Eugenio María de Hostos y Bonilla. Educador, filósofo, sociólogo y escritor puertorriqueño. Uno de los más grandes hombres de Latinoamérica del siglo XIX.
Eugenio María de
Hostos nació el 11 de enero de 1839 en la hacienda Río Cañas, uno de los
partidos de la jurisdicción de Mayagüez, en Puerto Rico.
Fueron sus padres
Eugenio de Hostos y Rodríguez y María Hilaria de Bonilla y Cintrón. Recibió
educación primaria en el Liceo de Puerto Rico.
En 1852 su familia
lo envió a Bilbao, España, a continuar estudios. Se graduó en el Instituto de
Educación Secundaria bilbaíno, y a continuación se matriculó en la Universidad
Central de Madrid, en la que estudió Derecho y también Filosofía y Letras. Tuvo
como maestro, entre otros, al filósofo krausista español Julián Sanz del Río, y
como compañeros al político y filósofo Nicolás Salmerón, al jurista, pensador,
historiador, catedrático y político Gumersindo Azcárate y al filósofo, pedagogo
y ensayista Francisco Giner de los Ríos. Pronto comenzó a interesarse en la
política, tomando partido decidido a favor de la constitución en España de una
república federal.
Desde su
adolescencia, Hostos se aplicó a una continua reflexión cuyos más tempranos
fueron sus notables diarios y sus novelas de juventud.
En 1862 falleció su
madre en Madrid. Hostos viajó a Puerto Rico y regresó a España al año
siguiente. Allí publicó la novela La peregrinación de Bayoán –para dar a
conocer al pueblo español la penosa situación colonial de Cuba y Puerto Rico-,
y, en 1867, el ensayo Romeo y Julieta. Participó activamente en la Sociedad
Abolicionista de la Esclavitud y en el Ateneo de Madrid.
Desde el periodismo
luchó intensamente por la abolición de la esclavitud y por las reformas
autonómicas que prometía el liberalismo español para Cuba y Puerto Rico. En
1865 escribió una carta al periódico La Iberia, en la que denunciaba la
sangrienta represión por las revueltas estudiantiles de “La noche de San
Daniel”, ocurrida el 10 de abril en aquella ciudad.
Cuando estalló en
Cádiz la revolución de septiembre de 1868, en oposición al régimen de la reina
Isabel II, Hostos dio a conocer, en el diario madrileño La Voz del Siglo, un
extenso artículo titulado “España y América”, en el cual se solidarizó con el
movimiento a favor de los derechos individuales y la soberanía nacional para
España y sus dominios.
Después del triunfo
de los republicanos españoles del 8 de octubre de 1868, Hostos rechazó una
oferta para el cargo de Gobernador de Barcelona. El 20 de diciembre siguiente
pronunció en el Ateneo de Madrid una conferencia en que impugnaba el régimen
colonial que España mantenía en las Antillas, y anunciaba su rompimiento con el
Gobierno en solidaridad con la revolución cubana, que había estallado el 10 de
octubre del mismo año.
Cuando se adoptó en
1869 la nueva constitución española, que no extendió a Puerto Rico y Cuba los
derechos ciudadanos propios de una república federada, Hostos abandonó España
para no regresar nunca más. Viajó a Nueva York (Estados Unidos) con el fin de
integrarse a los preparativos de lucha armada por la independencia que
organizaban en esa ciudad los emigrados de ambas Antillas. Cuando observó que
algunos líderes del movimiento independentista en la emigración se afiliaban al
anexionismo a los Estados Unidos, Hostos emprendió un viaje a Suramérica para
recabar apoyo a la causa de la libertad antillana, en su calidad de delegado de
la Junta Revolucionaria Cubana, cargo en el que fue nombrado en 1871. En su
periplo visitó Colombia, Panamá, Perú, Chile, Argentina y Brasil.
Logró la aprobación
por el Congreso colombiano de una ley en beneficio de la emigración cubana. En
Panamá, donde habían comenzado las obras para construir un canal interoceánico,
propuso que se hiciera de él una zona neutral, pero latinoamericana y libre de
pretensiones de dominio imperialistas.
Residió en Perú
algunos meses, durante los cuales publicó asiduamente en varios órganos de
prensa, y en particular en La Patria, numerosos ensayos que son IMPORTANTES
documentos proto sociológicos en que propone la legitimidad del mestizaje, con
modelo en el cholo, quien recuerda al jíbaro. Fundó, en unión del peruano
Joaquín Capelo, la sociedad Amantes del Saber, destinada a fomentar un ámbito
para la cultura en la capital peruana. También fue ardiente defensor de los
derechos de los trabajadores chinos, brutalmente explotados.
En su recorrido por
Argentina y Chile, proyectó un mercado común suramericano y un ferrocarril
transandino. Más tarde, cuando la línea férrea fue por fin construida, la
primera locomotora que cruzó los Andes llevó su nombre.
En 1874 regresó a
Nueva York, donde dirigió La América Ilustrada. Más tarde viajó a Santo
Domingo, donde se hizo cargo del periódico Las Tres Antillas.
En Chile se
desempeñó como profesor en la Universidad Central, y alcanzó notoriedad con una
serie de conferencias a favor de la igualdad de derechos para la mujer y de su
acceso a la educación plena y a la instrucción científica.
Al ser nombrado
Rector del Liceo de Chillán (Chile), el 18 de abril de 1888, Hostos se empeñó
en incorporar a la educación chilena el concepto de sistema educacional
concéntrico o evolutivo. En 1890, y en virtud de su ejecutoria como Rector del
Liceo de Chillán, el presidente Manuel Balmaceda y el ministro de Justicia e Instrucción
Pública Julio Bañados Espinosa fundaron en Santiago de Chile el Liceo Miguel
Luis Amunátegui, y nombraron su primer Rector a Eugenio María de Hostos.
Con el nuevo centro
se ampliaban las fronteras y capacidades de intervención social del educador
puertorriqueño. En ese período, además, asumió la cátedra de Derecho
Constitucional de la Facultad de Leyes de la Universidad de Chile y tomó parte
activa, desde allí, en la conformación de un sistema para la enseñanza de la
sociología en su propio país, que, finalmente, se transformaría en la segunda
Cátedra de Sociología creada a nivel mundial, que tuvo su sede en la
Universidad de Puerto Rico.
El 9 de julio de
1877 Hostos contrajo matrimonio en Caracas (Venezuela) con Belinda Otilia de
Ayala, natural de La Habana, hija del Dr. Filipo Carlos de Ayala y de Guadalupe
Quintana.
Eugenio María
Hostos fue un notable polígrafo. Escribió para sus hijos los cuentos "El
barco de papel", "La primera oración", "Mai-lla",
"El primer acceso", "La recaída" y "La beata”.
En 1873 escribió
"Juicio crítico de Hamlet". En 1881, por encargo del Gobierno de la
República Dominicana, publicó el opúsculo Los frutos de la Normal, exposición
de metodología pedagógica. En 1883 vio la luz su Tratado de sociología;
Lecciones de derecho constitucional, en 1887, y al año siguiente Moral social,
obra que lo erigió en uno de los más notables estudiosos de esta materia en el
siglo. Su Ensayo sobre la Historia de la lengua castellana y la Historia de la
civilización antigua fueron concebidos en 1894; en 1896, Geografía evolutiva,
así como Cartas Públicas acerca de Cuba. En 1899 apareció El caso de Puerto
Rico.
La guerra por la
independencia de Cuba que encabezó José Martí en 1895 colocó a Hostos
nuevamente en campaña. En 1898, cuando estalló la Guerra Hispano-estadounidense,
renunció a su rectorado del Liceo Amunátegui y a sus cátedras y tareas
periodísticas y, luego de pasar por Caracas, arribó a Nueva York y organizó la
Liga de Patriotas, de la cual es nombrado presidente. Ese mismo año llegó a
Puerto Rico, fundó en Juana Díaz el Primer Capítulo de la Liga de Patriotas y
el Instituto Municipal con la finalidad de educar al pueblo puertorriqueño en
el conocimiento de sus nuevos derechos bajo la Constitución federal
norteamericana, particularmente el derecho a reclamar un plebiscito.
Participó, junto a
Julio Henna, Rafael del Valle y Manuel Zeno Gandía, en la comisión delegada por
el movimiento independentista de Puerto Rico para ventilar ante el presidente
norteamericano William McKinley y el Congreso estadounidense los intereses y
necesidades de la isla. Pero su esperanza de un Puerto Rico independiente se
frustró cuando el gobierno federal decidió, con la ley Foraker de 1900,
convertir la isla en una colonia.
Eugenio María de
Hostos murió en República Dominicana el 11 de agosto de 1903, a la edad de
sesenta y cuatro años. Sus últimos deseos habían sido morir en Santo Domingo, y
que sus restos fueran trasladados a Puerto Rico cuando su isla natal fuera
libre. Hasta hoy, su cuerpo está depositado en el Panteón de los Héroes
Nacionales, en Santo Domingo.
La Octava Conferencia Internacional Americana, llevada a cabo en 1938, honró a Eugenio María de Hostos con el título de “Ciudadano de América”, por haber entregado su vida a la lucha por la emancipación de su patria, por la unidad de las Antillas y de América Latina toda.
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