La masacre del Parque Independencia en 1962
Al mediodía del 16 de enero de 1962, comienzan a concentrarse en el parque Independencia grupos reclamando la renuncia de Balaguer y la salida de su jefe militar. Bocinas colocadas en el local de la Unión Cívica difundían arengas, música y discursos del presidente de esa organización, el Dr. Viriato Fiallo. Más contingentes humanos se suman a la protesta popular, en la medida que se conoce lo que está pasando.
Los gorilas de la base aérea de San Isidro y los
funcionarios trujillistas que aún estaban en el Palacio Nacional ordenan
reprimir la manifestación. Por el tipo de contingente que se envía, cinco
tanques de guerra AMX y cinco carros de asalto con potentes ametralladoras,
desde un principio quienes impartieron la orden sabían cuál sería el desenlace.
Efectivos militares con ametralladoras, completaban la formación militar. El
entusiasmo de la multitud es ahogado por el ruido de las diez pesadas unidades
blindadas, las cuales se despliegan casi en medio de los manifestantes. El teniente
coronel Manuel A. Cuervo Gómez, comandaba la tropa.
Superada la sorpresa inicial la gente se reagrupa y vocifera contra la presencia militar. Varios correcorres, amenazas, rastrilleo de armas y uno que otro culatazo, caldea más los ánimos. Cuervo Gómez ordena que silencien las bocinas y tanto los manifestantes, como los que manejaban los micrófonos se oponen. El oficial instruye a varios militares que suban al segundo piso donde estaba la UCN, los cuales luego de intentar infructuosamente de ingresar por una puerta que estaba bloqueada, intentaban subir mediante una escalera.
En medio de este forcejeo, arriba al lugar de los
hechos el Dr. Rafael F. Bonnelly-vicepresidente del Consejo de Estado-quien
llama a la cordura de los presentes, a la vez que le dice al oficial que
detenga la operación contra la UCN. Recibe una negativa como respuesta. En esos
momentos uno de los militares que estaba en la escalera cae al suelo, momento
en que se inicia una balacera contra la multitud congregada. Los valientes
hombres de uniforme disparaban a sus anchas contra gente inocente y desarmada.
El saldo trágico son 5 muertos y numerosos heridos. Concluida
la masacre, el contingente sale hacia su base en San Isidro. Ya la misión había
sido cumplida. El “combate” resultó con una resonante victoria y ningún
efectivo militar resultó herido.
Quedaron para siempre tendidos en el suelo el
barahonero y dirigente político, Pío Varona y otros 4 ciudadanos, Los heridos
fueron trasladados a hospitales y clínicas. El dolor era inmenso.
Al conocerse en la ciudad capital el saldo trágico, la
multitud indignada incendió el cine Olimpia, propiedad de uno de los adulones
de Trujillo, algunos vehículos militares, así como la vivienda de la familia
del teniente coronel Cuervo Gómez, ubicada en la calle 19 de marzo. La gente
colocó barricadas y escombros en varias calles, por si retornaban los tanques.
El país estaba al borde de la guerra civil, aumentan
las presiones contra el “dúo malvado” y dentro del Consejo de Estado se
solicita de manera firme a Balaguer que renuncie inmediatamente.
En respuesta a las manifestaciones populares y a los
aprestos del grupo que lo repudia dentro del Consejo de Estado, Balaguer
organiza una asonada golpista y tras bastidores forma una Junta cívico-militar,
encabezada por Huberto Bogaert, e integrada por Armando Oscar Pacheco, Antonio
Imbert Barreras, Luis Amiama Tió, el Contralmirante Enrique Valdez Vidaurre, el
coronel EN, Neit Nivar Seijas y el Mayor Piloto, Wilfredo Medina Natalio.
La Junta establece el Estado de Sitio, la censura a la
prensa, el toque de queda y la conculcación de las libertades alcanzadas.
Algunos miembros del Consejo de Estado derrocado son mantenidos bajo arresto.
La prensa nacional el 17 de enero contenía diversos
comunicados amenazantes firmados por los títeres de opereta que integraban la
“Junta Cívico-Militar”. Rodríguez Echavarría también colocó un Comunicado donde
justificaba todo lo ocurrido, afirmando que ello se evitó una trama de
agitadores perversos y capitalistas con sus conciencias envilecidas por las
pasiones, los cuales habían ofrecido fuertes suma de dinero por cada arma que
se les despojara a los militares.
La reacción del pueblo fue inmediata. Una poderosa
huelga general paralizó el país. Varios ministros renunciaron y gran parte de
los empleados públicos del país, no acudían a sus labores. En medio de la
situación, el General Rodríguez Echavarría-el poder detrás del trono-dictaba
medidas atentatorias contra la democracia. La represión era el soporte de la
frágil dictadura de último recurso, creada por el Dr. Balaguer. Había una gran
tensión nacional.
Aislada y repudiada por todo el país, vista de mala
manera por los países democráticos del continente y hostilizada por la prensa
internacional, se desplomó en 48 horas, la última maniobra del trujillismo
activo en la República Dominicana. Rodríguez Echavarría fue apresado y el Dr.
Balaguer saltó la verja de la Nunciatura papal, situada al lado de su casa en
la Avenida Máximo Gómez. Una transmisión por radio y televisión le anunció al
pueblo dominicano la noche del 18 de enero de 1962, que la pesadilla, había
concluido. La nación se lanzó a las calles desbordada de entusiasmo. Se
formaron caravanas por todas partes. La gente se subió a los tanques de guerra
y los camiones de los militares que habían depuesto la pandilla usurpadora.
En Barahona esa misma noche se formó una caravana de
vehículos que recorría la ciudad tocando sus bocinas anunciando el
derrocamiento de la junta. El jefe de la base aérea local-apellidado Beauchamps
Javier-envió una patrulla a emboscar los alegres manifestantes, los cuales
recibieron ráfagas de ametralladoras, resultando muerto el Fiscal
Rafael-fello-Méndez y otros resultaron heridos.
Resulta paradójico que un barahonero es ametrallado al
comienzo de la Junta Cívico-militar en el parque Independencia y otro
compueblano es ametrallado en Barahona, al final de la intentona.
Un nuevo capítulo se abrió para el país a partir de
ese enero de 1962. Un nuevo Consejo de Estado-encabezado por el Dr. Rafael F.
Bonnelly- asume al poder. Su mandato concluye once meses después, al entregar a
Juan Bosch la presidencia el 27 de febrero de 1963.
Es bueno precisar que este Consejo encabezado por
Bonnelly tuvo ribetes de autoritarismo. Persiguió y deportó muchos dominicanos.
A algunos exiliados por Trujillo, se les mantuvo el impedimento de entrada al
país. Ese gobierno se manejó promoviendo un sentimiento ultra-antitrujillista y
hostigamiento al movimiento izquierdista, a intelectuales y a todos aquellos
luchadores por una auténtica democracia. Todos estos últimos el Consejo los
calificaba de comunistas. También resulta curioso que este equipo gobernante
que nació en medio de una verdadera masacre concluyó sus días haciendo su
propia masacre en Palma Sola.
Texto: Virgilio Gautreaux
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