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noviembre 25, 2021
noviembre 24, 2021
Enrique Blanco
Enrique Blanco fue, el conquistador de la montaña. En
el aniversario #85 de su muerte.
Nació el 14 de enero de 1907, en la sección de Don
Pedro, La Peña, en la entonces comunidad de Tamboril, en la provincia de
Santiago, siendo en orden cronológico el noveno hijo de Eugenio Blanco y la
señora María Ubaldina Sosa.
Su padre, en la sección de Don pedro Abajo y regiones
aledañas, era conocido como una persona de absoluta seriedad y bien dedicado al
trabajo que le valieron de estimación y respeto y le valieron para que se le
llamase don Gengo. Procrearon 10 hijos:
María Ismaela (Fallecida en la infancia), Jesús María;
Estebanía Librada, Ramón Eugenio (Geno), Luis María "Churo"; Julio
Antonio "Chingo"; María Bienvenida; Rafael Enrique "Enrique
Blanco" y Edilia Victoria.
Su madre murió en el 1929 antes de que su hijo menor
de los varones se convirtiera en el defensor de los principios fundamentales de
la dignidad humana cuyo acto trajo la despiadada extinción de casi el total de
la familia por parte del tirano.
Enrique Blanco, como su padre, desde niño trabajó
junto a sus hermanos en los quehaceres de la agricultura. Se ejercitaba en
actividades deportivas y fue conocido en su comarca como un recio y aguerrido
bateador.
Solo alcanzó el primer grado en la escuela campestre,
razón por la cual casi no sabía leer ni escribir. Su modo de conversar era
inculto y había en sus expresiones tosquedad y rudeza pues hablaba común y
corriente como el arcaico campesino cibaeño sin escuela.
Cuando estaba en la edad entre 18 y 19 años, decide la
liberación de la tierra que le vió nacer e ingresa al ejército nacional. Entre
los años 1925 y 1926, durante el régimen constitucional que presidió el general
Horacio Vásquez Lajara, para canalizar sus apiraciones militar, acudió a un
amigo de su padre, al general Pedro M Estrella "Don piro", valeroso
hombre de armas, quien enganchó a Enrique como raso del ejército Nacional.
En el desempeño de sus funciones era arbitrario y
estimaba sus deberes más allá de los reglamentos, actitud que hacía que sus
compañeros fueran renuentes a practicar el servicio junto a este personaje.
De esa época le deviene el apodo del cabo, pues un alto
jefe militar dispuso que fuera jefe de patrulla, es decir, que fungiera como
Clase frente a los otros rasos que integraban una patrulla y fue así por mucho
tiempo.
En una ocasión al celebrarse una fiesta en el poblado
de Boca Chica, se presentó en estado de embriaguez, provocando un tremendo
enfrentamiento donde hirió a varias personas, y un disparo con el revolver que
portaba alcanzó a una señora transeúnte, la cual expiró al ser llevada a la
beneficencia que hoy es llamado Hospital Padre Billini
En este hecho resultó herido de arma blanca en una de
sus clavículas, pero sin trascendencia.
Investigado el caso, fue sancionado con seis meses de
reclutamiento en la Torre del Homenaje, pena que no llegó a cumplir, pues
asuntos especiales del movimiento político, obligaron un movimiento de tropas,
lo que aprovecho el alto militar que le era afecto, para levantar la sanción,
poniéndolo en libertad y en actitud de servicio.
La forma de proceder durante su primer alistamiento lo
inhabilitaron para ser admitido en el realistamiento, dado al cúmulo de faltas
disciplinarias en su Libro récord y que el comandante de la 17º compañía del
E.N. donde el raso Rafael Enrique Blanco Sosa, prestaba servicio, desestimo el
deseo del mismo y, por el contrario, recomendó su no recibimiento, pues en la
vida militar éste privilegio sólo lo tenían los observadores de una conducta
que los hiciese acreedores a tal merecimiento, lo que era ganado con
disciplina, corrección y espíritu.
Lo que, según el informe del capitán, el Raso Blanco Sosa
con su temperamento jamás amoldó la disciplina militar, era un adicto a las
bebidas alcohólicas y un emprendedor jugador de dados.
Estas recomendaciones motivaron que Enrique Blanco no
continuara en el E.N., y lo obligaron a retornar a su patria chica de Don Pedro
Abajo, donde se dedicó a su habitual ocupación de agricultor a pequeña escala,
ya que los terrenos que disponía su padre eran escasos.
Las circunstancias especiales que cambiaron la
política a principio de 1930, al quebrantarse el orden constitucional, y el
manto Cívico del 23 de febrero de 1930, le brindo la oportunidad al ex raso
Enrique Blanco retornar al rescinto del cuartel, teniendo cabida para los
primeros meses de ese mismo año, ingresando al centro de enseñanzas que para
ese entonces estaba ubicado en el kilómetro 9 de la carretera Duarte y que
comandaba el capitán José Navarro Mejía del Ejército Nacional.
Después de servir al ejército en los en el comienzo de
la dictadura de Trujillo, decide desertar de manera misteriosa se llevó consigo
el arma de reglamento y se le acusaba de haberle dado muerte a un compañero de
armas convirtiéndose así en el hombre más buscado durante la dictadura.
Como es normativo fue puesto en todas las guarniciones
del país, mediante Orden Especial, en la que se daban informe del hecho e
instrucciones de hacerlo preso, con la advertencia de estaba armado de un
revolver marca Smith & Wesson calibre 38 que debía ser recuperado,
dejándose entrever que su persecución revestía mucho riesgo más bien por su
peligrosidad pues teniéndolo de valiente y muy decidido, lo juzgaban capaz de
defender a muy alto precio su libertad y su vida.
Con lógica apreciación la jerarquía militar creyeron
que se refugiaban por los predios de Don Pedro, donde estaban su padre,
hermanos y demás familiares, por cuya razón fueron enviadas patrullas a su
persecución y captura, pero da la impresión de que su captore en principio
buscaban al compañero de armas.
Cuentan que en una ocasión mientras Enrique Blanco
jugaba una partida de dados, y en el momento de más concentración aparecieron
unos guardias, pero a estos reconocerlo como amigo y compañero de armas,
ignorando que era este le preguntaron ¿Dónde está Enrique Blanco? a lo que este
respondió mirándolo fijamente "No ta aquí, busquelon pa la capitai"
Instruido por un compañero de arma, quien le dijo que
si devolvía el revolver que era lo que a los militares interesaba dejarían de
buscarlo, entonces decidió entregar el revolver con el cual había desertado lo
remitió al Coronel Luis Veras Fernandez, del E.N., quien para ese entonces
comandaba la fortaleza San Luis siendo llevada el arma por su padre y el
alcaide pedáneo de la sección de Don Pedro Abajo, es señor José Blas, tan
pronto el ejército recupero el arma se suspendieron las patrullas para su captura.
Esta suspensión de actividad para capturarlo se
mantuvo por casi dos años durante los cuales se le veía en fiestas y galleras
sin embargo el Ejército ni la policía municipal nunca lo molestó.
Cuando todo se puso al rojo vivo debido a las muchas
muertes que se le atribuían, la tregua fue levantada y las persecuciones se
aumentaban violentamente. Entonces para esa época fue cuando Enrique Blanco inició
la comisión de actos delictivos que inquietaron de sobremanera a los habitantes
de los lugares que hacía sus movimientos.
En esa etapa es que Enrique Blanco visita al vecino
país de Haití, y visito a un papá Bocó Haitino quien le preparo un ensalmo para
que ni las balas, ni los cuchillos entrasen por su cuerpo, por lo que con dicho
conjuro ningún mortal podía darle muerte, ni mucho menos herirlo, entregándole sendos
amuletos que ni para bañarse podía quitárselo.
Habiendo conseguido esto Enrique Blanco le preguntó si
era posible que otro brujo le quitara dicha magia y el brujo haitiano le
racionó diciendo que no.
Entonces este le pregunto que quien podía darle muerte
y el brujo le contesto Dios y yo entonces Enrique Blanco se abalanzó hacia el
brujo haitiano dándole una estocada que le provocó la muerte dejando el
conocido refrán "Más vale por si acaso que un yo lo pensé".
Es a partir de ese entonces que Enrique Blanco se
sabía inmune al puñal y las balas, también sabía que al único que tenía este
poder él lo había ya eliminado.
Se llego a decir que Enrique Blanco era brujo y que
era visto cuando les pasaba a los guardias por el lado.
Era tan grande el temor que se le tenía que los
guardias al ubicarlo en un lado se iban para el otro por no encontrarse con él.
Como Enrique Blanco conocía de palmo a palmo todas las
secciones, llanos y montañas y regiones colidantes al municipio de Tamboril y
Santiago el ejército rondaba todas partes tras él y empezaron a detener a todas
las personas que pidiesen darle alimentos o le diera alberge.
A Enrique Blanco se le atribuía crímenes que jamás
cometió, se le achacaban cosas de tres lugares distintos y casi al mismo
tiempo, también lejanos a su demarcación.
Pues bien, Enrique solo andaba con un puñal hasta que
una noche sorprendió a un policía en la carretera mientras le estaba haciendo
el amor a una joven coqueta de Gurabo, en la carretera de Santiago Puerto
Plata, quitándole un revolver que portaba y el cinturón con balas de este.
Ahora aparte del puñal largo y afilado ya Enrique
Blanco tenía en su poder un revolver y 38 a 50 cápsulas a su disposición la
cuales iba emplear depende de la circunstancia.
Enrique Blanco tenía fama de buen tirador, de eso
aparte de las normas y reglas adquiridas por instrucciones o enseñanzas, poseía
el don de naturaleza donde ponía el ojo ponía la bala. Según la versión de
Domingo Pantaleon, contó que siendo militares juntos él y Enrique Blanco
después de recibir nomenclaturas de fusil Máuser, la cual es teoría básica de
esta arma, y con los cinco disparos que hizo Enrique Blanco marcó cinco dianas
o seas, dio en el centro del tiro al blanco, y el director asombrado, como los
demás compañeros paro la práctica de tiros para darles explicación de este caso
excepcional.
Entonces dijeron que era una Chepa (Para lo que no son
dominicanos es lo mismo que suerte) y lo pusieron a tirar de nuevo y repitió la
misma acción a lo que respondió el instructor ¿y de donde salió este hombre?
"Ese debe ser el diablo".
Gregorio Polanco conocido por todo el pueblo
dominicano como Gollito, fue un general de montonera, matrero, ocurrente,
aparte de su valor bien probado, se le atribuyen graciosas anécdotas con
injuicioso sentido filosófico. Su más conocida fue la repuesta a Trujillo,
cuando este le pidió opinión de su criterio sobre su gobierno Gollito le
respondió "Bueno General Trujillo, el tabaco es fuerte, pero hay que
fumarlo".
Enrique Blanco incursionaba por los predios del
general Gollito, en la sección de Pontezuela al medio que queda colindante con
Don Pedro Abajo se acercó a dicho general para pedirle ayuda económica, la cual
obtuvo, pero aprovechando el general Gollito para decirle estas palabras
"la verdad Enrique Blanco que en estos contornos tú y yo somos los únicos
con calzones en la Bragueta. A lo que contesto Enrique Blanco "No señor
general, el único macho de pelo en pecho eh ute que por aquí a peliado de
frente y atacando, yo en cambio vivo huyendo para defenderme y evitar caer en
mano de quienes me persiguen".
Enrique Blanco le gustaba exigir silencio leal,
discreción absoluta a todos cuanto le conocían o le prestaba ayuda dándole
comidas y alojamiento ocultaste. Un acto desleal del que Enrique Blanco se
enterara era motivo para enfurecerse y tomar represalia entonces cruzaba la
raya de la amenaza y le daba una pela o los mataba.
Los campesinos vivían de la sugestión pues de un lado
el ejército le obligaba a la información delatora y por el otro lado Enrique
Blanco le obligaba al silencio, esta era la difícil situación del campesino era
como aquel dicho "Palo si boga, palo si no boga".
Alfredo Cruz ejercía el comercio a pequeña escala,
tenía un colmado en el paraje Viejo y quien algunas veces, Enrique Blanco
acosado por el hambre acudió a su puerta pidiéndole proveerlo para saciar el
hambre.
Una noche Alfredo dormía en dicho colmado, junto a un
hermano, y al llegar Enrique Blanco y llamarlo, Enrique Blanco solicitó que lo
proveyera de pan, queso, tabaco y una botella de ron.
Mientras se demostraba solícito a complacerlo y daba
conversación entretenida, el pulpero había mandado a su hermano a buscar al
alcaide pedáneo Pedro Pérez, el que enseguida recluto ocho hombres armados y
rodearon la casa comercio, Enrique Blanco reunió todo lo que fue a buscar en su
macuto y listo para irse, dándole un jalón al pulpero con brusquedad diciéndole
"Alfredo mandaste a buscar a las autoridades, me denunciaste, y tú sabes
lo que yo le hago a los deslenguados... pero a ti no te voy a matar porque me
ha quitado el hambre muchas veces". Y dirigiéndose al alcaide pedáneo le
dijo "Pedro voy a salir, te advierto que hoy es día de Corpus Cristy y no
quiero matar a nadie... Así lárgate con la gente para no joderte".
Al instante hizo un disparo que perforo el zinc del
colmado lo que bastó para que el alcalde y acompañantes se despistaran, huyendo
a to meter, mientras Enrique Blanco con aire displicente, salió al camino e iba
disfrutando del pan y del queso, y dándose un petacaso de ron caballito que era
el ron que le gustaba.
Como otros relatos es bueno escuchar, aunque en
diferencia de lugares y la manera como sucediera, en el caso del compadre de
Enrique Blanco donde este le fue en solicitud de albergue, quien con fingida
complacencia le dio recibimiento que aparentaba beneláito, acomodándole en una
rancheta conuquera, también le dio una suculenta cena, con su botella de ron y su
tabaco por lo que Enrique Blanco se sentía totalmente hospedado.
Transcurrido el tiempo el compadre considero bastante
tiempo para estar dormido, con todo sigilo llegó al puesto del ejército
Nacional, que estaba cercano a su casa, retornando con tres militares y como
práctico al fin al entrar primero al indicado rancho cayo con la frente
abierta.
Enrique Blanco se había vuelto un experto en la
escapada pues los guardias al tropezarse con el muerto solo vieron el celaje
del hombre que buscaban.
Cuenta que una vez a referirse a su compadre dijo:
"Me ha dado mucha pena haber matado a mi compadre Memecio, pero él fue el
que se buscó su muerte, porque él sabía bien que yo no perdono a los traidores
y me traicionó.
Enrique dándole fama de ser implacable con los
traidores motivado por la postura del alcalde Pedaneo de la Almendra que por el
cumplimiento de su deber al percatarse que Enrique Blanco estaba por los
predios informo a los guardias y esto enviaron fuerzas a perseguirlo.
Enrique Blanco jamás fue visto por los guardias, pero
como era amigo del alcalde considero su postura como un acto de traición a su
persona y a su amistad, eran verdaderos motivos para no dejarlo sin sanción,
por lo que tomo la reacción de asediarlo de la manera que le fuera conveniente.
Ya fuera tocándole las puertas, enviándoles mensajes
amenazantes con familiares y personas del lugar así le recargo el temor al alcalde
que opto por abandonar sus tierras, su mujer y sus hijos huyendo por lo que en
su comunidad empezaron a llamarle el manilo.
De las muertes a supuesto traidores una de la que más
se menciona es la de Mon Cigarro, Ramón Motas se le apodaba así porque siempre
en la boca llevaba un cigarro de los denominados túbanos o pachuché, era un
agricultor de profesión algunas veces cambiaba por la de chofer, estaba siempre
al Servicio Informativo del gobierno, en la persona del Comisario de la policía
Municipal o del Coronel del ejército de Santiago, Mon Cigarro conocía muy bien
a Enrique Blanco de forma idéntica Enrique Blanco lo conocía a él, habían
crecido juntos y además eran muy buenos amigos.
Una vez, había salido a recorrer el campo, y en la
sección de jaragua Mon Cigarro se tropezó con Enrique Blanco, donde celebraron
el encuentro pues hacía tiempo que no se veían. Allí compartieron largamente despidiéndose
satisfactoriamente de haberse encontrado, y donde volverían pronto a hacerlo.
Tan pronto Mon Cigarro, retornó a la ciudad llevó a
conocimiento al jefe de la policía municipal que para esa época se le denominaba
comisario, todos los pormenores de su conversación con Enrique Blanco y
plantearon estrategias para su captura.
El plan consistió en que mon en vez de policías o
militares, llevaría civiles amigos que reclutaría con tentadoras ofertas que lo
estimularían en la acción. Además, fue una orden de la cual no se podían
resistirse, pues el desacato a la misma implicaba una sentencia de muerte.
Mon se situó en el sitio acordado, pero Enrique Blanco
lo esperaba desde su escondite y lo observaba todo y le disparo un proyectil en
la misma boca, mon cae desplomado al instante, rodando por tierra y
revolcándose en su propia sangre, hecho que ni siquiera vieron los que le
acompañaban.
Un día Enrique Blanco evitando el cerco que le puso la
guardia se encontró con Rosendo, una persona conocida suya y después de
conversar ambos siguieron en contrarias direcciones, cerca de donde se
despidieron a Rosendo lo sorprendió la guardia que lo interrogó acerca de que,
si conocía a Enrique Blanco o lo había visto por esos lugares, respondiéndole
éste que, si lo conocía, pero de verlo ni un rastro por esos lugares.
Pero sucedió algo que para Rosendo fue inexplicable
siempre al rato le salió Enrique Blanco y quiso explicarle lo de su entrevista
con la guardia, pero Enrique Blanco lo detuvo y le dijo: "No me diga na.,
yo lo he oí to... así deben ser los hombres para defender los amigos porque hoy
por mí y mañana por ti, soy tu amigo y puede contar conmigo para cualquier
cosa, porque no hay hombre sin hombre ¡Adiós hasta después!".
Se cuenta que al transcurrir el tiempo en el mismo
lugar de Quinigua, en una tienda que fue levantada improvicionalmente
instaladas por buhoneros que van los días de pago a la factoría y plantaciones
agrícolas, Rosendo discutió acaloradamente con un forastero, dicho forastero
sacó un largo cuchillo y procedió enterrárselo a Rosendo pero antes de poder
hacerlo recibió un tiro en el pecho cayendo muerto por una bala escupida desde
el revolver de Enrique Blanco quien antes de marcharse le dijo a Rosendo
"Tuve yo te lo había dicho hoy por mí, mañana por ti".
Enrique Blanco, también les arrancó el pudor a muchas
mujeres de la zona, tomaba a las mujeres de las zonas en continuos actos de
violación.
Ya perseguido en todos los lugares, llegó a un campo
del municipio de Gaspar Hernández, precisamente en la casa de Alonso Sosa
hermano de su madre a quien sus familiares le llamaban Papá Alonso.
Pero en el sito que había recibido la confianza de sus
familiares, Enrique Blanco, rapto a su prima hermana la hija de Alonso, éste
con la condición de padre ofendido apeló a proceder a la justicia a su indigno
sobrino que lo burló en su propia casa.
Basado en la querella El sargento Teodoberto Blanco
Castro puso dispuso patrulla permanente tras la búsqueda del raptor, pues la
guaría no le perdía ni pie ni pisa. Enrique Blanco en una desesperación juró
que se vengaría del sargento, venganza que cumplió asesinándolo.
También mató al raso Camilo Jáquez (Camilito) del
Ejército Nacional quien había pedido permiso para ver a su madre que se
encontraba enferma. El raso vio a Enrique Blanco portando un puñal a la vista
lo que le pareció sospechoso (aunque no conocía a Enrique Blanco), le exigió
que le entregara el puñal, pero Enrique Blanco haciendo que fuese a acatar la
orden sacó el revolver del macuto, haciéndole un disparo que le atravesó el
corazón dejando a Camilito tendido en el suelo.
Tras la muerte del raso del E.N. fue cuando empezó a
circular la versión de que Trujillo daba dos mil pesos y la insignia de teniente
del Ejército a quien capturara vivo o muerto a Rafael Enrique Blanco Sosa.
Enrique Blanco fue agrandando el radio de sus operaciones
lo que fue un estrecho círculo familiar se extendió por casi toda la región
cibaeña y a veces muchos lugares del noroeste.
Cuando esto sucedía, llegaron a Trujillo las
expresiones emitidas por Enrique Blanco: "En el ejército hay uno, que si
nos pechamos frente a frente debe ganar el que tire primero y es el teniente
Mingo Peña, los demás uno por uno no se puede enfrentar conmigo porque le
tiembla las manos, esas partidas de cobardes to me tienen mieo"
Sucedía que Mingo Peña, era íntimo amigo de Enrique
Blanco y compañero de juego de vicio.
Trujillo lo había cancelado y no hacía mucho que lo
había a mandado a buscar nuevamente a su servicio con el rango de primer
teniente. Y al notarse las expresiones de Enrique Blanco fue ascendido a
Capitán, llamándolo el mismo Trujillo a su despacho en el palacio Nacional, y
diciéndole usted está enterado de las expresiones de Enrique Blanco acerca de
lo que sucedería si ustedes dos se encontrasen y en caso de que se batan a
tiros y le ordenó: "Vaya a su encuentro y le aconsejo que tire primero ¡Buena
suerte, Capitán Peña!".
En cumplimiento de la orden, el capitán Mingo Peña con
una tropa por él comandada, acorraló a Enrique Blanco y muchos militares
perdieron la vida, encontrándose entre ellos el civil Mon Germosén Santana,
íntimo amigo de Enrique Blanco, quien fue fusilado en los tres troncos de mango
en la sección de Veragua, por encontrársele el revolver del raso Camilito.
Pero en esta operación, Enrique Blanco volvió a Salir
ileso por su agilidad y destreza.
Cuentan que fueron inútiles las trampas que por el
camino les tendían, hasta que apareció un brujo que dijo que, si le entregaban
todo lo que pedía en cuestión de días o tal vez horas, atraparía el hombre que
venía azotando a las autoridades y civiles de la zona. Trujillo entonces mandó
al comandante que le entregaran todo lo que pedía dicho brujo para realizar la
arriesgada misión.
Inmediatamente, al lugar llegaron diez caballos
negros, todos con arnés y nueve hombres a los cuales se le había dado la aureola
de valentía y decisión y con el brujo completarían los diez. A cada uno se le
asigno un caballo.
Entonces, vestidos de trajes blancos confeccionado
para el efecto, se tiznaron el rostro y salieron a recorrer los campos donde
Enrique Blanco había establecido su guardia. Todos agotados por el cansancio de
recorrer y recorrer sin éxito en sus fines. Toda la comarca y alrededores
aprovecharon el vado de un riachuelo que bordeaba por verdes y frondosos árboles,
se echaron al suelo para el descanso entre las sombras.
Pero no bien se habían tirado uno de los jinetes con
los ojos de mensurados abierto, que brotaban casi a salirse de órbita, pregunto
a sus compañeros: ¿Como es que habiendo salido 10 habemos 11?
Y de manera desorbitadas todos se montaron a los caballos,
picaron sus espuelas y se olvidaron de la misión de capturar al ya terrorífico
Enrique Blanco.
Como ya sabemos del rapto de su prima y los crímenes
cometidos indujeron a Teodoberto Blanco Castro a disponer sistemáticos
servicios de ronda en su demarcación y demarcaciones aledañas para capturar a
Enrique Blanco y ordenó la persecución, cateo de las casas de todas las
secciones y parajes como Ojo de Agua, Veragua, Joba Arriba, la Piragua,
magnate, Bejuco Blanco, la Monteda, El peñón, Agua Clara, Río Piedra, La
Hicotea, Yerba Buena, Boba, Sabana Cajuiles, Los Pomos Boca de Orí, Los Guao y
muchos Otros. Ya la venganza contra el Sargento venía jurada.
Para tal propósito, decidió asaltar el cuartel del
Ejército Nacional, para llevar a cabo su venganza contra el Sargento Blanco
Castro trazó un atrevido plan estratégico, haciéndose llamar el Capitán Dulce,
reclutó 20 campesinos que produjo temor, entre lo que encontró el Alcalde
pedáneo de la Monteada , el señor Ningo Estrella como su ayudante , obligándole
a una acción que todos ignoraban ; allí se apersonó al Cuartel del Ejército en
la población de Gaspar Hernández, donde dormían el Sargento y los rasos Martín
Santos Florentino y Tulín Núñez (El Burro), y allí le ordenó al Alcalde que
llamara para hacer entrega de los presos que llevaba.
Cuando esto sucedía, uno de los detenidos, le dijo que
entrara por el patio que estaba abierto, lo que aprovechó Enrique Blanco para
llegar donde dormía el Sargento Blanco Castro.
El 22 de octubre de 1936, Enrique Blanco asesino a
mansalva al Sargento Teodoberto Blanco Castro mientras dormía, le hizo 4
disparos. En el hecho dejo herido levemente al raso Núñez, pero el raso Martín
Santos Florentino, logro reaccionar golpeando uno de sus acompañantes, pero
recibió un golpe contundente del revolver de Enrique Blanco.
Pues bien, según lo concibió, ordenó a un campesino de
apellido Rodríguez a cortar el cable que unía a Gaspar Hernández con Puerto
Plata, olvidando cortar el cable que unía con la comunidad de Sánchez, que fue
la vía que utilizaron para informar el hecho hacia Puerto Plata y de ahí a la
capital de la República.
Cuando la información llegó a Trujillo este impartió
una drástica medida de captura contra el hombre que había sembrado el terror en
esta comunidad. Un guardacostas con un contingente bélico zarpó de San Soucí
llevando especiales instrucciones hasta capturarlo.
Con estrategias y posiciones militares, con rondas
patrulleras diurnas y nocturnas, bloquearon carreteras, caminos vecinales,
trillos y veredas; las casas de los campesinos eran requisadas y la garantía de
vida de los familiares y amigos del fugitivo era muy remota.
El 24 de octubre de 1936, aparecieron asesinados Ramón
Eugenio Blanco Sosa y Jesús María Blanco Sosa, cuyos cadáveres tenían señales
de ahorcamiento, perforaciones de balas y heridas de armas blancas. Se mandaron
autoridades investigadoras, pero todos en el pueblo sabían que su único delito
era ser hermanos de Enrique Blanco.
Días más tarde, en el patio de la familia Gutierrez,
apareció asesinado debajo de una mata de uvas de playa en una horqueta que le
servía de sostén, el raso Julio Antonio Blanco Sosa (Chingo) también hermano de
Enrique Blanco. Chingo se había alistado en el Ejército Nacional y asignado al
escuadrón de caballería duro varios años allí, pero por desgracia fue llevado a
prestar servicio en Pedernales y cuando el acoso de su hermano fue llamado por
el coronel Joaquín Cocco hijo ordenándole perseguir a su propio hermano, algo
que fue impedido por otro alto militar allí presente.
Más luego apresarían y darían muerte a Eugenio Blanco
padre de Enrique Blanco, ciudadano ejemplar querido y respetado. Fue lanzado en
el trayecto de Puerto Plata a la altura de la desembocadura del rio Gen en
Gaspar Hernández, con los pies y manos con una pesa encima para que siempre
fondearan el mar.
Al encontrarse la reconexión telefónica apareció la
cédula del Individuo que Enrique Blanco había mandado a cortar los cables, el
individuo delato los nombres de los acompañantes de Enrique Blanco en el
asesinato del sargento Teodoberto Blanco Castro.
Todos fueron capturados y llevados a la fortaleza San
Felipe, donde el capitán Arturo Mañe supo respetar sus integridades físicas,
pero al amanecer, en la loma Isabel de Torres, el Capitán Andújar al llegar a
la sección La Ermita, fusiló a 12 de los presos y otros ocho en Boca de Gen.
Lo que fue sin duda un vil genocidio.
Enrique Blanco se veía cada vez más acorralado, su
fuera y movimiento se veían perdiendo imposible de vulnerar sabia la gravedad
de su caso tenía tres Alternativas:
1) Hacerle Frente al enemigo
2)Entregarse
3)Suicidarse.
La primera ni la segunda serian jamás parte de su
caso, puesto que en varias ocasiones había dicho que no lo haría. “Yo no me
entregaré, de eso puede estar seguro” mientras mostraba sus pies hinchados, “Quizás
sea la última vez que nos veamos don Juan, así que mientras tanto, barriga jalta,
corazón contento”. Así contó Juan Ramón Ramos del que era su amigo de infancia
que le había dicho días antes de su desenlace.
Así fue como el 24 de noviembre de 1936, Enrique
Blanco tomo su revolver, su inseparable amigo y se suicidó dándose un balazo en
la sien derecha, a las 11 de la noche en la sección Aguacate Arriba, dándole la
instrucción a un joven campesino de nombre Delfín Álvarez García para que
cobrara la recompensa de su muerte.
Delfín Álvarez dio su versión al señor Enemencio
Bencosme alcalde de la sección Aguacate Arriba "le había disparado en la
sien derecha mientras Enrique Blanco dormía un placido sueño en la finca de don
Fife" luego le enseño el revolver que portaba Enrique Blanco con el cual
según el le había dado muerte.
Decidió ir con el joven héroe, acompañado de moradores
del lugar, entre los cuales iba su esposa y un grupo de tropas comandadas por
el sargento Peralta al que apodaban "la liza"; luego se le unió un
capitán con la odiosa fama de crueles para ir al lugar.
El cadáver de Enrique Blanco fue trasladado a la
comandancia del Ejército Nacional en la ciudad de Moca, donde lo esperaron
miles y miles de espectadores, y fue paseado en macabra exhibición por las
calles de Santiago, donde las personas con los rostros compungidos se reunieron
al sepelio.
El 25 de noviembre de 1936, la camioneta que exhibió
su cuerpo llegó a la sección del ingenio Arriba. Militares reclutaron a varios
hombres que, sin mortaja ni ataúd, tiraron su cadáver a la fosa.
Así termino la existencia del hombre más temido,
respetado, odiado y admirado Rafael Enrique Blanco Sosa
En 1978 por diversas construcciones que empezaron a
erigirse los restos de Enrique Blanco fueron recogidos y expuestos en una mesa
envuelta en la bandera nacional como homenaje a quien fue considerado uno de
los primeros luchadores Antitrujillistas.
Un incidente se produjo al momento de dar cristiana
sepultura a sus restos en el municipio de tamboril cuando el comandante
regional del Ejercito y el fiscal de Santiago en ese entonces trataron de
arrebatar los despojos fúnebres a los ciudadanos que incluso los calificaron de
santo.
Enrique Blanco fue sepultado en el cementerio de
Tamboril, pero años más tarde su tumba fue desaparecida para dar paso a una construcción
y solo queda el recuerdo de este hombre cuyas hazañas son narradas en un
merengue a su honor que le compuso el maestro puertoplateño Wilfrido Vargas que
se titula “Enrique Blanco fue el conquistador de la montaña”
Texto: Henry Espinal
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