Derecho Constitucional de la Facultad de Leyes de la Universidad de Chile y tomó parte activa, desde allí, en la conformación de un sistema para la enseñanza de la sociología en su propio país, que, finalmente, se transformaría en la segunda Cátedra de Sociología creada a nivel mundial, que tuvo su sede en la Universidad de Puerto Rico.

El 9 de julio de 1877 Hostos contrajo matrimonio en Caracas (Venezuela) con Belinda Otilia de Ayala, natural de La Habana, hija del Dr. Filipo Carlos de Ayala y de Guadalupe Quintana.

Eugenio María Hostos fue un notable polígrafo. Escribió para sus hijos los cuentos “El barco de papel”, “La primera oración”, “Mai-lla”, “El primer acceso”, “La recaída” y “La beata”.

En 1873 escribió “Juicio crítico de Hamlet”. En 1881, por encargo del Gobierno de la República Dominicana, publicó el opúsculo Los frutos de la Normal, exposición de metodología pedagógica. En 1883 vio la luz su Tratado de sociología; Lecciones de derecho constitucional, en 1887, y al año siguiente Moral social, obra que lo erigió en uno de los más notables estudiosos de esta materia en el siglo. Su Ensayo sobre la Historia de la lengua castellana y la Historia de la civilización antigua fueron concebidos en 1894; en 1896, Geografía evolutiva, así como Cartas Públicas acerca de Cuba. En 1899 apareció El caso de Puerto Rico.

La guerra por la independencia de Cuba que encabezó José Martí en 1895 colocó a Hostos nuevamente en campaña. En 1898, cuando estalló la Guerra Hispano-estadounidense, renunció a su rectorado del Liceo Amunátegui y a sus cátedras y tareas periodísticas y, luego de pasar por Caracas, arribó a Nueva York y organizó la Liga de Patriotas, de la cual es nombrado presidente. Ese mismo año llegó a Puerto Rico, fundó en Juana Díaz el Primer Capítulo de la Liga de Patriotas y el Instituto Municipal con la finalidad de educar al pueblo puertorriqueño en el conocimiento de sus nuevos derechos bajo la Constitución federal norteamericana, particularmente el derecho a reclamar un plebiscito. Participó, junto a Julio Henna, Rafael del Valle y Manuel Zeno Gandía, en la comisión delegada por el movimiento independentista de Puerto Rico para ventilar ante el presidente norteamericano William McKinley y el Congreso estadounidense los intereses y necesidades de la isla. Pero su esperanza de un Puerto Rico independiente se frustró cuando el gobierno federal decidió, con la ley Foraker de 1900, convertir la isla en una colonia.

Eugenio María de Hostos murió en República Dominicana el 11 de agosto de 1903, a la edad de sesenta y cuatro años. Sus últimos deseos habían sido morir en Santo Domingo, y que sus restos fueran trasladados a Puerto Rico cuando su isla natal fuera libre. Hasta hoy, su cuerpo está depositado en el Panteón de los Héroes Nacionales, en Santo Domingo.

La Octava Conferencia Internacional Americana, llevada a cabo en 1938, honró a Eugenio María de Hostos con el título de “Ciudadano de América”, por haber entregado su vida a la lucha por la emancipación de su patria, por la unidad de las Antillas y de América Latina toda.

Texto: ELCARIBE

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