Seguidores

diciembre 21, 2021

El Sermón de Montesinos

 

21 de diciembre de 1511, el Sermón de Montesinos.

El 21 de diciembre de 1511, el cuarto domingo de Adviento, subía al púlpito de la iglesia de los dominicos en La Española (Santo Domingo) fray Antón Montesino para pronunciar un memorable sermón, que se convertiría en una de las primeras y más radicales denuncias de los abusos de la conquista española en Abya-Yala y en un antecedente del pensamiento latinoamericano liberador.



Ha llegado hasta nosotros gracias a la profética e incisiva pluma de fray Bartolomé de Las Casas, que recoge lo sustancial de la prédica y las reacciones a la misma en el tercer libro de su Historia de las Indias (tomo II, M. Aguilar Editor, Madrid, s/f, páginas 385-395).

El sermón fue preparado por todos los miembros de la comunidad de Santo Domingo, quienes lo firmaron de su puño y letra para dejar constancia de la autoría colectiva y de la relevancia de tan decisiva pieza oratoria. Los dominicos lo habían preparado a conciencia a partir de sus propias averiguaciones sobre el "crudelísimo y aspérrimo cautiverio" al que los encomenderos españoles sometían a los indios en las minas de oro y otras granjerías, y tras escuchar numerosos testimonios sobre la "tiránica injusticia" y las "execrables crueldades" contra los nativos, tratados como animales "sin compasión ni blandura", y "sin piedad ni misericordia", según la descripción de Las Casas.

Tras tan concienzudo análisis de la realidad acordaron denunciar desde el púlpito el régimen de la encomienda por considerarlo contrario "a la ley divina, natural y humana".

El vicario Pedro de Córdoba encargó pronunciar el sermón a fray Antón Montesino, uno de los primeros dominicos en llegar a la isla, afamado predicador, hombre de letras, muy animoso, "aspérrimo en reprender vicios", "muy colérico en sus palabras" y "eficacísimo en sus frutos". El templo estaba a rebosar. Ocupaban los primeros puestos las principales autoridades coloniales, entre ellas el almirante Diego de Colón, hijo del conquistador. También estaba presente el clérigo Bartolomé de Las Casas, en su calidad de encomendero.

Ante un público tan cualificado, el predicador no tuvo pelos en la lengua y habló de esta guisa:

"Voz del que clama en el desierto. Todos estáis en pecado mortal y en él vivís y morís, por la crueldad y tiranía que usáis con estas inocentes gentes. Decid, ¿con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre aquestos indios? ¿Con qué autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes que estaban en sus tierras mansas y pacíficas, donde tan infinitas dellas, con muertes y estragos nunca oídos, habéis consumido? ¿Cómo los tenéis tan opresos y fatigados, sin dalles de comer ni curallos en sus enfermedades, que de los excesivos trabajos que les dais incurren y se os mueren, y por mejor decir los matáis, por sacar y adquirir oro cada día? ¿Y qué cuidado tenéis de quien los doctrine y conozcan a su Dios y creador, sean baptizados, oigan misa, guarden las fiestas y domingos? ¿Estos, no son hombres? ¿No tienen ánimas racionales? ¿No sois obligados a amallos como a vosotros mismos? ¿Esto no entendéis, esto no sentís? ¿Cómo estáis en tanta profundidad, de sueño tan letárgico, dormidos? Tened por cierto, que en el estado que estáis, no os podéis más salvar, que los moros o turcos que carecen y no quieren la fe en Jesucristo".

Terminada la misa, Diego de Colón y los oficiales reales se dirigieron al convento de los dominicos para reprender al predicador por el escándalo sembrado en la ciudad, acusarlo de "deservicio" al Rey y exigirle que se retractase en público el domingo siguiente. Siete días después, fray Antón Montesino volvió a subir al púlpito y, lejos de desdecirse, se ratificó en las denuncias y afirmó que los encomenderos no podían salvarse si no dejaban libres a los indios y que irían todos al infierno si persistían en su actitud explotadora. El sermón provocó todavía mayor alboroto que el del domingo anterior, y los oficiales reales enviaron al rey cartas de protesta contra los frailes.

Fray Antón Montesino fue enviado a España para dar cuenta y razón de su sermón al rey. Tras muchos impedimentos, logró entrevistarse con el anciano monarca, a quien expuso un largo memorial de los agravios de los conquistadores contra los indios: hacer la guerra a gente pacífica y mansa, entrar en sus casas y tomar a sus mujeres, hijas, hijos y haciendas, cortarles por medio, hacer apuestas sobre quién les cortaba la cabeza de un tajo, quemarlos vivos, imponerles trabajos forzados en las minas, etcétera.

Texto: Fuente externa

diciembre 20, 2021

RENE DEL RISCO BERMÚDEZ

 

RENE DEL RISCO BERMÚDEZ, Recordándolo en el 49 aniversario de su fallecimiento

La noche del 20 de diciembre de 1972, René del Risco Bermúdez acudió a una cita con el destino en la avenida George Washington –el malecón de la ciudad capital. Era una cita al parecer ineludible, a juzgar por las veces que había sido presentida: una cita con la muerte prematura, muerte a destiempo junto al mar que el poeta amaba.


El hecho trágico que enlutó a su familia también ensombreció y traumatizó al mundo de las letras, y entre los escritores jóvenes y menos jóvenes se extendió un sentimiento de vacío y orfandad. No era, ciertamente, para menos. A los “treinta y siete años y en perfecta salud”, Whitman había comenzado a publicar sus Hojas de hierba. Casi a la misma altura de la vida, en pleno goce de sus facultades intelectuales, René del Risco Bermúdez se retiró bruscamente del escenario en que había obtenido el más amplio reconocimiento, llegando a ocupar un espacio privilegiado, único entre los miembros de las nuevas promociones. De hecho, y a pesar de su partida a destiempo, se reveló como el más sobresaliente talento literario de su generación, quizás de varias generaciones.



Del Risco nació en 1936 en Macorís del mar, tierra de peloteros y poetas, y en la práctica soñó con ser ambas cosas. La pelota, como deporte, se respiraba en el aire: la poesía la llevaba en la sangre, siendo nieto de Federico Bermúdez, el notable cantor de Los humildes. Hoy se sabe que descolló como animador, publicista, narrador y poeta, aunque no como pelotero. Eso sí, fue fanático irreductible de los Tigres del Licey.

Como tanto jóvenes de la época, Del Risco participó –ya se he dicho- en la lucha política antitrujillista dentro del Movimiento Revolucionario 14 de junio y conoció temprano la cárcel –“fruta negra”, la llamaba Roque Dalton. Allí sufrió vejaciones y torturas que no doblegaron su espíritu, pero dejaron huellas en su cuerpo, un cuerpo que mostraba las clásicas quemaduras de cigarrillos en las espaldas y señales inequívocas de martirio en las uñas.

Antes y después de su breve estación en el infierno, desempeñó variados oficios y al parecer alguna vez quiso ser abogado, según demuestra el hecho de haberse inscrito en la Facultad de Derecho de la universidad estatal, única a la sazón en el país. Por lo demás, no hay que acudir a su biografía para obtener información pormenorizada de primera mano. Muchas de sus empresas en la lucha por la vida –incluyendo su “fracaso como pelotero”- están documentadas en unos versos de iniciación que hoy resultan casi sorprendentes por su carácter festivo, excepcional y extrañamente festivo:

yo caí, me recogieron,

me acostaron en el jón,

y en aquella situación

¡momento grave y severo!

dejé de ser pelotero

y cambié de profesión.

He tenido profusión

de profesiones y empleos;

he dado mil zigzagueos

en una y otra cuestión.

He vendido desde ron

hasta espacios de parqueos,

........................................

“Qué es usted? Si me preguntan

en un barrio: “¡Locutor!”

en un salón?: “¡Escritor!”

en un patio?: “¡Tamborero!”

en la iglesia soy santero

y en la calle...Yo, que soy

Por el mismo estilo, Del Risco amaba definirse como “poeta y cumbanchero”, y al decir de alguno de sus íntimos quería que le pusieran este mote en su epitafio. Afortunadamente se destacó más como baladista que como cumbanchero: Del Risco escribió, en efecto, letra de canciones de inspiración honda y genuina, entre las cuales se recuerdan “Si nadie amara”, , “La ciudad en mi corazón”, “Mira qué mundo”, “Así, tan sencillamente” y “Una primavera para el mundo”. Algunas de éstas alcanzaron éxito en las voces de notables intérpretes de la talla de Horacio Pichardo, Francis Santana, Fernando Casado, Niní Cáfaro, Luchy Vicioso, Felipe Pirela y Marco Antonio Muñiz.

Por añadidura, el hombre fue un brillante publicista. Publicista, quizás, a regañadientes, a contrapelo de su vocación literaria, quizás a contra conciencia, quizás como simple manifestación de su desbordante energía intelectual. No se sabe. En todo intento de aproximación a una vida y una obra cabe un margen razonable de duda. De lo que nunca podrá dudarse es de su humanidad y talento.

René vivió agobiado quizás por un presentimiento o vocación de muerte prematura. En más de un sentido, su arte poética es anticipación y presagio de la muerte, de muchas formas posibles de la muerte, entre ellas la muerte física y la muerte por inmersión social, la muerte por asfixia que conduce al conformismo. En más de un texto, en serio y en broma, se describe suicida. La descripción es acertada porque casi todo en él va de la mano de la muerte, la muerte que percibe próxima, posible, la muerte convidada.

Ansiedad de muerte y ansiedad de vida se corresponden con su personalidad ciertamente compleja. Es neurótico, por supuesto, hipersensible, depresivo, tal vez más autodestructivo que suicida, aunque nadie está más cerca del suicidio que un depresivo. Con frecuencia recurre a somníferos, recurre a la bebida y lo justifica porque “hay necesidad de ti, salobre vino hermano”. Por ser mal bebedor, hace mala bebida y hace crisis. El hecho en que perdió la vida permanece ambiguo: un accidente suicidio, uno de los pocos hechos ambiguos de su biografía. Pero su muerte era anticipada.

Por otro lado, mucho ha contribuido la maledicencia a difundir la tesis del suicidio, alimentando el mito de un René asqueado de sí mismo en cuanto revolucionario enganchado a publicista. Posiblemente René sufrió sus contradicciones como han testimoniado sus más cercanos amigos, y sobre todo sus más cercanos enemigos. Dejó constancia de ello en más de un poema memorable, y más específicamente en “Entonces, ¿para qué”, el último del libro:

Para que entonces, si sabemos

que esta hoja de parra del amor mentiroso

se cae a cada instante y nos desnuda

y nos muestra tal como somos

hipócritas, cobardes, ingenuos a propósito,

verdugos,

lamedores a sueldo del látigo y el palo...

A pesar de todo, René no traicionó sus ideales. Vendió “su fuerza de trabajo”, no su conciencia. Probó el buen vino y el éxito económico, más no perdió la moral. Alejado de la política militante, vio caer a sus compañeros y los incluyó en su registro poético, dejando constancia de su adhesión a la lucha. Inútil es buscar motivos que no existen. La muerte de René del Risco y Bermúdez –el más dotado narrador y poeta de su generación- estaba escrita en su obra.

Texto: Pedro Conde Sturla

diciembre 19, 2021

Vinicio Franco

 Vinicio Franco

Vinicio Antonio Franco Rodríguez nació en Puerto Plata, 14 de septiembre de 1933, mejor conocido como Vinicio Franco, fue uno de los cantantes más importantes e icónicos de merengue en República Dominicana.


Mejor conocido como Vinicio "Mambo" Franco. Como casi todos los cantantes de la época en que se desarrolla este artista, inició su carrera cantando en las llamadas "alturas", o en los denominados "kilómetros" en la ciudad capital que se identificaba como Ciudad Trujillo, nombre que se le dio en el año 1936, para satisfacer la vanidad insaciable del dictador Rafael Trujillo. En esos sectores estaban los establecimientos de las llamadas zonas de tolerancia y sus propietarios, para darle buen servicio musical a la muy numerosa clientela contrataban los mejores músicos y cantantes populares para amenizar cada noche los bailables. Por esos lugares desfilaron los mejores: Francis Santana, Joseíto Mateo, Luis Vásquez, y un largo etc. En el centro de diversión "Recreo de Turismo", en el año 1952, se inició Vinicio Franco. Esa fecha marca una trayectoria artística de mucha incidencia en la historia del arte popular. Su primera grabación la realiza en el año 1957 con la orquesta de Antonio Morel, para el sello "Guarachita" de Radhamés Aracena: "Apágame la vela" un muy divulgado merengue escrito por Bienvenido Brens y la salve "Oye Nena" de Alexis Camilo Morel. Los dos temas tienen una buena acogida por el público, especialmente "Apágame la vela" que a tantos años de esa primera versión ha sido grabado por varios grupos musicales del continente. Con la orquesta de Antonio Morel el nombre de Vinicio Franco se da a conocer en nuestra geografía. Fue cantante titular de la Super Orquesta San José en La Voz Dominicana, actuando en la televisión con esa agrupación musical. Formó parte del Combo Show de Johnny Ventura. Participó en la grabación del tema "Ah, yo no sé, no" de la autoría de Johnny Ventura y Mundito Espinal", que mereció un disco de oro por sus voluminosas ventas. Con la orquesta de Rafael Solano laboró por años realizando presentaciones en todo el territorio nacional y varios países del continente. Participó en grabaciones con la orquesta del reputado músico para el sello Kubaney, siendo suceso musical su versión de "Siña Juanica", merengue de Félix López con Armando Beltré y Rico López. Vinicio Franco ha hecho grabaciones, siempre interpretando merengues, para el sello Ansonia de New York. Agotó una larga temporada actuando con su grupo musical en el prestigioso hotel Casa de Campo, situado en el mundialmente conocido polo turístico de la ciudad de La Romana. Ha actuado en Venezuela, Curazao, Colombia, Argentina, New York, Miami y varias ciudades de la Unión Norteamericana con un repertorio que sobrepasa las 450 canciones y con una carrera artística de 60 años.

Don Vinicio Franco falleció en el día de ayer, 19 de diciembre, luego de estar varios días ingresado, fruto del COVID 19.

¡¡¡Jamás será olvidado!!! Paz a su alma

Texto: Nelson Rodríguez

noviembre 24, 2021

Enrique Blanco

 

Enrique Blanco fue, el conquistador de la montaña. En el aniversario #85 de su muerte.

Nació el 14 de enero de 1907, en la sección de Don Pedro, La Peña, en la entonces comunidad de Tamboril, en la provincia de Santiago, siendo en orden cronológico el noveno hijo de Eugenio Blanco y la señora María Ubaldina Sosa.



Su padre, en la sección de Don pedro Abajo y regiones aledañas, era conocido como una persona de absoluta seriedad y bien dedicado al trabajo que le valieron de estimación y respeto y le valieron para que se le llamase don Gengo. Procrearon 10 hijos:

María Ismaela (Fallecida en la infancia), Jesús María; Estebanía Librada, Ramón Eugenio (Geno), Luis María "Churo"; Julio Antonio "Chingo"; María Bienvenida; Rafael Enrique "Enrique Blanco" y Edilia Victoria.

Su madre murió en el 1929 antes de que su hijo menor de los varones se convirtiera en el defensor de los principios fundamentales de la dignidad humana cuyo acto trajo la despiadada extinción de casi el total de la familia por parte del tirano.

Enrique Blanco, como su padre, desde niño trabajó junto a sus hermanos en los quehaceres de la agricultura. Se ejercitaba en actividades deportivas y fue conocido en su comarca como un recio y aguerrido bateador.

Solo alcanzó el primer grado en la escuela campestre, razón por la cual casi no sabía leer ni escribir. Su modo de conversar era inculto y había en sus expresiones tosquedad y rudeza pues hablaba común y corriente como el arcaico campesino cibaeño sin escuela.

Cuando estaba en la edad entre 18 y 19 años, decide la liberación de la tierra que le vió nacer e ingresa al ejército nacional. Entre los años 1925 y 1926, durante el régimen constitucional que presidió el general Horacio Vásquez Lajara, para canalizar sus apiraciones militar, acudió a un amigo de su padre, al general Pedro M Estrella "Don piro", valeroso hombre de armas, quien enganchó a Enrique como raso del ejército Nacional.

En el desempeño de sus funciones era arbitrario y estimaba sus deberes más allá de los reglamentos, actitud que hacía que sus compañeros fueran renuentes a practicar el servicio junto a este personaje.

De esa época le deviene el apodo del cabo, pues un alto jefe militar dispuso que fuera jefe de patrulla, es decir, que fungiera como Clase frente a los otros rasos que integraban una patrulla y fue así por mucho tiempo.

En una ocasión al celebrarse una fiesta en el poblado de Boca Chica, se presentó en estado de embriaguez, provocando un tremendo enfrentamiento donde hirió a varias personas, y un disparo con el revolver que portaba alcanzó a una señora transeúnte, la cual expiró al ser llevada a la beneficencia que hoy es llamado Hospital Padre Billini

En este hecho resultó herido de arma blanca en una de sus clavículas, pero sin trascendencia.

Investigado el caso, fue sancionado con seis meses de reclutamiento en la Torre del Homenaje, pena que no llegó a cumplir, pues asuntos especiales del movimiento político, obligaron un movimiento de tropas, lo que aprovecho el alto militar que le era afecto, para levantar la sanción, poniéndolo en libertad y en actitud de servicio.

La forma de proceder durante su primer alistamiento lo inhabilitaron para ser admitido en el realistamiento, dado al cúmulo de faltas disciplinarias en su Libro récord y que el comandante de la 17º compañía del E.N. donde el raso Rafael Enrique Blanco Sosa, prestaba servicio, desestimo el deseo del mismo y, por el contrario, recomendó su no recibimiento, pues en la vida militar éste privilegio sólo lo tenían los observadores de una conducta que los hiciese acreedores a tal merecimiento, lo que era ganado con disciplina, corrección y espíritu.

Lo que, según el informe del capitán, el Raso Blanco Sosa con su temperamento jamás amoldó la disciplina militar, era un adicto a las bebidas alcohólicas y un emprendedor jugador de dados.

Estas recomendaciones motivaron que Enrique Blanco no continuara en el E.N., y lo obligaron a retornar a su patria chica de Don Pedro Abajo, donde se dedicó a su habitual ocupación de agricultor a pequeña escala, ya que los terrenos que disponía su padre eran escasos.

Las circunstancias especiales que cambiaron la política a principio de 1930, al quebrantarse el orden constitucional, y el manto Cívico del 23 de febrero de 1930, le brindo la oportunidad al ex raso Enrique Blanco retornar al rescinto del cuartel, teniendo cabida para los primeros meses de ese mismo año, ingresando al centro de enseñanzas que para ese entonces estaba ubicado en el kilómetro 9 de la carretera Duarte y que comandaba el capitán José Navarro Mejía del Ejército Nacional.

Después de servir al ejército en los en el comienzo de la dictadura de Trujillo, decide desertar de manera misteriosa se llevó consigo el arma de reglamento y se le acusaba de haberle dado muerte a un compañero de armas convirtiéndose así en el hombre más buscado durante la dictadura.

Como es normativo fue puesto en todas las guarniciones del país, mediante Orden Especial, en la que se daban informe del hecho e instrucciones de hacerlo preso, con la advertencia de estaba armado de un revolver marca Smith & Wesson calibre 38 que debía ser recuperado, dejándose entrever que su persecución revestía mucho riesgo más bien por su peligrosidad pues teniéndolo de valiente y muy decidido, lo juzgaban capaz de defender a muy alto precio su libertad y su vida.

Con lógica apreciación la jerarquía militar creyeron que se refugiaban por los predios de Don Pedro, donde estaban su padre, hermanos y demás familiares, por cuya razón fueron enviadas patrullas a su persecución y captura, pero da la impresión de que su captore en principio buscaban al compañero de armas.

Cuentan que en una ocasión mientras Enrique Blanco jugaba una partida de dados, y en el momento de más concentración aparecieron unos guardias, pero a estos reconocerlo como amigo y compañero de armas, ignorando que era este le preguntaron ¿Dónde está Enrique Blanco? a lo que este respondió mirándolo fijamente "No ta aquí, busquelon pa la capitai"

Instruido por un compañero de arma, quien le dijo que si devolvía el revolver que era lo que a los militares interesaba dejarían de buscarlo, entonces decidió entregar el revolver con el cual había desertado lo remitió al Coronel Luis Veras Fernandez, del E.N., quien para ese entonces comandaba la fortaleza San Luis siendo llevada el arma por su padre y el alcaide pedáneo de la sección de Don Pedro Abajo, es señor José Blas, tan pronto el ejército recupero el arma se suspendieron las patrullas para su captura.

Esta suspensión de actividad para capturarlo se mantuvo por casi dos años durante los cuales se le veía en fiestas y galleras sin embargo el Ejército ni la policía municipal nunca lo molestó.

Cuando todo se puso al rojo vivo debido a las muchas muertes que se le atribuían, la tregua fue levantada y las persecuciones se aumentaban violentamente. Entonces para esa época fue cuando Enrique Blanco inició la comisión de actos delictivos que inquietaron de sobremanera a los habitantes de los lugares que hacía sus movimientos.

En esa etapa es que Enrique Blanco visita al vecino país de Haití, y visito a un papá Bocó Haitino quien le preparo un ensalmo para que ni las balas, ni los cuchillos entrasen por su cuerpo, por lo que con dicho conjuro ningún mortal podía darle muerte, ni mucho menos herirlo, entregándole sendos amuletos que ni para bañarse podía quitárselo.

Habiendo conseguido esto Enrique Blanco le preguntó si era posible que otro brujo le quitara dicha magia y el brujo haitiano le racionó diciendo que no.

Entonces este le pregunto que quien podía darle muerte y el brujo le contesto Dios y yo entonces Enrique Blanco se abalanzó hacia el brujo haitiano dándole una estocada que le provocó la muerte dejando el conocido refrán "Más vale por si acaso que un yo lo pensé".

Es a partir de ese entonces que Enrique Blanco se sabía inmune al puñal y las balas, también sabía que al único que tenía este poder él lo había ya eliminado.

Se llego a decir que Enrique Blanco era brujo y que era visto cuando les pasaba a los guardias por el lado.

Era tan grande el temor que se le tenía que los guardias al ubicarlo en un lado se iban para el otro por no encontrarse con él.

Como Enrique Blanco conocía de palmo a palmo todas las secciones, llanos y montañas y regiones colidantes al municipio de Tamboril y Santiago el ejército rondaba todas partes tras él y empezaron a detener a todas las personas que pidiesen darle alimentos o le diera alberge.

A Enrique Blanco se le atribuía crímenes que jamás cometió, se le achacaban cosas de tres lugares distintos y casi al mismo tiempo, también lejanos a su demarcación.

Pues bien, Enrique solo andaba con un puñal hasta que una noche sorprendió a un policía en la carretera mientras le estaba haciendo el amor a una joven coqueta de Gurabo, en la carretera de Santiago Puerto Plata, quitándole un revolver que portaba y el cinturón con balas de este.

Ahora aparte del puñal largo y afilado ya Enrique Blanco tenía en su poder un revolver y 38 a 50 cápsulas a su disposición la cuales iba emplear depende de la circunstancia.

Enrique Blanco tenía fama de buen tirador, de eso aparte de las normas y reglas adquiridas por instrucciones o enseñanzas, poseía el don de naturaleza donde ponía el ojo ponía la bala. Según la versión de Domingo Pantaleon, contó que siendo militares juntos él y Enrique Blanco después de recibir nomenclaturas de fusil Máuser, la cual es teoría básica de esta arma, y con los cinco disparos que hizo Enrique Blanco marcó cinco dianas o seas, dio en el centro del tiro al blanco, y el director asombrado, como los demás compañeros paro la práctica de tiros para darles explicación de este caso excepcional.

Entonces dijeron que era una Chepa (Para lo que no son dominicanos es lo mismo que suerte) y lo pusieron a tirar de nuevo y repitió la misma acción a lo que respondió el instructor ¿y de donde salió este hombre? "Ese debe ser el diablo".

Gregorio Polanco conocido por todo el pueblo dominicano como Gollito, fue un general de montonera, matrero, ocurrente, aparte de su valor bien probado, se le atribuyen graciosas anécdotas con injuicioso sentido filosófico. Su más conocida fue la repuesta a Trujillo, cuando este le pidió opinión de su criterio sobre su gobierno Gollito le respondió "Bueno General Trujillo, el tabaco es fuerte, pero hay que fumarlo".

Enrique Blanco incursionaba por los predios del general Gollito, en la sección de Pontezuela al medio que queda colindante con Don Pedro Abajo se acercó a dicho general para pedirle ayuda económica, la cual obtuvo, pero aprovechando el general Gollito para decirle estas palabras "la verdad Enrique Blanco que en estos contornos tú y yo somos los únicos con calzones en la Bragueta. A lo que contesto Enrique Blanco "No señor general, el único macho de pelo en pecho eh ute que por aquí a peliado de frente y atacando, yo en cambio vivo huyendo para defenderme y evitar caer en mano de quienes me persiguen".

Enrique Blanco le gustaba exigir silencio leal, discreción absoluta a todos cuanto le conocían o le prestaba ayuda dándole comidas y alojamiento ocultaste. Un acto desleal del que Enrique Blanco se enterara era motivo para enfurecerse y tomar represalia entonces cruzaba la raya de la amenaza y le daba una pela o los mataba.

Los campesinos vivían de la sugestión pues de un lado el ejército le obligaba a la información delatora y por el otro lado Enrique Blanco le obligaba al silencio, esta era la difícil situación del campesino era como aquel dicho "Palo si boga, palo si no boga".

Alfredo Cruz ejercía el comercio a pequeña escala, tenía un colmado en el paraje Viejo y quien algunas veces, Enrique Blanco acosado por el hambre acudió a su puerta pidiéndole proveerlo para saciar el hambre.

Una noche Alfredo dormía en dicho colmado, junto a un hermano, y al llegar Enrique Blanco y llamarlo, Enrique Blanco solicitó que lo proveyera de pan, queso, tabaco y una botella de ron.

Mientras se demostraba solícito a complacerlo y daba conversación entretenida, el pulpero había mandado a su hermano a buscar al alcaide pedáneo Pedro Pérez, el que enseguida recluto ocho hombres armados y rodearon la casa comercio, Enrique Blanco reunió todo lo que fue a buscar en su macuto y listo para irse, dándole un jalón al pulpero con brusquedad diciéndole "Alfredo mandaste a buscar a las autoridades, me denunciaste, y tú sabes lo que yo le hago a los deslenguados... pero a ti no te voy a matar porque me ha quitado el hambre muchas veces". Y dirigiéndose al alcaide pedáneo le dijo "Pedro voy a salir, te advierto que hoy es día de Corpus Cristy y no quiero matar a nadie... Así lárgate con la gente para no joderte".

Al instante hizo un disparo que perforo el zinc del colmado lo que bastó para que el alcalde y acompañantes se despistaran, huyendo a to meter, mientras Enrique Blanco con aire displicente, salió al camino e iba disfrutando del pan y del queso, y dándose un petacaso de ron caballito que era el ron que le gustaba.

Como otros relatos es bueno escuchar, aunque en diferencia de lugares y la manera como sucediera, en el caso del compadre de Enrique Blanco donde este le fue en solicitud de albergue, quien con fingida complacencia le dio recibimiento que aparentaba beneláito, acomodándole en una rancheta conuquera, también le dio una suculenta cena, con su botella de ron y su tabaco por lo que Enrique Blanco se sentía totalmente hospedado.

Transcurrido el tiempo el compadre considero bastante tiempo para estar dormido, con todo sigilo llegó al puesto del ejército Nacional, que estaba cercano a su casa, retornando con tres militares y como práctico al fin al entrar primero al indicado rancho cayo con la frente abierta.

Enrique Blanco se había vuelto un experto en la escapada pues los guardias al tropezarse con el muerto solo vieron el celaje del hombre que buscaban.

Cuenta que una vez a referirse a su compadre dijo: "Me ha dado mucha pena haber matado a mi compadre Memecio, pero él fue el que se buscó su muerte, porque él sabía bien que yo no perdono a los traidores y me traicionó.

Enrique dándole fama de ser implacable con los traidores motivado por la postura del alcalde Pedaneo de la Almendra que por el cumplimiento de su deber al percatarse que Enrique Blanco estaba por los predios informo a los guardias y esto enviaron fuerzas a perseguirlo.

Enrique Blanco jamás fue visto por los guardias, pero como era amigo del alcalde considero su postura como un acto de traición a su persona y a su amistad, eran verdaderos motivos para no dejarlo sin sanción, por lo que tomo la reacción de asediarlo de la manera que le fuera conveniente.

Ya fuera tocándole las puertas, enviándoles mensajes amenazantes con familiares y personas del lugar así le recargo el temor al alcalde que opto por abandonar sus tierras, su mujer y sus hijos huyendo por lo que en su comunidad empezaron a llamarle el manilo.

De las muertes a supuesto traidores una de la que más se menciona es la de Mon Cigarro, Ramón Motas se le apodaba así porque siempre en la boca llevaba un cigarro de los denominados túbanos o pachuché, era un agricultor de profesión algunas veces cambiaba por la de chofer, estaba siempre al Servicio Informativo del gobierno, en la persona del Comisario de la policía Municipal o del Coronel del ejército de Santiago, Mon Cigarro conocía muy bien a Enrique Blanco de forma idéntica Enrique Blanco lo conocía a él, habían crecido juntos y además eran muy buenos amigos.

Una vez, había salido a recorrer el campo, y en la sección de jaragua Mon Cigarro se tropezó con Enrique Blanco, donde celebraron el encuentro pues hacía tiempo que no se veían. Allí compartieron largamente despidiéndose satisfactoriamente de haberse encontrado, y donde volverían pronto a hacerlo.

Tan pronto Mon Cigarro, retornó a la ciudad llevó a conocimiento al jefe de la policía municipal que para esa época se le denominaba comisario, todos los pormenores de su conversación con Enrique Blanco y plantearon estrategias para su captura.

El plan consistió en que mon en vez de policías o militares, llevaría civiles amigos que reclutaría con tentadoras ofertas que lo estimularían en la acción. Además, fue una orden de la cual no se podían resistirse, pues el desacato a la misma implicaba una sentencia de muerte.

Mon se situó en el sitio acordado, pero Enrique Blanco lo esperaba desde su escondite y lo observaba todo y le disparo un proyectil en la misma boca, mon cae desplomado al instante, rodando por tierra y revolcándose en su propia sangre, hecho que ni siquiera vieron los que le acompañaban.

Un día Enrique Blanco evitando el cerco que le puso la guardia se encontró con Rosendo, una persona conocida suya y después de conversar ambos siguieron en contrarias direcciones, cerca de donde se despidieron a Rosendo lo sorprendió la guardia que lo interrogó acerca de que, si conocía a Enrique Blanco o lo había visto por esos lugares, respondiéndole éste que, si lo conocía, pero de verlo ni un rastro por esos lugares.

Pero sucedió algo que para Rosendo fue inexplicable siempre al rato le salió Enrique Blanco y quiso explicarle lo de su entrevista con la guardia, pero Enrique Blanco lo detuvo y le dijo: "No me diga na., yo lo he oí to... así deben ser los hombres para defender los amigos porque hoy por mí y mañana por ti, soy tu amigo y puede contar conmigo para cualquier cosa, porque no hay hombre sin hombre ¡Adiós hasta después!".

Se cuenta que al transcurrir el tiempo en el mismo lugar de Quinigua, en una tienda que fue levantada improvicionalmente instaladas por buhoneros que van los días de pago a la factoría y plantaciones agrícolas, Rosendo discutió acaloradamente con un forastero, dicho forastero sacó un largo cuchillo y procedió enterrárselo a Rosendo pero antes de poder hacerlo recibió un tiro en el pecho cayendo muerto por una bala escupida desde el revolver de Enrique Blanco quien antes de marcharse le dijo a Rosendo "Tuve yo te lo había dicho hoy por mí, mañana por ti".

Enrique Blanco, también les arrancó el pudor a muchas mujeres de la zona, tomaba a las mujeres de las zonas en continuos actos de violación.

Ya perseguido en todos los lugares, llegó a un campo del municipio de Gaspar Hernández, precisamente en la casa de Alonso Sosa hermano de su madre a quien sus familiares le llamaban Papá Alonso.

Pero en el sito que había recibido la confianza de sus familiares, Enrique Blanco, rapto a su prima hermana la hija de Alonso, éste con la condición de padre ofendido apeló a proceder a la justicia a su indigno sobrino que lo burló en su propia casa.

Basado en la querella El sargento Teodoberto Blanco Castro puso dispuso patrulla permanente tras la búsqueda del raptor, pues la guaría no le perdía ni pie ni pisa. Enrique Blanco en una desesperación juró que se vengaría del sargento, venganza que cumplió asesinándolo.

También mató al raso Camilo Jáquez (Camilito) del Ejército Nacional quien había pedido permiso para ver a su madre que se encontraba enferma. El raso vio a Enrique Blanco portando un puñal a la vista lo que le pareció sospechoso (aunque no conocía a Enrique Blanco), le exigió que le entregara el puñal, pero Enrique Blanco haciendo que fuese a acatar la orden sacó el revolver del macuto, haciéndole un disparo que le atravesó el corazón dejando a Camilito tendido en el suelo.

Tras la muerte del raso del E.N. fue cuando empezó a circular la versión de que Trujillo daba dos mil pesos y la insignia de teniente del Ejército a quien capturara vivo o muerto a Rafael Enrique Blanco Sosa.

Enrique Blanco fue agrandando el radio de sus operaciones lo que fue un estrecho círculo familiar se extendió por casi toda la región cibaeña y a veces muchos lugares del noroeste.

Cuando esto sucedía, llegaron a Trujillo las expresiones emitidas por Enrique Blanco: "En el ejército hay uno, que si nos pechamos frente a frente debe ganar el que tire primero y es el teniente Mingo Peña, los demás uno por uno no se puede enfrentar conmigo porque le tiembla las manos, esas partidas de cobardes to me tienen mieo"

Sucedía que Mingo Peña, era íntimo amigo de Enrique Blanco y compañero de juego de vicio.

Trujillo lo había cancelado y no hacía mucho que lo había a mandado a buscar nuevamente a su servicio con el rango de primer teniente. Y al notarse las expresiones de Enrique Blanco fue ascendido a Capitán, llamándolo el mismo Trujillo a su despacho en el palacio Nacional, y diciéndole usted está enterado de las expresiones de Enrique Blanco acerca de lo que sucedería si ustedes dos se encontrasen y en caso de que se batan a tiros y le ordenó: "Vaya a su encuentro y le aconsejo que tire primero ¡Buena suerte, Capitán Peña!".

En cumplimiento de la orden, el capitán Mingo Peña con una tropa por él comandada, acorraló a Enrique Blanco y muchos militares perdieron la vida, encontrándose entre ellos el civil Mon Germosén Santana, íntimo amigo de Enrique Blanco, quien fue fusilado en los tres troncos de mango en la sección de Veragua, por encontrársele el revolver del raso Camilito.

Pero en esta operación, Enrique Blanco volvió a Salir ileso por su agilidad y destreza.

Cuentan que fueron inútiles las trampas que por el camino les tendían, hasta que apareció un brujo que dijo que, si le entregaban todo lo que pedía en cuestión de días o tal vez horas, atraparía el hombre que venía azotando a las autoridades y civiles de la zona. Trujillo entonces mandó al comandante que le entregaran todo lo que pedía dicho brujo para realizar la arriesgada misión.

Inmediatamente, al lugar llegaron diez caballos negros, todos con arnés y nueve hombres a los cuales se le había dado la aureola de valentía y decisión y con el brujo completarían los diez. A cada uno se le asigno un caballo.

Entonces, vestidos de trajes blancos confeccionado para el efecto, se tiznaron el rostro y salieron a recorrer los campos donde Enrique Blanco había establecido su guardia. Todos agotados por el cansancio de recorrer y recorrer sin éxito en sus fines. Toda la comarca y alrededores aprovecharon el vado de un riachuelo que bordeaba por verdes y frondosos árboles, se echaron al suelo para el descanso entre las sombras.

Pero no bien se habían tirado uno de los jinetes con los ojos de mensurados abierto, que brotaban casi a salirse de órbita, pregunto a sus compañeros: ¿Como es que habiendo salido 10 habemos 11?

Y de manera desorbitadas todos se montaron a los caballos, picaron sus espuelas y se olvidaron de la misión de capturar al ya terrorífico Enrique Blanco.

Como ya sabemos del rapto de su prima y los crímenes cometidos indujeron a Teodoberto Blanco Castro a disponer sistemáticos servicios de ronda en su demarcación y demarcaciones aledañas para capturar a Enrique Blanco y ordenó la persecución, cateo de las casas de todas las secciones y parajes como Ojo de Agua, Veragua, Joba Arriba, la Piragua, magnate, Bejuco Blanco, la Monteda, El peñón, Agua Clara, Río Piedra, La Hicotea, Yerba Buena, Boba, Sabana Cajuiles, Los Pomos Boca de Orí, Los Guao y muchos Otros. Ya la venganza contra el Sargento venía jurada.

Para tal propósito, decidió asaltar el cuartel del Ejército Nacional, para llevar a cabo su venganza contra el Sargento Blanco Castro trazó un atrevido plan estratégico, haciéndose llamar el Capitán Dulce, reclutó 20 campesinos que produjo temor, entre lo que encontró el Alcalde pedáneo de la Monteada , el señor Ningo Estrella como su ayudante , obligándole a una acción que todos ignoraban ; allí se apersonó al Cuartel del Ejército en la población de Gaspar Hernández, donde dormían el Sargento y los rasos Martín Santos Florentino y Tulín Núñez (El Burro), y allí le ordenó al Alcalde que llamara para hacer entrega de los presos que llevaba.

Cuando esto sucedía, uno de los detenidos, le dijo que entrara por el patio que estaba abierto, lo que aprovechó Enrique Blanco para llegar donde dormía el Sargento Blanco Castro.

El 22 de octubre de 1936, Enrique Blanco asesino a mansalva al Sargento Teodoberto Blanco Castro mientras dormía, le hizo 4 disparos. En el hecho dejo herido levemente al raso Núñez, pero el raso Martín Santos Florentino, logro reaccionar golpeando uno de sus acompañantes, pero recibió un golpe contundente del revolver de Enrique Blanco.

Pues bien, según lo concibió, ordenó a un campesino de apellido Rodríguez a cortar el cable que unía a Gaspar Hernández con Puerto Plata, olvidando cortar el cable que unía con la comunidad de Sánchez, que fue la vía que utilizaron para informar el hecho hacia Puerto Plata y de ahí a la capital de la República.

Cuando la información llegó a Trujillo este impartió una drástica medida de captura contra el hombre que había sembrado el terror en esta comunidad. Un guardacostas con un contingente bélico zarpó de San Soucí llevando especiales instrucciones hasta capturarlo.

Con estrategias y posiciones militares, con rondas patrulleras diurnas y nocturnas, bloquearon carreteras, caminos vecinales, trillos y veredas; las casas de los campesinos eran requisadas y la garantía de vida de los familiares y amigos del fugitivo era muy remota.

El 24 de octubre de 1936, aparecieron asesinados Ramón Eugenio Blanco Sosa y Jesús María Blanco Sosa, cuyos cadáveres tenían señales de ahorcamiento, perforaciones de balas y heridas de armas blancas. Se mandaron autoridades investigadoras, pero todos en el pueblo sabían que su único delito era ser hermanos de Enrique Blanco.

Días más tarde, en el patio de la familia Gutierrez, apareció asesinado debajo de una mata de uvas de playa en una horqueta que le servía de sostén, el raso Julio Antonio Blanco Sosa (Chingo) también hermano de Enrique Blanco. Chingo se había alistado en el Ejército Nacional y asignado al escuadrón de caballería duro varios años allí, pero por desgracia fue llevado a prestar servicio en Pedernales y cuando el acoso de su hermano fue llamado por el coronel Joaquín Cocco hijo ordenándole perseguir a su propio hermano, algo que fue impedido por otro alto militar allí presente.

Más luego apresarían y darían muerte a Eugenio Blanco padre de Enrique Blanco, ciudadano ejemplar querido y respetado. Fue lanzado en el trayecto de Puerto Plata a la altura de la desembocadura del rio Gen en Gaspar Hernández, con los pies y manos con una pesa encima para que siempre fondearan el mar.

Al encontrarse la reconexión telefónica apareció la cédula del Individuo que Enrique Blanco había mandado a cortar los cables, el individuo delato los nombres de los acompañantes de Enrique Blanco en el asesinato del sargento Teodoberto Blanco Castro.

Todos fueron capturados y llevados a la fortaleza San Felipe, donde el capitán Arturo Mañe supo respetar sus integridades físicas, pero al amanecer, en la loma Isabel de Torres, el Capitán Andújar al llegar a la sección La Ermita, fusiló a 12 de los presos y otros ocho en Boca de Gen.

Lo que fue sin duda un vil genocidio.

Enrique Blanco se veía cada vez más acorralado, su fuera y movimiento se veían perdiendo imposible de vulnerar sabia la gravedad de su caso tenía tres Alternativas:

1) Hacerle Frente al enemigo

2)Entregarse

3)Suicidarse.

La primera ni la segunda serian jamás parte de su caso, puesto que en varias ocasiones había dicho que no lo haría. “Yo no me entregaré, de eso puede estar seguro” mientras mostraba sus pies hinchados, “Quizás sea la última vez que nos veamos don Juan, así que mientras tanto, barriga jalta, corazón contento”. Así contó Juan Ramón Ramos del que era su amigo de infancia que le había dicho días antes de su desenlace.

Así fue como el 24 de noviembre de 1936, Enrique Blanco tomo su revolver, su inseparable amigo y se suicidó dándose un balazo en la sien derecha, a las 11 de la noche en la sección Aguacate Arriba, dándole la instrucción a un joven campesino de nombre Delfín Álvarez García para que cobrara la recompensa de su muerte.

Delfín Álvarez dio su versión al señor Enemencio Bencosme alcalde de la sección Aguacate Arriba "le había disparado en la sien derecha mientras Enrique Blanco dormía un placido sueño en la finca de don Fife" luego le enseño el revolver que portaba Enrique Blanco con el cual según el le había dado muerte.

Decidió ir con el joven héroe, acompañado de moradores del lugar, entre los cuales iba su esposa y un grupo de tropas comandadas por el sargento Peralta al que apodaban "la liza"; luego se le unió un capitán con la odiosa fama de crueles para ir al lugar.

El cadáver de Enrique Blanco fue trasladado a la comandancia del Ejército Nacional en la ciudad de Moca, donde lo esperaron miles y miles de espectadores, y fue paseado en macabra exhibición por las calles de Santiago, donde las personas con los rostros compungidos se reunieron al sepelio.

El 25 de noviembre de 1936, la camioneta que exhibió su cuerpo llegó a la sección del ingenio Arriba. Militares reclutaron a varios hombres que, sin mortaja ni ataúd, tiraron su cadáver a la fosa.

Así termino la existencia del hombre más temido, respetado, odiado y admirado Rafael Enrique Blanco Sosa

En 1978 por diversas construcciones que empezaron a erigirse los restos de Enrique Blanco fueron recogidos y expuestos en una mesa envuelta en la bandera nacional como homenaje a quien fue considerado uno de los primeros luchadores Antitrujillistas.

Un incidente se produjo al momento de dar cristiana sepultura a sus restos en el municipio de tamboril cuando el comandante regional del Ejercito y el fiscal de Santiago en ese entonces trataron de arrebatar los despojos fúnebres a los ciudadanos que incluso los calificaron de santo.

Enrique Blanco fue sepultado en el cementerio de Tamboril, pero años más tarde su tumba fue desaparecida para dar paso a una construcción y solo queda el recuerdo de este hombre cuyas hazañas son narradas en un merengue a su honor que le compuso el maestro puertoplateño Wilfrido Vargas que se titula “Enrique Blanco fue el conquistador de la montaña”

Texto: Henry Espinal

octubre 25, 2021

El Estadio Cibao

El Estadio Cibao cumple 63 años de ser inaugurado

Conocido como el “Nido Aguilucho”, el Estadio Cibao, hogar del aguerrido equipo de las águilas Cibaeñas, el más alegre parque de la pelota nuestra está conmemorando hoy el 63 aniversario de su esplendorosa inauguración.


Miles de fanáticos hace más de medio siglo fueron testigos de la majestuosa apertura del iluminado estadio “Leónidas Radhames”, nombre con que fue originalmente bautizada la instalación deportiva, construida por el Estado Dominicano con un costo de un millón de pesos.

Esa histórica noche del sábado 25 de octubre de 1958, que además marco la apertura de la cuarta versión de la pelota invernal dominicana, no pudo ser más memorable con los batazos del refuerzo norteamericano Dick Stuart y el resonante triunfo del conjunto aguilucho sobre los Tigres del Licey, que con el paso de los años serian sus archirrivales.



Las Águilas que jugaron por primera vez en su nido derrotaron a los felinos con anotación de 7 por 4 con una gran demostración de poder de Stuart, un prospecto de los Piratas de Pittsburgh, quien tiene el honor de haber despachado el primer jonrón en este parque de pelota.

Stuart en sus primeros dos turnos pegó sendos cuadrangulares. El primero un descomunal palo por encima del paredón verde del jardín central y el segundo por el prado izquierdo. Forrest Smith agrego otro jonrón con dos a bordo para sellar el éxito de los cibaeños.



Según la crónica del periódico La Nación del domingo 26 de octubre de 1958, los batazos de Stuart, pronosticados por el propio jugador en el Hotel Matum, donde hospedaba, horas antes de salir hacia el estadio, respaldaron el picheo del abridor norteamericano Benny Daniels.

Daniels obtuvo la victoria, y pese a permitir ocho incogibles, lanzo buena pelota. Solo se vio en apuros en el primero y quinto episodio, completando el partido.

Mientras que Nelson Chittum, abridor y perdedor por los azules, fue auxiliado en el tercero por Bill Smith y en el séptimo por el novato Joaquín Guevara.

Stuart encabezo la ofensiva de los aguiluchos con su par de cuadrangulares en cuatro turnos, seguido por Ruddy Hernández que despacho doble y sencillo.

Además, sobresalió en el ataque Julián Javier con dos indiscutibles, Forrest Smith un jonrón, Papito Mateo y Jim McDaniels un inatrapable cada uno.

Los mejores al bate por el Licey fueron el intermedista criollo Pedro González y Gordon Windhorn, con un cuadrangular cada uno, Norman Laker, Dick Sander, Johnny Blanchard un sencillo por unidad.

Tambien conectaron de imparable por los azules Ellis Burton, Bill Smith y Carlos Dore. El hit del dominicano Dore, abriendo el juego, quedo registrado como el primer indiscutible que se conectó en la historia del Estadio Cibao.

Texto: Acentos

octubre 24, 2021

Rafael Leonidas Trujillo Molina

 

Un día como hoy, nació Rafael Leonidas Trujillo Molina.

Rafael Leonidas Trujillo Molina, nació en la ciudad de San Cristóbal el 24 de octubre de 1891. Hijo de José Trujillo Valdez, pequeño comerciante hijo del sargento grancanario José Trujillo Monagas, que llegó a Santo Domingo como integrante de las tropas españolas de refuerzo durante la Anexión y de Altagracia Julia Molina Chevalier, más tarde conocida como Mamá Julia, hija de Pedro Molina Peña, campesino dominicano, y de la maestra Luisa Erciná Chevalier, cuyos padres aunque oriundos de Haití eran predominantemente de origen francés: su padre, Justin Alexis Víctor Turenne Carrié Blaise, era blanco, y su madre, Eleonore Juliette 'Diyetta' Chevallier Moreau, mulata. No obstante, Trujillo siempre renegó de la ascendencia haitiana de su madre.



Fue el tercero de once hijos. Sus hermanos fueron Rosa María Julieta, Virgilio, José "Petán" Arismendy, Amable "Pipi" Romero, Julio Aníbal, Luisa Nieves, Pedro Vetilio, Ofelia Japonesa y Héctor "Negro" Bienvenido Trujillo Molina. Trujillo tuvo asimismo hermanos por parte de padre. Todos sus hermanos varones con excepción de Amable Romeo fueron generales y coroneles del Ejército Dominicano. Bajo su dictadura, Héctor Bienvenido llegó a ser nombrado Generalísimo en 1959.

La infancia de Trujillo pasó relativamente sin incidentes, aunque su educación básica fue irregular y bastante limitada. En 1897, a sus 6 años fue inscrito en la escuela de Juan Hilario Meriño. Un año más tarde se trasladó a la escuela de Broughton, donde fue discípulo de Eugenio María de Hostos y permaneció allí durante tres o cuatro años.

En 1907 a los 16 años, Trujillo obtuvo un empleo como telegrafista, actividad que ejerció durante 3 años. Después, se dedicó junto a su hermano "Petán" al cuatrerismo, a la falsificación de cheques y el robo postal. Por estos delitos fue declarado culpable y encarcelado algunos meses.

En 1916, nuevamente se dedicó a actividades criminales y lideró a la banda de asaltantes llamada la 42, temida por su violencia, Más tarde trabajó durante dos años en la industria azucarera como guarda campestre.

En sus primeros años de juventud, Trujillo fue acusado de varios delitos, incluso de carácter sexual. A principios de la década de 1910, Trujillo violó a una menor, aunque este hecho quedó impune.

El 13 de agosto de 1913 a la edad de 21 años, Trujillo se casó con Aminta Ledesma Lachapelle, una joven de buena reputación, hija de un campesino proveniente de San Cristóbal. Tuvieron dos hijas: Julia Genoveva, que nació y murió en 1914, y Flor de Oro Trujillo Ledesma, nacida en 1915 y que más tarde se casó con Porfirio Rubirosa. El matrimonio con Aminta Lesesma terminó en divorcio en 1925.

En 1920, ya con el grado de teniente, fue sometido a un juicio militar por violación y extorsión a Isabel Guzmán, una menor de 16 años, pero fue exonerado de culpa. En 1921 ingresó en una Academia Militar fundada por el ejército de ocupación en Haina y el 22 de diciembre de ese mismo año fue designado para ocupar la jefatura de la Guarnición de San Pedro de Macorís.

En 1922 fue trasladado al Cibao y, mientras se encontraba en San Francisco de Macorís, fue ascendido a Capitán sin pasar por el grado de Primer teniente, algo irregular en el escalafón militar, pero explicable debido a los "servicios" prestados por Trujillo al ocupante estadounidense.

Este ascenso fue acompañado por la reorganización de la Guardia Nacional, la cual más tarde pasó a ser Policía Nacional Dominicana, de la que ocupó muy poco tiempo después el mando de la 10.ª Compañía.

En 1923, antes de su nombramiento como inspector del primer distrito militar, participó como estudiante en la Escuela de Oficiales del Departamento del Norte. En esta época, a pesar de su formación militar, comenzaron a manifestarse sus inclinaciones políticas. En su vertiginosa carrera en la milicia, llegó al grado de Mayor y cuando las tropas de EE. UU. abandonaron el país en 1924, dejaron a Trujillo a cargo. En 1927 Trujillo se integró a la Brigada Nacional, institución creada para reemplazar la guardia nacional y ascendió al grado de General. Antes de su ingresó a la vida militar había pronunciado la frase: "Voy a entrar en el ejército y no me detendré hasta ser su jefe".

El 30 de marzo de 1927, se casó con Bienvenida Ricardo Martínez, una joven de Montecristi, hija de Buenaventura Ricardo Heureaux (primo de Ulises Heureaux Lebert y tío de Joaquín Balaguer Ricardo). Un año más tarde conoció a María de los Ángeles Martínez Alba, conocida como «la Españolita» y tuvo un romance extramarital con ella. De esta relación nació Rafael Leonidas (Ramfis), el 5 de junio de 1929. Según una publicación de Jesús de Galíndez, Ramfis no era hijo de Trujillo, sino de un cubano llamado Rafael Dominici con quien María Martínez estaba casada en el momento que este nació. La publicación nunca se desmintió quedando todo como un misterio.

Se divorció de Bienvenida Ricardo en 1935, alegando que esta no podía darle hijos. Más tarde, en 1936, procreó con Bienvenida a Odette. Tuvo dos hijos más con María Martínez; Angelita Trujillo nacida en París el 10 de junio de 1939, y Rhadamés Leonidas Trujillo, nacido el 1 de diciembre de 1942. Ramfis y Rhadamés fueron nombres tomados de personajes de la ópera Aida de Giuseppe Verdi.

En 1937, Trujillo conoció a Lina Lovatón Pittaluga, una joven de la clase alta con quien mantuvo una relación extramarital y con la que procreó dos hijos: Yolanda, nacida en 1939, y Rafael, nacido el 20 de junio de 1943.

A pesar de no ser aficionado al béisbol, Trujillo utilizó el deporte que era la pasión de los dominicanos como herramienta de seducción para sus fines reeleccionistas. Trujillo invitó a muchos beisbolistas negros de los EE. UU, donde no podían jugar con libertad por la discriminación de la época. Leroy Robert "Satchel" Paige, un jugador de la liga del negro, viajó al Caribe y América Latina, donde los equipos estaban integrados. Lanzó para un equipo organizado por Trujillo, quien estaba tratando de ganar popularidad, por lo que creó el Equipo Ciudad Trujillo. Le llegó a pagar a Paige hasta 30.000 dólares para que ganara el campeonato dominicano. Paige huyó de la República Dominicana con sus compañeros de equipo tras el cobro, por temor a represalias por parte de los enemigos de Trujillo.

Trujillo fue una persona dinámica y saludable.

Médicamente, gozó de buena salud en general, pero sufrió de crónicas infecciones urinarias y, más tarde, problemas de próstata. En 1934, el doctor Georges Marion fue llamado desde París para realizarle tres procedimientos urológicos a Trujillo.

Con el tiempo Trujillo adquirió numerosos bienes. Su lugar favorito era «La casa de Caoba», cerca de San Cristóbal, y una casa en la playa de Najayo. Otros lugares de su propiedad que rara vez frecuentó fueron Santiago, Constanza, La Cumbre, San José de las Matas, y muchos más. Además, tenía un penthouse en el hotel Embajador, en Santo Domingo.

Aunque Trujillo era nominalmente católico frente al público, su real devoción fueron las supersticiones.

Con el triunfo de Horacio Vásquez en las elecciones que siguieron a la desocupación de las tropas estadounidenses en 1924, Trujillo permaneció al frente de la Policía Nacional. El 6 de diciembre de ese mismo año, el presidente Vásquez lo nombró teniente coronel y Jefe de Estado Mayor.

En 1930, estalló en Santiago una insurrección contra el presidente Horacio Vásquez y los rebeldes marcharon hacia Santo Domingo. Trujillo recibió la orden de someter la rebelión, pero cuando los amotinados llegaron a la capital el 26 de febrero, no encontraron resistencia alguna. Enterado el presidente Vásquez de que uno de los ideólogos de la insurrección era el propio Trujillo decidió renunciar como una salida negociada a la crisis a fin de evitar derramamiento de sangre. Vásquez fue enviado al exilio y el líder rebelde Rafael Estrella fue proclamado presidente interino.

Trujillo se convirtió en el candidato en las elecciones presidenciales de 1930 llevando a Estrella Ureña como vicepresidente. La candidatura opositora, representada por Federico Velásquez Hernández y Ángel Morales a la presidencia y vicepresidencia respectivamente, se retiró quedando la de Trujillo-Ureña como única opción.

La campaña electoral se realizó bajo un clima de terror provocado por Trujillo y su banda paramilitar La 42, dirigida por el mayor del ejército Miguel Ángel Paulin. Hasta los miembros de la Junta Central Electoral se vieron forzados a renunciar el 7 de mayo, siendo sustituidos por personas que respondían a la voluntad de Trujillo. El binomio Trujillo - Ureña ganó las elecciones el 16 de mayo, oficialmente con el 45% de los votos. Más tarde se supo que sólo el 25% de los votantes acudieron a las urnas, lo que hizo pensar que fueron elecciones fraudulentas. El 24 de mayo de 1930 fueron proclamados oficialmente Trujillo y Ureña, presidente y vicepresidente del país, respectivamente. El 16 de agosto a la edad de 38 años, Trujillo asumió la presidencia de la República.

El 3 de septiembre de 1930, a tres semanas de que Trujillo asumiera el poder, el destructivo huracán «San Zenón» golpeó Santo Domingo y dejó más de 3.000 muertos. Con el dinero aportado por la «Cruz Roja Americana», se reconstruyó la ciudad. En junio de ese mismo año, la oposición se organizó para derrocar a Trujillo, pero todo fue en vano y los promotores terminaron en el exilio. Entre los exiliados se encontraban Martín de Moya, Horacio Vásquez, Ángel Morales, Federico Velásquez, Alfredo Ricart, Cucho Álvarez Pina, Ángel María Soler, José Dolores Alfonseca, Luis F. Mejía, Leovigildo Cuello y Ramón de Lara.

En marzo de 1931 el general Desiderio Arias renunció al gabinete de Trujillo, quien, al quedar sin oposición alguna, fortaleció su dictadura. En octubre Trujillo promulgó la ley de emergencias, mediante la cual el estado dominicano suspendió el pago por concepto de amortización de la deuda externa con los Estados Unidos. También redujo el gasto público con despidos masivos y reducción de sueldos. Además, disminuyó las importaciones y equilibró la balanza comercial.

El Partido Dominicano fue la maquinaria ideológica de soporte del régimen. Formado oficialmente el 16 de agosto de 1931, fue el único partido permitido durante el régimen, salvo contadas y coyunturales excepciones. Mario Fermín Cabral fue el principal auspiciador del Partido, que tenía por símbolo una palma. El carné de miembro del partido se convirtió en documento obligado para todos los dominicanos mayores de edad y necesario para la mayoría de las actividades cotidianas, como buscar empleo o salir del país.

Ante el riesgo de posibles invasiones por parte de los exiliados políticos, Trujillo realizó un recorrido junto a su Estado Mayor por las diferentes provincias del país acompañado de militares del ejército nacional el 31 de diciembre de ese mismo año.

El 26 de mayo de 1933 fue nombrado «Generalísimo de los Ejércitos Nacionales» por el Congreso Nacional.

En febrero de 1934 se celebró una convención para elegir a Trujillo nuevamente candidato a presidente por el partido dominicano. El 16 de mayo de ese año y sin ninguna oposición política se celebraron las elecciones nacionales con Trujillo como único candidato. El 16 de agosto asumió el poder por segunda ocasión consecutiva, esta vez llevando a Jacinto Bienvenido Peynado como vicepresidente.

En febrero de 1942 Trujillo fue nuevamente postulado a las elecciones de ese año por el Partido Dominicano y por el recién creado «Partido Trujillista». El 16 de mayo fueron celebradas las elecciones donde votaron casi 600.000 ciudadanos, saliendo nueva vez Trujillo electo como presidente. T Al cumplirse los 100 años de la fundación de la nación dominicana, Trujillo celebró un evento llamado «Las fiestas del centenario».

El 4 de agosto de 1946 un fuerte terremoto azotó la región noreste del país.

A finales de 1945 se agudizó el descontento en los ingenios azucareros debido a la inflación que hubo en la época agravada por los salarios que devengaban los obreros de baja cualificación. Contra aquellos que osaron quedarse en sus casas a manera de protesta, Trujillo ordenó al ejército la realización de redadas alegando el delito de vagancia.

Los capturados fueron encarcelados y obligados a trabajar. Estas redadas abarcaron también a los que no poseían los documentos reglamentarios exigidos por el régimen, conocidos popularmente como «los 3 golpes».

En enero de 1946, la «Federación Local del Trabajo», un grupo de manifestantes obreros fundado por el líder sindical Mauricio Báez hizo una huelga que duró más de una semana. Aunque la dictadura terminó cediendo a las peticiones de los demandantes, posteriormente algunos de sus dirigentes y participantes fueron perseguidos y asesinados, mientras que otros se vieron obligados a tomar el camino del exilio. Tiempo después Trujillo desintegró todos los sindicatos del país, obligándolos a pertenecer a una federación afín a él. En 1950 Mauricio Báez fue secuestrado en Cuba donde estaba exiliado y nunca más se supo su paradero.

En mayo de 1947 se celebraron nuevas elecciones, matizadas esta vez con fuertes críticas internacionales sobre el carácter dictatorial del gobierno, lo que obligó a Trujillo a montar una ficción democrática. En dichas elecciones participaron 3 partidos políticos, el Partido Nacional Laborista, el Partido Nacional democrático y el Partido Dominicano, quienes llevaban de candidatos a Rafael A. Espaillat, Francisco Pratts Ramírez y Rafael Leónidas Trujillo, respectivamente.

Trujillo terminó ganando el certamen con el 90% de los votos.

En octubre de 1952 Trujillo creó el Instituto Trujilloniano con Manuel Peña Batlle como su presidente. La institución tenía como misión la difusión de la obra de gobierno de Trujillo.

Debido a los problemas internacionales ocurridos en su período de gobierno 1934-1938, Trujillo decidió no presentarse a las elecciones y postuló como candidato a la presidencia a Jacinto Bienvenido Peynado.

En las elecciones celebradas el 16 de mayo de 1938, Peynado llevó a Manuel de Jesús Troncoso de la Concha como vicepresidente y ganó con la totalidad de los votos emitidos. El 16 de agosto de ese mismo año Bienvenido Peynado tomó posesión como presidente del país, aunque falleció en 1940 durante su mandato y la presidencia fue asumida por el vicepresidente Troncoso.

El 16 de agosto de 1952 se juramentó quien sería su tercer presidente títere, su hermano Héctor Bienvenido. Mientras, Trujillo, quien ostentaba el cargo de embajador dominicano ante la OEA, realizó varios viajes por América y Europa.

En 1957 se celebraron las elecciones presidenciales para el periodo 1957-1962 con Héctor Bienvenido Trujillo y Joaquín Balaguer como candidatos a la presidencia y vicepresidencia, respectivamente. Ante la gran presión internacional y en afán de aparentar cierta democracia, Trujillo hizo renunciar a su hermano Héctor Bienvenido en 1960. El 3 de agosto de ese mismo año tomó posesión Joaquín Balaguer en sustitución de Héctor Bienvenido. Este sería el último presidente títere del dictador.

Estos recursos fueron utilizados por Trujillo para engañar a los demás países y así mantener su dictadura con una falsa imagen de democracia a la vista de la comunidad internacional. Trujillo nunca dejó de gobernar efectivamente la República desde que asumió el poder en 1930.

A finales de los años 1950, durante el régimen de Trujillo se creó una especie de polícia secreta denominada Servicio de Inteligencia Militar (SIM) la cual tuvo como finalidad la represión política. La organización contó con varios agentes secretos y funcionarios de la dictadura con Johnny Abbes como jefe. Abbes se encargó en muchos casos de llevar a cabo las órdenes de represión y tortura de Trujillo, aunque muchos aseguran que a veces Abbes actuó por cuenta propia.

El SIM atemorizó a la población en general mediante la tortura y contó con varios lugares para llevarlas a cabo, como la Cárcel del 9 y la Cárcel de la 40.

Las hermanas Mirabal: Patria, Minerva y María Teresa.

Conocidas como "Las Mariposas", estas mujeres nacidas en una familia acomodada en la provincia dominicana de Salcedo (hoy Hermanas Mirabal), con carreras universitarias, casadas y con hijos, contaban en el momento de su muerte con cerca de una década de activismo político junto a su esposo, en contra del régimen de Rafael Leónidas Trujillo. Sobre todo, Minerva.

La policía secreta asesinó a las hermanas Mirabal por orden de Rafael Leónidas Trujillo.

Dos de ellas, Minerva y María Teresa, ya habían pasado por la cárcel en varias ocasiones. Una cuarta hermana, Bélgica Adela "Dedé" Mirabal, quien murió este año, tenía un papel menos activo en la disidencia y logró salvarse.

"Tenían una trayectoria larga de conspiración y resistencia, y mucha gente las conocía", le explica a BBC Mundo Luisa de Peña Díaz, directora del Museo Memorial de la Resistencia Dominicana (MMRD).

Ese fatídico 25 de noviembre funcionarios de la policía secreta interceptaron el automóvil en el que se trasladaban las hermanas en una carretera en la provincia de Salcedo, en el centro norte del país.

Las mujeres fueron ahorcadas y luego apaleadas para que, al ser lanzadas dentro del vehículo por un precipicio, se interpretara que habían fallecido en un accidente automovilístico. Esta fue prácticamente la copa que derramó el vaso con respecto a las decisiones que posteriormente llevaron a un grupo de valientes a terminar con la oprobiosa dictadura.

Enriquecimiento de Trujillo

Trujillo utilizó el método de adquirir propiedades, fincas y otros negocios lucrativos a precios bajísimos fruto de la presión política. Esto fue fuente de preocupación para los sectores de la clase alta e inversionistas, que se aterrorizaban cuando Trujillo se interesaba en alguno de sus bienes.

De estas y otras maneras Trujillo se adueñó de todo y mientras veía a la República Dominicana básicamente como un feudo privado, suyo y de su familia.

Trujillo y su familia amasaron una enorme riqueza. Adquirió propiedades incluyendo tierras ganaderas a gran escala y se vinculó a la producción de carne y leche, operaciones que pronto evolucionaron hacia el monopolio. Otras industrias de su propiedad fueron: azúcar, sal, tabaco, madera y lotería. Ya para 1937, el ingreso anual de Trujillo rondaba el millón y medio de dólares y en 1940 ya se había adueñado de la mayoría de las empresas dominicanas, creando un monopolio en el país. Para 1960 era dueño del 60% de la industria azucarera dominicana.

Llegó a acumular una fortuna personal estimada en unos 800 millones de dólares, lo cual lo colocó entre los 6 hombres más ricos del mundo. En el momento de su muerte, en el país había más de 111 empresas de su propiedad.

De distintas maneras, logró concentrar a lo largo de su vida una gran parte de la economía dominicana en sus manos. Como ejemplo tenemos:

* Sal. En 1931 se adueñó de la producción y venta de sal. Esto le reportaba unos 400 000 pesos netos anuales.

* Carne, las que le proporcionaban ingresos anuales de unos 500 000 pesos.

* Arroz. Prohibió la importación de arroz y sólo permitió el consumo del arroz criollo que distribuía una de sus empresas personales.

* Central Lechera.

* Compañía Anónima Tabacalera.

* Fábrica Dominicana de Calzados.

* Pinturas Dominicanas (PIDOCA).

* Ingenios Esperanza, Porvenir, Ozama, Amistad, Monte Llano, Barahona, Consuelo, Quisqueya, Boca Chica, Las Pajas, Santa Fe, Catarey y Río Haina.

* Seguros San Rafael.

* Licorera La Altagracia.

* Sociedad Industrial Dominicana.

* Refinadora de Aceite de Algodón.

* Molinos Dominicanos.

* Fábrica Dominicana de Cemento.

* Fábrica de Sacos y Cordelería.

* Fábrica de Vidrio.

* Industria Nacional del Papel.

* Atlas Comercial Co.

* Caribbean Motors.

* Compañía Dominicana de Aviación.

* Ferretería Read.

* Periódico La Nación.

* Industria Caobera.

* Aserradero Santelises.

* Naviera Dominicana.

* Industrias Nigua.

Radio Caribe (desaparecida). Periódico El Caribe. Radio HIN Tv (Rahintel)

Personalidad

La personalidad de Trujillo se caracterizó más que nada por el resentimiento social, debido a la crianza en el seno de una familia disfuncional y la represión personal debida a carencias tanto afectivas como materiales a las que fue sometido durante sus primeros años. Sus actos delictivos y su posterior comportamiento mientras estuvo en la presidencia de la República Dominicana fueron producto de lo mismo, ello ligado al deseo impetuoso de ser aceptado en los altos círculos sociales del país.

Una de las características principales de Trujillo fue su instinto de poder, acompañado de un intenso deseo por el dinero y la convicción de que el dinero era la fuente de apoyo de ese poder. Trujillo fue metódico, puntual, reservado y sigiloso y no tuvo verdaderos amigos, sólo conocidos y aduladores.

Su amor por la ropa fina y ostentosa se notó siempre en sus uniformes y trajes elaborados de los cuales llegó a coleccionar más de dos mil. Era aficionado a las corbatas y tuvo una colección de más de diez mil de ellas. Además, se acicalaba con abundante perfume.

Su apetito sexual fue insaciable, prefiriendo las jóvenes mulatas de cuerpos bien proporcionados. Con el pasar del tiempo buscó mujeres cada vez más y más jóvenes, las cuales eran suministradas por personas que buscaban favores. Llegó a nombrar a un funcionario en Palacio para organizar fiestas con esos objetivos. Cuando las mujeres no estaban dispuestas a «colaborar», Trujillo presionaba a la familia para salirse con la suya.

El martes 30 de mayo de 1961, a las 9:45 de la noche, en el kilómetro 9 de la carretera de Santo Domingo a San Cristóbal, el auto en el que viajaba Trujillo fue ametrallado en una emboscada urdida por Modesto Díaz, Salvador Estrella Sadhalá, Antonio de la Maza, Amado García Guerrero, Manuel «Tunti» Cáceres Michel, Juan Tomás Díaz, Roberto Pastoriza, Luis Amiama Tió, Antonio Imbert Barrera, Pedro Livio Cedeño y Huáscar Tejeda. El vehículo recibió más de 60 impactos de bala de diversos calibres, de los cuales siete impactaron el cuerpo del dictador causándole la muerte. Su chófer, Zacarías de la Cruz, recibió varios impactos, pero no perdió la vida, aunque fue dado por muerto por los ajusticiadores.

Las armas proporcionadas por la CIA habían sido ocultadas por el estadounidense Simón Thomas Stocker «Wimpy», como también se le conocía, propietario del único supermercado del país y residente en la República desde 1942, fue contactado por la CIA bajo el nombre en clave de «Héctor». Stocker rehusó la remuneración de la CIA por sus esfuerzos, aduciendo su convicción moral. Las armas fueron ocultadas por más de dos meses, a riesgo personal y de su familia, dentro de un armario pequeño en su estudio, en su residencia privada, hoy ya demolida y que estuvo ubicada en un solar en el lado sur de la avenida Independencia, próximo a la avenida Máximo Gómez.

Algunos afirmaron que dichas armas nunca llegaron a las manos de los organizadores del ajusticiamiento, debido a la supuesta falta de una autorización explícita de la CIA para su entrega. Esta opinión fue contradicha por testimonios de viva voz, comunicados por Stocker a familiares y personas de confianza, afirmando que las armas fueron entregadas por él a un dominicano, después de haberlas ocultado en su propiedad, según su relato. No obstante, esa versión fue negada por el único sobreviviente del ajusticiamiento, el general Imbert Barrera.

Algunos analistas mencionan que el interés de Estados Unidos en acabar con Trujillo se debió a que la represión de su gobierno podría desembocar en una revolución filocomunista en República Dominicana, similar a la Revolución cubana, que fue una consecuencia del rechazo del pueblo cubano al dictador Fulgencio Batista.

La familia de Trujillo trató de huir con el cuerpo del dictador en su yate «Angelita», pero no fue posible. Su funeral, realizado el 2 de junio del mismo año, fue el de todo un estadista y una larga procesión lo acompañó desde el Palacio Nacional hasta la localidad de San Cristóbal, donde fue enterrado. Miles de personas de todos los estratos sociales desfilaron ante el féretro con los restos de Trujillo. El entonces presidente Joaquín Balaguer dio el discurso laudatorio, diciendo, entre otras cosas:

"El momento es pues propicio para que juremos sobre estas reliquias amadas que defenderemos su memoria y que seremos fieles a sus consignas manteniendo la unidad. Querido jefe, hasta luego. Tus hijos espirituales, veteranos de las campañas que libraste durante más de 30 años, miraremos hacia tu sepulcro como un símbolo enhiesto y no omitiremos medios para impedir que se extinga la llama que tú encendiste en los altares de la República y en el alma de todos los dominicanos."

Después de esto, ante la presión popular, la familia Trujillo salió del país y Ramfis Trujillo tuvo que sacar el cuerpo de su padre. Trujillo fue enterrado en París, en el Cementerio del Père-Lachaise, a petición de sus familiares.

En 2009 se generó una controversia en la República Dominicana. En ocasión del 48º aniversario de su muerte, se planteó el traslado de los restos de Trujillo a la República Dominicana, para ser enterrados junto a los héroes nacionales. Esta idea generó un fuerte rechazo popular.

Actualmente los restos de Trujillo se encuentran en un cementerio de la pequeña comunidad de El Pardo, a 25 minutos de Madrid en España, cementerio muy por debajo de las características de los demás cementerios madrileños, en una tumba que probablemente no se asemeja en nada a aquella mandada construir por el dictador en la década de 1950 en su natal San Cristóbal.

Bibliografía

* Cassá, Roberto (septiembre de 2001). «Algunos componentes del legado de Trujillo». Iberoamericana (Iberoamericana Editorial Vervuert) (3): 113–127.

* Diederich, Bernard (1990). «Trujillo, la muerte del Dictador». Fundación Cultural Dominicana (3ra edición) (Santo Domingo). p. 258. ISBN 0-316-18440-3.

* Poppino, Rollie E. (1968). «Trujillo: The Life and Times of a Caribbean Dictator. by Robert D. Crassweller; Overtaken by Events: The Dominican Crisis from the Fall of Trujillo to the Civil War. by John Bartlow Martin». En The Academy of Political Science. Political Science Quarterly (en inglés) 83 (1): 149–151.

* Sánchez Barría, Felipe (2012). «Reseña de La seducción del dictador: Política e imaginación popular en la era de Trujillo». Revista de Historia Iberoamericana 5: 131–132. ISSN 1989-2616.